Abascal estrecha lazos con la ultraderecha europea, pero, ¿con quién?

  • Radiografía de la extrema derecha europea, que se divide entre ultraconservadores y soberanistas

  • Vox pertenece a los ultraconservadores, con los que comparte grupo en el Parlamento Europeo

Finalmente, la acreditación ‘VIP’ de Santiago Abascal se quedó sin recoger. Un grupo de cámaras lo esperaba en la puerta de un hotel de lujo de Roma, donde tendría lugar la foto junto a algunos miembros ilustres de la ultraderecha europea. Pero mientras estos participaban en una serie de charlas, a las que Abascal había confirmado su presencia en el último minuto, el líder de Vox se reunió en algún otro lugar con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Abascal nunca apareció en público, pero Vox se encargó de hacerle el trabajo a los periodistas. Distribuyó vídeo, fotos y un comunicado. Todo enlatado. "Hemos mantenido un encuentro muy fructífero para aunar fuerzas en la defensa de una Europa asentada en el respeto a la soberanía e identidad de sus naciones, y en la protección de nuestras fronteras, nuestra libertad y nuestra prosperidad", explicaba Abascal en la nota, difundida por el partido.

El líder de Vox pasó sólo unas horas en Roma. Su objetivo era estrechar lazos con sus socios europeos, no explicarlo a la prensa. Más tarde, Orbán contó en su comparecencia en este evento organizado por varios institutos de estudios ultraconservadores que le había dicho a Abascal que “el reto en los próximos 20 años es la cooperación entre países”. “Y no se puede cooperar si somos distintos. Por eso, debemos preservar nuestros valores cristianos, para hacer una Italia o una España más grandes”, añadió, ante un público italiano.

Orbán, ese oscuro objeto de deseo

El primer ministro húngaro no sólo es un ejemplo para Abascal, sino para todo el club ultraderechista europeo. Asegura que los países de la UE deberían adoptar un modelo de “democracia cristiana”, que explicaría su decisión de cerrar sus fronteras durante la crisis de refugiados de 2015. “En Hungría tenemos muy pocos inmigrantes musulmanes, por lo que no podíamos asumir el riesgo de abrir las puertas y que se creara una sociedad mixta”, sostiene.

Es un firme defensor de las rebajas de impuestos y del soberanismo económico. Pero si algo le caracteriza es su llamada “democracia iliberal”, por la que ejerce el poder al margen de lo que califica como “élites”. Esto se traduce en un ataque abierto a las instituciones europeas, el intento por controlar el poder judicial y por reformar la ley electoral a su antojo.

Todo eso le ha valido para ser suspendido del grupo popular europeo, al que todavía pertenece formalmente. Sin embargo, su salida definitiva se producirá antes o después. Y en ese momento hay dos grupos esperándole: el de los ultraconservadores y el de los soberanistas. Sirva la simplificación para intentar explicar un fenómeno, que a menudo se clasifica bajo un único paraguas de “extrema derecha” o “ultraderecha”. Hay diferencias.

Los ultraconservadores

En la Eurocámara se hacen llamar Conservadores y Reformistas Europeos. Y a este grupo pertenecen, entre otros, Vox, los polacos de Ley y Justicia o los italianos Hermanos de Italia. La líder de este último partido, Giorgia Meloni, dijo durante el evento de Roma que si Orbán “decidiera dejar mañana el Partido Popular Europeo, su paso al grupo de los conservadores sería natural”.

Ellos son quienes organizaron el ciclo de conferencias en la capital italiana. Un evento titulado ‘Conservadurismo Nacional’, bajo el lema de ‘Dios, honor y nación’. Se apoyan en el modelo político de Ronald Reagan y en la moral de Juan Pablo II, ambos azotes del comunismo, y a quienes se mencionó durante en repetidas ocasiones.

“La identidad cristiana está más que nunca bajo amenaza por un Islam intransigente, que pretende aplicar la sharía [ley islámica] en nuestra casa y que sirve de base para el terrorismo”, afirmaba Giorgia Meloni en su intervención. Ellos se identifican como una derecha clásica basada en la idea de nación y familia. “Decir que un niño necesita un padre y una madre es ahora un acto casi revolucionario”, subrayaba Meloni. Sin embargo, se trata de una derecha que ha radicalizado sus posturas y que ha adoptado una visión internacionalista.

El instituto de estudios que abrirá Marion Maréchal -nieta de Jean-Marie Le Pen- en Madrid, con la colaboración de Vox, es una muestra más de esta cooperación. Maréchal insistía en Roma en una “alianza latina entre Francia, España, Italia y Portugal que esté en contacto con el grupo de países de Visegrado”, al que pertenece la Hungría de Orbán. La intención, en caso de aglutinar al primer ministro húngaro, sería ampliar el club de Visegrado (Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia) a Europa occidental.

Los soberanistas

Maréchal es también sobrina de Marine Le Pen y, pese a que las a las dos se las encuadra bajo la etiqueta de “extrema derecha”, hay una gran rivalidad entre ambas. Marine Le Pen pertenece junto al italiano Matteo Salvini o Alternativa por Alemania a otro grupo político en el Parlamento Europeo, llamado Identidad y Democracia.

Su mensaje no está tan centrado en lo moral, sino en un discurso de clase dirigido a un sector de la sociedad excluido. Las llamadas víctimas de la globalización. Y es ahí donde la inmigración juega un aspecto fundamental, argumentando que los inmigrantes vienen a competir con estas clases desfavorecidas.

Resulta muy llamativo que ninguno de los partidos de esta corriente estuviera invitado a la cumbre de Roma de la ultraderecha. Sólo Salvini figuraba en la lista, aunque finalmente evitó acudir. Tras el último fiasco electoral en los comicios regionales de Emilia Romaña, que había planteado como un plebiscito contra el Gobierno, Salvini está reformulando su estrategia y podría intentar moderar su discurso internacional.

Unión y desunión

Con todo, pese a las diferencias que puedan existir entre un grupo y otro, comparten muchos otros elementos. Como, por ejemplo, la defensa de las fronteras, la dualidad entre pueblo y élites o su euroescepticismo. Por eso, ultraconservadores y soberanistas se consideran aliados y, a menudo, votan juntos en el Parlamento Europeo. Sin embargo, esta entente amenaza con romperse.

Antes de las pasadas elecciones europeas, Salvini intentó crear un gran bloque que uniera a las dos corrientes. Pero fracasó. Entre ultraconservadores y soberanistas sumaron un 23% de los votos, aunque se dividieron en el Parlamento y su poder quedó diluido. La importancia de Orbán se explica debido a que quedó como una especie de caballo de Troya, dentro de las filas populares. Pero tampoco él parece tener intención de formar una única fuerza ultraderechista.

Más bien se presenta como el fiel de la balanza que se disputan uno y otro grupo. Salvini, después del plantón en la cita romana, publicó una foto con el primer ministro húngaro sumándose al cortejo. También es significativo que esta vez Abascal haya evitado la foto con Salvini. Ultraconservadores y soberanistas se alejan y esto, en la práctica, les hace perder poder. Si algo se mueve, Vox tomará partido por los ultraconservadores, a los que se mantiene unido.