Macron en Argelia: la misión de resetear una “dolorosa” relación

  • El presidente francés sella el inicio de “una nueva página” en la historia tempestuosa de la relación bilateral en su visita de tres días a Argelia. Macron anuncia la creación de una comisión mixta de historiadores para esclarecer las páginas más negras del “pasado común, complejo y doloroso”

  • Preocupa a las autoridades francesas, que retiraron sus tropas de Mali este mismo mes, la penetración imparable de Rusia, socio tradicional del régimen argelino, en la región del Sahel. Macron y Tebboune acuerdan intensificar la lucha antiterrorista en el Sahel

  • En plena crisis energética, Francia busca las garantías de Argelia de que podrá incrementar las importaciones de gas natural ante la llegada del otoño

“Se escribe una nueva página en la relación bilateral”, aseguraba ayer Emmanuel Macron en la rueda de prensa celebrada junto a su homólogo Abdelmadjid Tebboune en la capital argelina en el primer día de su gira por el gigante magrebí (y tras más de dos horas de reunión). Una visita, la segunda de Macron desde su llegada al Elíseo –la primera se produjo en diciembre de 2017-, que pone fin a un desencuentro de varios meses, y que llega en un contexto de turbulencias en el Magreb y el Sahel.

La refundación de una relación. Es el ambicioso, quizás ilusorio, objetivo que el presidente francés Emmanuel Macron, que insistió en dirigirse a los jóvenes y al futuro, se ha marcado y que su homólogo argelino, Abdelmadjid Tebboune, más cauto, no ha desmentido. Aunque sí ha expresado en términos diferentes: “las perspectivas para mejorar una asociación especial son prometedoras”.  El jefe del Estado argelino ha reivindicado el papel central de su país en la zona, consciente de la posición de fuerza que el nuevo escenario de crisis energética y de inestabilidad el África saheliana le confiere. Los voluntariosos términos en que se han expresado los mandatarios guardan llamativas concomitancias con los empleados por las autoridades españolas y marroquíes en los últimos meses.

El espinoso asunto de la memoria común

Como estaba previsto, la cuestión de la memoria común ocuparía un lugar central en la visita del mandatario galo a Argelia, que acaba de celebrar sus sesenta primeros años de independencia como Estado tras una cruenta guerra de siete años con Francia. No en vano, el primer acuerdo importante alcanzado apenas horas después de la llegada de Macron a Argel fue la creación de una “comisión mixta” de historiadores con vistas a arrojar luz sobre el “doloroso y complejo pasado común” franco-argelino, “desde el comienzo de la colonización hasta la guerra de liberación, sin tabúes, con una voluntad de trabajar libremente y con acceso completo a nuestros archivos”, en palabras expresadas ayer por el líder galo.

Pero Argelia sigue esperando de Francia un perdón global por el conjunto de los 130 años de historia colonial que no llegará en esta visita. En 2017, cuando era un aspirante a presidente, Macron había afirmado que la colonización de Argelia fue “un crimen contra la humanidad”. En otro momento de gran simbolismo, Macron y su homólogo Abdelmadjid Tebboune visitaron ayer el Monumento a los Mártires, uno de los emblemas de la memoria nacional sobre la guerra de la independencia, en Argel. “Es una visita importante, en la que Macron espera resolver los problemas históricos de la relación entre Francia y Argelia. Aunque no creo que Macron esté dispuesto a aceptar lo que le exige en este sentido el régimen argelino”, asegura a NIUS el politólogo argelino Oualid Kebir.

Preocupa la penetración rusa en el Sahel

Al margen de la cuestión simbólica, otras han sido las materias abordadas en la primera jornada de la visita de Macron, y a buen seguro ocuparán el resto de la agenda. Preocupa a Macron la penetración e implantación de Rusia, socio estratégico de Argel, en la región saheliana, donde Francia ha ejercido tradicionalmente una suerte de liderazgo entre los países occidentales. Aunque apenas hizo una rápida mención, Macron aseveró ayer en la rueda de prensa celebrada con Tebboune que los dos países intensificarán la cooperación en la lucha antiterrorista en el Sahel y ensalzó la labor de Argel en las labores de reconciliación entre los malienses.

Lo cierto es que Francia pierde influencia en el Magreb y en el Sahel a costa de potencias como Rusia, China o Turquía. Países como Mali han optado claramente por Moscú, que combina acción estatal, empresarial y la de actores paraestatales como el Grupo Wagner. No en vano, las tropas francesas se han visto obligadas a abandonar definitivamente el país saheliano, que lucha contra la insurgencia yihadista, este mismo mes.

Macron, que promete seguir estando presente en la región, confía en ejercer un papel moderador en Argelia, que, al margen de su lealtad hacia Moscú, es un país fundamental en el Sahel habida cuenta de sus buenas relaciones con las autoridades de Mali y del hecho de proteger extensas fronteras con Libia y Níger. “El jefe del Estado Mayor del Ejército argelino, Saïd Chengriha es prorruso, y Macron tratará de convencer al presidente Tebboune de que no siga siempre las órdenes y voluntad del general”, explica el politólogo argelino Oualid Kebir. “Francia quiere evitar que en materia militar Argelia opte claramente por Rusia en detrimento de la Unión Europea y Occidente”, prosigue.

