División en la Iglesia: conservadores y reformistas se disputan el legado del papa Francisco
La muerte del papa Francisco ha abierto la carrera por su sucesión y ha ocasionado dudas respecto a si se mantendrá el rumbo reformista o habrá un giro conservador
Los cardenales Robert Sarah y Raymond Burke son contrarios al legado progresista del papa Francisco: se oponen de forma contundente al aborto
La última hora de la muerte del papa Francisco, en directo
Roma ha sido escenario este miércoles de una solemne, pero cargada procesión: ochenta cardenales acompañaron el traslado del cuerpo del papa Francisco, fallecido recientemente. Aunque la ceremonia tuvo un tono de recogimiento, en el fondo resonaban preguntas clave: ¿Quién será el próximo líder de la Iglesia? ¿Se mantendrá el rumbo reformista de Francisco o habrá un giro conservador?
La muerte del Pontífice ha abierto inevitablemente la carrera por su sucesión. En la lista de quienes hoy caminaron en silencio, podrían encontrarse tanto sus herederos ideológicos como sus más acérrimos detractores. La tensión no es nueva ya que cuando su salud comenzó a deteriorarse, Francisco se vio obligado a rodearse de un equipo de confianza muy reducido, ante las primeras conspiraciones internas que empezaban a tomar forma en los pasillos vaticanos, informa en el vídeo Natalia Cons.
Los rostros del ala conservadora
Entre los cardenales que llegaron a Roma se encuentran figuras claramente contrarias al legado progresista del papa Francisco. Uno de ellos es Robert Sarah, de origen guineano, quien ha calificado la ideología de género como “satánica” y se opone de forma contundente al aborto, la eutanasia y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Junto a él se dejó ver Raymond Burke, cardenal norteamericano conocido por su cercanía a las posturas de Donald Trump, sobre todo en temas como inmigración. Burke fue una de las voces más críticas hacia Francisco. “El hombre que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio”, ha declarado en reiteradas ocasiones. Su oposición al aperturismo del pontífice fue tal, que terminó siendo despojado de su residencia en Roma y de parte de su asignación económica.
¿Continuidad o ruptura?
La división entre los sectores conservadores y aquellos que defienden el legado reformista de Bergoglio perfila un cónclave especialmente complejo. Voces como la del oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Jordi Bertomeu, insisten en la necesidad de unidad: “En una sociedad tan polarizada y en una Iglesia a veces también polarizada, los cristianos lo que tenemos que hacer es centrarnos y construir puentes”.
El escenario se complica aún más con la presencia de figuras como el cardenal Angelo Becciu, apartado por Francisco tras ser condenado por delitos financieros. Aunque perdió sus privilegios, entre ellos, el de votar en el cónclave, Becciu sostiene que es inocente y ha manifestado su intención de influir en la elección del próximo Papa.
Una elección bajo la sombra de la división
El próximo cónclave no será solo una cuestión de fe, sino también de política e ideología. La Iglesia Católica se enfrenta a un momento decisivo: elegir entre continuar con la senda marcada por un pontífice que buscó acercarse a los más desfavorecidos, o dar un paso atrás hacia estructuras más conservadoras.
La procesión de Roma fue el primer acto visible de una batalla silenciosa que ya se libra en los pasillos del Vaticano. Una lucha no solo por el papado, sino por el alma misma de la Iglesia.
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