Ochenta años de la bomba atómica de Hiroshima, Japón: los 'hibakushas' rescatan la memoria de las víctimas
Las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki recuerdan con dolor el bombardeo nuclear de hace 80 años
La ONG japonesa Nihon Hidankyo, supervivientes de la bomba atómica, premio Nobel de la Paz 2024
Ochenta años después del lanzamiento de la primera bomba nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, los supervivientes de aquella tragedia, también conocidos como 'hibakushas', tratan de rescatar del olvido el dolor de aquel día, mientras conciencian a las nuevas generaciones sobre la necesidad de proteger y preservar la paz. Informa Ismael Uclés.
Han pasado ocho décadas, pero Hirsohima sigue luchando por rescatar la memoria de quienes murieron en aquel bombardeo nuclear. La ciudad perdió tras el bombardeo el 40 por de su población. Muchos de los que murieron fueron enterrados en fosas comunes, amontonados y sin identificar en la isla de Ninoshima, al sur de la ciudad.
"Llegaban botes cargados de cadáveres"
La avalancha de heridos y cadáveres provocó ese hacinamiento que ahora, voluntarios e investigadores del Centro para la Paz de la Universidad de Hiroshima, tratan de sacar a la luz, buscando pistas que permitan la identificación de los sepultados.
Rebun Kayo es uno de estos científicos que busca con delicadeza indicios de las víctimas: “Me dijeron que llegaban botes cargados de cadáveres. Los soldados cavaron un hoyo y los enterraban aquí, uno encima del otro”.
Los restos óseos que recupera son de algunas de las decenas de miles de víctimas mortales de la primera bomba atómica.
Arune es una de esas 'hibakushas'. Cuando cayó la bomba, ella era solo una niña, pero recuerda como vio morir a gran parte de su familia: “Era como si quemaran basura, amontonaban los cuerpos y los quemaban”.
La lucha de la sociedad japonesa y de los 'hibakushas 'es la de evitar que la historia de aquel día se olvide. Trabajan para que las nuevas generaciones sean consciente de lo que pasó aquel día y luchen para que no vuelva a ocurrir.
Un ejemplo de esta concienciación lo vemos en Sun Sasaki, que a sus 12 años dedica parte de su tiempo a trabajar como guía turístico. Él es nieto de una 'hibakusa' y a su corta edad tiene claro la importancia de su labor: “Lo más peligroso es olvidar lo que pasó. Por eso creo que deberíamos transmitir la historia a la siguiente generación y no olvidarla jamás”.
Su ejemplo no es el único. En Nagasaki, la otra ciudad japonesa arrasada por la segunda bomba atómica lanzada por Estados Unidos, descendientes de las víctimas tocan la campana reconstruida para su catedral por el nieto estadounidense de uno de los médicos del proyecto Manhattan, el que haría posible estas bombas atómicas.
Se trata de un gesto simbólico de paz, perdón y esperanza para que una herida semejante no se vuelva a repetir.