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Un viveirense de 93 años recorre la costa gallega en autocaravana cada verano junto a su esposa

Hombre en caravana. Pexels
  • Viaja por la costa junto a su mujer, a la que conoció en Ámsterdam hace 64 años

  • Juan José Rubal Bellón recorre cada verano la costa gallega al volante de su autocaravana junto a su esposa de 80 años

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La vida de Juan José Rubal Bellón, nacido en Viveiro y conocido cariñosamente como "Pepe" o "Infante", parece sacada de una película. A sus 93 años, sigue recorriendo cada verano la costa gallega al volante de su autocaravana, en compañía de su esposa Siegrun, de 80 años. Hijo de padre viveirense (de Catarou, parroquia de Galdo) y madre de Cedeira, Pepe vivió su niñez entre Ferrol, Cedeira y Covas. Tras la muerte de su madre, se fue a vivir con una tía a Galdo, hasta que a los 12 años se escapó de casa y comenzó a trabajar en el mar con apenas 13 o 14 años. A los 19, ingresó en el servicio militar y luego embarcó en bacaladeros rumbo a Canadá durante los años 50.

Cansado de las duras condiciones a bordo —con viajes de seis meses y apenas diez días de descanso—, Pepe probó suerte en el sur de España, pero pronto marchó a Holanda, atraído por los buenos sueldos de la marina mercante. Durante años navegó por el norte de Europa y luego el Caribe, aunque prefirió dejar esta última ruta porque no le convencía la actitud de la gente. Incluso rechazó un empleo en Venezuela.

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Fue en uno de esos viajes, en Ámsterdam, donde conoció a Siegrun, que tenía entonces 16 años. Él tenía 27. Desde aquel momento, se convirtieron en inseparables. Se casaron y, durante años, compartieron también el trabajo en el mar. Hoy llevan 64 años juntos, tienen dos hijos y tres bisnietos. «El secreto es mantenerse activo, caminar cada día, comer bien y evitar el tabaco», afirma Pepe, que no fuma desde hace más de medio siglo.

Siegrun, judía escapada de la alemania nazi, se enamoró de Viveiro

Siegrun, por su parte, tiene también una historia impresionante. Judía de nacimiento, perdió a su padre en el Berlín nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre la escondió y sobrevivieron en la zona comunista de la ciudad. Llegó por primera vez a Viveiro en los años 50 y se enamoró del lugar. Conserva aún un colgante con la estrella de David.

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La pareja vivió durante muchos años en Ámsterdam, incluso en un barco flotante debido a la escasez de viviendas tras la guerra. Más tarde, compraron una licencia de taxi, negocio que dirigieron durante casi dos décadas. Tras su jubilación, se instalaron en Sada (A Coruña), donde vive su hija, mientras que su hijo trabaja como guía turístico en Cataluña.

Pepe pidió la eutanasia debido a un cáncer de estómago

Pepe ha demostrado una enorme fortaleza: hace 30 años le extirparon el estómago por un cáncer. Estuvo tan mal que pidió la eutanasia, legal entonces en Holanda, pero finalmente mejoró y logró salir adelante. Hoy, sigue viajando y regresa cada año a Viveiro, aunque muchos de sus conocidos ya han fallecido. Solo una amiga de la infancia, Lola, sigue allí y la visita cada vez que puede.

Ambos son socios activos de la Asociación Galega de Autocaravanas (AGA) y siguen disfrutando de la carretera y la vida con alegría y complicidad, tal y como explica el diario La Voz de Galicia.

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