El gas argelino, ese oscuro objeto de deseo

Aunque no ha sido objeto principal de la hoja de ruta de la visita –las autoridades francesas pretenden evitar la idea de que una visita de esta trascendencia está vinculada a necesidades materiales coyunturales-, la cuestión del gas será previsiblemente esgrimida por la delegación francesa en Argelia. No en vano, el presidente estará acompañado en Argelia por Catherine MacGregor, consejera delegada de Engie, la principal empresa gasística de Francia.

Argelia, origen de apenas el 8% del gas importado por Francia, se ha convertido en una de las alternativas al gas ruso a raíz del nuevo escenario creado por la invasión de Ucrania (antes de la guerra, el gas ruso suponía el 17% de las importaciones francesas). El Gobierno galo quiere obtener garantías del país magrebí de poder incrementar los volúmenes en los próximos meses, cuando se entre de lleno en la etapa que Macron ha definido como la del “fin de la abundancia”. Con todo, desde el Elíseo se anticipaba que “no se firmarán grandes contratos” durante la visita. En julio, Engie y Sonatrach, el gigante de la energía argelino, alcanzaron un acuerdo sobre el precio del gas con validez hasta 2024.

Por otra parte, las primeras horas de la ambiciosa visita de Macron –quien está acompañado por un séquito de casi 90 personas entre ministros, empresarios y hasta intelectuales- sirvieron para avanzar otras áreas de cooperación, como el restablecimiento de varios comités intergubernamentales en áreas económicas y estratégicas. Tebboune avanzó que a partir de ahora “se intensificarán” las visitas de alto nivel entre los dos países.

Relaciones turbulentas

Con todo, las relaciones bilaterales alcanzaron uno de los momentos más bajos el pasado mes de octubre nuevamente por mor de la cuestión de la memoria: Macron afirmó entonces que Argelia se había construido tras su independencia sobre “una renta memorial” y el “odio a Francia” por obra del “sistema político-militar”. También retóricamente se preguntó el líder galo si Argelia como Estado y nación preexistieron a la colonización francesa. Ese mismo mes el Gobierno galo reducía drásticamente el número visados a Argelia, Marruecos y Túnez -en respuesta a la falta de colaboración de estos países en el proceso de deportaciones de sus ciudadanos en Francia-, lo que contribuyó a incrementar la indisposición en las relaciones del régimen militar con su antigua metrópoli.

Como era previsible, las palabras de Macron indignaron en el país norteafricano, tanto al régimen militar como al conjunto de la sociedad argelina, a la que no convence el entusiasmo de Macron y Tebboune. Durante tres meses Argel retiró a su embajador de París en señal de protesta. Posteriormente, el presidente argelino condicionó la recuperación de las relaciones con Francia al “respeto total del Estado argelino” sobre la base de un tratamiento “de igual a igual” entre los dos países, como ha vuelto a reclamar en esta visita.

La tentativa de aproximar a Marruecos y España con Argelia

Asimismo, Macron pretende sentar a conversar a una representación diplomática española, marroquí y argelina para acercar posturas dada la crisis simultánea en las relaciones entre los dos vecinos del Magreb y entre el Gobierno de Pedro Sánchez y Tebboune. La ruptura de relaciones oficiales entre Argel y Marruecos –de la que este miércoles se ha cumplido un año- dio al traste en noviembre pasado con el gasoducto Magreb Europa, que transportaba el hidrocarburo argelino a la Península a través de Marruecos. Un doble golpe argelino tanto a sus vecinos del Magreb como de Europa.

Además, el mal momento en las relaciones hispano-argelinas como consecuencia del apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental compromete el futuro del suministro de gas a España por el Medgaz, la única vía en estos momentos de entrada del hidrocarburo a la Península. Fuentes consultadas por NIUS afirman que la propuesta de Macron de tratar de acercar posturas con representantes de Marruecos ha sido rechazada por Argel, aunque mejor ha sido recibida la sugerencia de hacer lo propio con diplomáticos españoles.

Aunque en esta ocasión Argelia, sabedora de que no le faltan pretendientes dadas sus suculentas reservas energéticas, se deja querer, es innegable la importancia para el régimen argelino de su antigua metrópoli. Francia, una de sus principales valedoras en la comunidad internacional, también un importarte socio económico para el país norteafricano, sigue contando y mucho en Argel. No está prevista, por otra parte, exigencia alguna de Francia a las autoridades argelinas en materia de derechos humanos en la agenda de la visita. No toca.

La necesidad, como otras veces en su siempre compleja relación bilateral, vuelve a acercar, en fin, a Argel y París. El tiempo dirá si, más allá del pragmatismo, el entusiasmo y las ambiciones adanistas de Macron calan en el pueblo y los líderes argelinos.