La Convención Nacional Republicana o el culto a la marca Trump

  • Melania Trump refuerza la imagen del presidente

  • El miedo como estrategia para ganar

La exhibición de fuegos artificiales que culminó los cuatro días de convención republicana la noche del jueves, en la Casa Blanca, terminó a su vez con una explosión final que puso sobre el cielo de Washington la frase “Trump 2020”. Toda una muestra de lo que han supuesto estos cuatro días de cónclave para un partido que, alrededor de su líder y al más puro estilo norcoreano, ha difundido un mensaje optimista para los estadounidenses en el caso de que decidan seguir siendo guiados por el actual presidente.

En un escenario brillantemente preparado, más de 1.500 personas (la mayoría sin máscaras) se sentaron en el jardín sur de la residencia presidencial para aplaudir las intervenciones de Donald Trump, especialmente la que siguió a su aceptación al nombramiento de presidente por parte de su partido. “Me presento ante ustedes esta noche honrado por su apoyo, orgulloso del extraordinario progreso que hemos logrado juntos durante los últimos cuatro años increíbles y rebosante de confianza por el futuro brillante que construiremos para Estados Unidos durante los próximos cuatro años”, señaló el mandatario.

A pesar del formato virtual y la ausencia de público (a excepción de los privilegiados que fueron invitados al acto de forma presencial,) el presidente demostró que domina como pocos la puesta en escena televisiva. Los asistentes, sentados en sillas separadas, dieron sensación de ser una multitud; la pareja Donald-Melania, famosa por sus desencuentros, se mostró encantadora y elegante; y un enorme escenario, rodeado de jardines, banderas de los Estados Unidos y con la Casa Blanca al fondo, emergió como la escenografía perfecta.

Era lo que hacía falta en una noche en la que el espectáculo pirotécnico no sólo debía resaltar la figura del actual presidente sino también silenciar los gritos de protesta de los que, de forma simultánea, se manifestaban no muy lejos de allí, dirigidos por el movimiento Black Lives Matter en la plaza recién bautizada con ese mismo nombre.

Principales mensajes

Y es que a lo largo de cuatro días los ponentes, a través de sus discursos, no solo han intentado convencer a los ciudadanos que votaron en 2016 de que deben seguir haciendo lo mismo, sino que se han centrado en explicar a los estadounidenses que Donald Trump no es racista y conectar con el electorado afroamericano; en recuperar la confianza de los votantes indecisos, especialmente el de las mujeres, y en dar un mensaje positivo sobre cómo afrontar la lucha contra el coronavirus.

En este sentido la estrella fue Melania Trump, la mujer del mandatario, que con un discurso empático y con más carga política que otras veces, ofreció consuelo a las víctimas de la pandemia y a los ciudadanos afectada por la violencia racial. También transmitió una imagen más humana y familiar de su marido señalando que “en mi esposo tienes un presidente que no dejará de luchar por ti y tu familia. Veo lo duro que trabaja día y noche y a pesar de los ataques sin precedentes de los medios y la oposición, no se rendirá. De hecho, si le dices que no se puede hacer, simplemente trabaja más duro”.

Rozando el margen de la ley

Pero al margen de los votos, los discursos y los mensajes, parte del protagonismo de la convención se ha centrado en la manera poco ortodoxa en la que esta se ha llevado a cabo. Y es que en toda la historia moderna de las convenciones de los dos principales partidos que optan a la presidencia de los Estados Unidos, esta es la primera vez que un presidente utiliza la residencia presidencial para sus propios intereses de partido.

Y lo ha hecho no solo para ubicar el escenario principal desde el que han tenido lugar los discursos más destacados y el cierre de la convención sino para otorgar el perdón a un ex ladrón de bancos, la jornada del martes, para lo que usó el Salón Azul de la Casa Blanca, y para participar en la jura de nacionalidad estadounidense de cinco personas inmigrantes, como parte del espectáculo, algo que no tiene precedentes.

Además, algunos secretarios de la administración, que nunca habían participado en un acto de estas características, tuvieron su sitio en la convención pidiendo el voto para Trump. Así, el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano habló el jueves mientras que el martes fue el secretario de Estado del presidente quien lo hizo desde Jerusalén.

Por ello la Cámara de Representantes, liderada por el partido Demócrata, ya ha anunciado una investigación por si hubiera abuso de competencias e incluso por si hubiera una violación de la Ley Hatch, de 1939, que prohíbe el uso de altos cargos y edificios oficiales en actos políticos.

Marca Trump

Pero dentro de esta amalgama de sucesos el objetivo final está claro: un ejercicio de propaganda que refuerce la marca Trump y sus resultados. Y los resultados, como él los cuenta, son buenos. Ante la situación actual del país en el que el desempleo ha encadenado dos semanas consecutivas con un millón de despidos semanales, el presidente dijo que la economía va bien, señalando que “he creado la economía más fuerte en la historia del mundo”. Lo cual, si dejamos fuera las exageraciones del presidente, es cierto en parte, al menos hasta la llegada de la pandemia.

Respecto al coronavirus, a pesar de los más 180.000 muertos de ciudadanos estadounidenses, Trump señaló que las medidas adoptadas contra el Covid-19 fueron las correctas y que habría un remedio antes de Navidad, a lo que añadió :“He hecho un esfuerzo continuo para producir una vacuna y aplastar el virus”.

Y sobre las revueltas raciales que asolan el país, las más graves que se recuerdan en años, el mandatario declaró que son resultado de las políticas radicales representadas por el candidato demócrata: “hemos pasado los últimos cuatro años revirtiendo el daño que Biden infligió durante los últimos 47 años”, que son los que ha estado en activo en la política.

El miedo como último mensaje

Por todo ello el mensaje más difundido fue “hay que tener cuidado”. Cuidado con las irregularidades que puedan cometerse con el voto por el correo, como dijo el primer día de la convención, cuando apareció por sorpresa en Charlotte, Carolina del Norte; cuidado con la ley y el orden, que pueden verse amenazados con las protestas de los manifestantes por las actuaciones policiales contra los afroamericanos George Floyd y Jacob Blake; y cuidado con el fin del “estilo de vida estadounidense”, que puede verse amenazado “si permitimos que un movimiento radical lo desmantele y destruya por completo” en alusión a las catastróficas consecuencias de un posible victoria de los demócratas.

Ya lo dijo el primer día de la convención Kimberly Guilfoyle, asesora de campaña del mandatario y novia de uno de sus hijos, “el presidente Trump es el líder que va a reconstruir la promesa de América, ¡lo mejor está por venir!. A pesar de haber dado un discurso sobreactuado, la asesora defendió de forma vehemente el sueño americano, un sueño que Trump no ha inventado aunque lo parezca.