Piden 100 millones de dólares tras ver morir a su hijo de 5 años en la explosión de una cámara hiperbárica

Una imagen de una cámara hiperbárica. Archivo
  • Los abogados han anunciado una demanda de 100 millones de dólares en nombre de los padres de la víctima

  • "El joven Thomas Cooper pagó el precio máximo por la avaricia corporativa de los acusados"

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La tragedia tuvo lugar el 31 de enero de 2025 en el Oxford Center de Detroit (Míchigan, Estados Unidos). Una madre vio con sus propios ojos cómo su hijo de cinco años ardía literalmente en una cámara hiperbárica presurizada que le suministraba oxígeno.

El centro calificó la tragedia como un accidente. “La seguridad y el bienestar de los niños a quienes atendemos es nuestra máxima prioridad. Nada como esto ha sucedido en más de 15 años de ofrecer este tipo de terapia. No sabemos por qué ni cómo ocurrió esto y participaremos en todas las investigaciones que ahora deben llevarse a cabo”, señalaban.

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Pero la familia del pequeño quería respuestas. Cómo era posible que un niño atado en una cámara quedara expuesto de esa forma a la muerte. Cómo era posible que no hubiera siquiera un protocolo de rescate en caso de accidente. 

Una demanda de 100 millones de dólares por "codicia corporativa"

Esta semana, los abogados de la familia del niño muerto han acusado al fabricante y a los operadores de la cámara de "codicia corporativa" y han anunciado una demanda de 100 millones de dólares en nombre de los padres de Thomas, James y Juana Cooper, según informa CBS News. La demanda se ha presentado en el Tribunal del Condado de Oakland, Michigan.

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"Los acusados sabían con absoluta certeza que si se incendiaba una de sus cámaras, el paciente que se encontraba dentro moriría quemado, sin ninguna posibilidad de supervivencia. La muerte de Thomas no fue un accidente trágico. Fue un resultado previsible, inevitable y prácticamente seguro de la cruel indiferencia de los acusados hacia la vida humana. El joven Thomas Cooper pagó el precio máximo por la avaricia corporativa de los acusados".

Múltiples irregularidades

Las investigaciones realizadas por el Departamento de Policía de Troy revelaron múltiples irregularidades en el manejo de las cámaras hiperbáricas del Centro Oxford. Según las autoridades, el día de la explosión no se realizaron las revisiones diarias de mantenimiento ni las inspecciones de seguridad previas al uso del dispositivo.

Además, no había un médico ni un supervisor de seguridad presentes durante el tratamiento y este no fue llevado a cabo por un técnico certificado.

La fiscal destacó que tampoco se habían realizado las inspecciones anuales recomendadas por el fabricante y que no se utilizó la correa de conexión tierra esencial para garantizar la seguridad del paciente.

 El centro operaba cámaras hiperbáricas más allá de su vida útil esperada, ignorando las medidas de seguridad necesarias. “Esta tragedia podría haberse evitado si se hubieran seguido los protocolos de seguridad adecuados”, según la fiscal.

La directora ejecutiva del centro, Tamela Peterson, de 58 años, fue acusada de asesinato en segundo grado.

El gerente del centro, Gary Marken, de 65 años, y el gerente de seguridad, Gary Mosteller, de 64, también fueron acusados de asesinato en segundo grado y homicidio involuntario.

La operadora de la cámara, Aleta Moffitt, de 60 años, fue acusada de homicidio involuntario y de colocar a propósito información médica falsa en el historial médico.

Todos se declararon inocentes el 10 de marzo ante la magistrada del Tribunal de Distrito de Troy, Elizabeth Chiappelli. Los abogados defensores de los acusados aseguraron que la tragedia fue un accidente. La justicia decidirá.