Draghi confía el gas natural que necesita Italia a Argelia

  • Los precios de la energía y la nueva estrategia internacional son los grandes retos preelectorales

  • La previsión de crecimiento económico se ralentiza para este año a un 2,9%

Las debilidades para Italia no son pocas. Desde que comenzó la guerra los precios han subido en el supermercado, la energía sigue por las nubes y ha sido necesaria una bajada directa del precio del combustible ante los precios históricos que había alcanzado. La semana pasada Draghi pidió un esfuerzo a la ciudadanía igual al que requirió la pandemia ante esta nueva etapa de guerra. Su carácter en los discursos suele ser directo con los datos sobre la mesa, y con una claridad característica del primer ministro técnico que representa.

Pocas veces se deja llevar por frases hechas o deja discursos susceptibles de convertirse en virales. En cambio, hace solo unos días, dejó una frase que será recordada por lo directa que fue: “¿Preferimos tener el aire acondicionado encendido o preferimos la paz?”. No usó rodeos, puso un ejemplo muy cercano para que todos los que lo estaban escuchando tuviesen claro la tesitura ante la que se encuentra Italia y el mundo.

Hacía mención a la dependencia italiana del gas ruso, que, en el fondo financia la guerra cada día y la necesidad que tendremos de entender el mundo de forma diferente, también nuestros hábitos, pero los expertos lamentan que se quedase en una frase sin la suficiente explicación de cara a la sociedad italiana.

Los 9.000 metros cúbicos de Argelia

Este lunes, Mario Draghi ha formado el primero de los "grandes contratos de estado" para suministrar gas a Italia y reducir la dependencia del gas ruso", que en Italia es de un 40%. Draghi firma con el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, un acuerdo de 9.000 millones de metros cúbicos más de gas desde Argelia. Una cifra que en las estimaciones del director general de Eni, Claudio Descalzi, podría incluso alcanzar los 11 mil millones. En definitiva, Argelia pasará de suministrar los 20 mil millones actuales a más de 30.000 una expansión que aprovechará al máximo las capacidades del gasoducto Transmed, que cruza el Mediterráneo y desemboca en las costas de Mazara del Vallo, en Sicilia. El gas argelino estará disponible a corto plazo, tan pronto como el próximo invierno.

Donde antes el consenso sobre Draghi era predominante, ahora la tensión de una crisis energética genera conflictos dentro del Gobierno y comienza a poner en duda su gestión fuera. Federica Olivo, periodista del Huffington Post Italia, comparte para este artículo su opinión sobre el viral discurso de la semana pasada sobre el aire acondicionado o la paz. “Me pareció una respuesta simplista para un problema que no lo es y sé que ha generado malas sensaciones generalizadas. Creo que lo ha hecho para hacer entender que nos veremos obligados a cambiar nuestro estilo de vida en el momento en el que haya embargo de energía rusa.

El normalmente es una persona que explica todo detalladamente en sus ruedas de prensa, en este caso no lo hizo. Por ahora la percepción no cambia entre la población, pero cambia especialmente dentro del seno del Gobierno, en todas las medidas fiscales de la última semana está siendo más complicado que nunca llegar a un acuerdo. Comienza el enfrentamiento típico pre electoral para significarse de cara a la población. Están constantemente renegociando todo”, explica. “Las dificultades de Draghi en este momento no son irremediables, pero tampoco son para infravalorar”, añade.

Más gasto militar

De puertas para dentro no lo tiene fácil, en las últimas semanas varias grietas hicieron temblar al gobierno. Primero el nuevo gasto militar aprobado para ajustarse a los requerimientos de la OTAN, que hizo a Giuseppe Conte del M5S casi abrir una crisis de Gobierno, luego la aprobación de los diferentes decretos en los que se encuadra social y económicamente esta nueva etapa. Los mal humores de la Lega, cada vez más constantes, que demuestran una vez más lo difícil que es mantener un Ejecutivo con todos los partidos del país (menos Hermanos de Italia) a la hora de afrontar o aprobar nuevas medidas, como explica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Universidad de Pisa.

“Este Gobierno tiene muchísimo dinero para afrontar lo que le queda de legislatura, antes de las elecciones de 2023, para Draghi el reto es que sea recordado por una gestión de los fondos diferente a los de otros gobiernos, es decisivo lo que ocurra estos meses, pero él nunca lo tiene fácil de puertas para dentro”, explica el politólogo. “No creo que se deshaga el Gobierno porque todos quieren estar dentro del núcleo que gestiona todos los millones que han llegado de la UE, el problema es si eso acaba teniendo tanta rentabilidad como se espera. Draghi hasta ahora ha estado respaldado por una opinión pública que lo seguía adonde fuese, pero ahora las cosas no son tan fáciles, sobre todo entre los suyos”, añade.

Los números marcan la principal preocupación, durante los últimos meses el trabajo de Draghi estaba avalado por el famoso 6% de crecimiento previsto que sostenía las posibilidades de convertirse en uno de los países europeos que más podía crecer en este año. Ahora la subida del carburante, energía y la crisis agroalimentaria en sectores como la harina, tan importantes en Italia, son las grandes preocupaciones de los italianos.

Draghi debe también gestionar el malhumor social que se creará con unos precios que modificarán tanto la vida de las familias y con un el miedo a una verdadera crisis energética para las familias italianas el próximo otoño. Las últimas medidas han sido en esta línea pero el desgaste social puede pasarle factura y el papel de la guerra es un factor central, el más importante y que se lleva a todos los demás detrás en cadena, para ralentizar un crecimiento que ya ahora se estima en el 2,9% del PIB.

Su papel de puertas para fuera pasó desapercibido en las primeras semanas, unido a la estrategia común europea. En el inicio de la guerra, Draghi no supo o no pudo distinguirse entre los grandes actores internacionales como EE.UU o Alemania y Francia. Estaba valorando cuáles serían las vulnerabilidades de su país, que no eran pocas.

Parecía lejana la idea que de él se tenía este otoño, tras acoger el G20 en Roma y afrontar el inicio de la salida de la pandemia como el gran hombre económico, el técnico que guiaría Italia a un momento de resurrección. La estrategia de los días más recientes fue retomar este rol. Los expertos dicen sobre esa primera etapa más ausente que el primer ministro italiano estaba recalculando cuál debía ser su papel, también las verdaderas posibilidades de influencia geopolítica de Italia.

Ahora, en cambio, tras la llamada a Putin y la insistencia en dejar de comprar gas ruso para no financiar la guerra, parecen poner sus palabras de nuevo en valor. Hoy la visita del primer ministro a Argelia para encontrarse con el presidente Tebboune marca un paso de verdadera política en el país, las nuevas relaciones y los nuevos mercados energéticos definirán la política exterior de los próximos años e Italia no quiere y no puede quedarse atrás.