Las elecciones de Estados Unidos acaban en el peor escenario posible

  • Los republicanos insisten en acudir a los tribunales

  • Los demócratas piden que se cuente hasta el último voto

Un número de electores nunca vistos, 60 millones de votos emitidos por correo, unos resultados ajustadísimos, cuatro millones de votos aún por escrutar, demandas para un nuevo recuento de votos, dos ejércitos de abogados, tribunales estatales y una Corte Suprema de ámbito nacional son los elementos que pueden poner en jaque los resultados de las históricas elecciones que acaban de tener lugar en Estados Unidos. Unos comicios que aún no tienen ganador oficial y cuyo resultado final surgirá de lo que se decida en los pocos estados de los que aún no hay resultados definitivos y lo que quizá fallen los tribunales.

Y es que una vez cerrados los centros de votación o incluso antes, la batalla por el voto se puede trasladar a los juzgados ya que, aunque los votos de momento dan ganador al candidato demócrata, la ventaja es tan estrecha que la tensión ya se ha disparado y ambos partidos han puesto a trabajar a sus respectivos equipos legales, tras la demanda interpuesta por los republicanos para detener el escrutinio en Michigan y Pensilvania y hacer un nuevo recuento de los votos.

Alegando que no se les “había permitido acceder al recuento de votos en algunos centros de Michigan”, los republicanos solicitaron esta medida temporal “hasta que la situación se arreglara”, dijo Bill Stepien, responsable de campaña de Trump. Lo cierto es que cada uno de los candidatos que se presentan a la presidencia tiene derecho a exigir un recuento en la mayoría de los estados, en el caso de que la diferencia de los resultados entre ambos sea mínima.

Fraude y paciencia

A pesar de que los resultados electorales nunca son oficiales hasta la certificación final, que se da en cada estado varios días después del día de la votación, el pistoletazo de salida para la disputa lo dio Donald Trump la misma noche electoral. Tras proclamarse ganador amenazó con llevar el recuento de los votos por correo a la Corte Suprema para parar un “fraude” del que no hay evidencias. “Es terrible que se puedan contabilizar las papeletas después de una elección, tanto tiempo después de que esta haya acabado…Eso solo pude llevar a una cosa y es muy mala”, dijo refiriéndose al posible fraude.

Por su parte, el otro candidato presidencial, Joe Biden, pidió paciencia mientras continúa el recuento y subrayó que “esto no acaba hasta que se cuenten todos los votos. No es mi decisión ni la de Donald Trump, es una decisión de todos los estadounidenses”, dijo antes de retirarse a su casa sobre la una de la madrugada de la noche electoral. También su directora de campaña, Jen O’Malley Dillon, se manifestó acerca de las declaraciones del republicano. “Son indignantes, sin precedentes e incorrectas”, señaló. “El recuento no parará…eso es lo que requieren nuestras leyes, las que protegen los derechos constitucionales de los estadounidenses a la hora de votar”.

Antecedentes y calendario

Pero no es la primera vez que los resultados electorales acaban en un tribunal. En el recuerdo de todos está lo ocurrido en Florida en las elecciones del año 2000, cuando en la disputa por la presidencia entre Al Gore y George W. Bush, un recuento complicado de las papeletas acabó dejando la decisión en manos del Tribunal Supremo del país. Este decidió dar ganador del estado de Florida, por sólo 537 votos al candidato republicano, que acabó llevándose todo el voto electoral de ese estado y en consecuencia la presidencia. Esta parece ser la estrategia del partido de Donald Trump, de nuevo, que ya ha amenazado con la impugnación del recuento del voto en algunos estados.

En esta ocasión, si la decisión recae también el Tribunal Supremo, como ya dijo el presidente que podría pasar, las opciones también son favorables para los republicanos, ya que la actual composición de la Corte Suprema es abrumadoramente conservadora tras la última incorporación exprés de la jueza nominada por el actual mandatario, Amy Coney Barret.

De cualquier manera, y a pesar de lo que pueda ocurrir, existe un calendario que debe cumplirse para garantizar que el país no queda sujeto a un vacío de poder y el futuro presidente pueda estar jurando el cargo antes del 20 de enero. Con anterioridad, las autoridades estatales tienen hasta el 8 de diciembre para resolver cualquier desacuerdo sobre la decisión de sus compromisarios.

Más adelante, el 14 del mismo mes, los miembros del colegio electoral se reunirán con la tarea de votar al presidente y el vicepresidente. La decisión tendrá que ser ratificada en una sesión conjunta del Congreso el 6 de enero.

Manejo del voto por correo y demandas

Pero antes de todo eso tendrá que realizarse el recuento de los 60 millones de votos por correo recibidos este año, una cifra record nunca antes vista. Aunque en estos momentos ya solo quedan cuatro millones de votos por ser contabilizados, se espera que muchos otros tengan que ser revisados y recontados de nuevo tras los desafíos legales que se esperan.

El sufragio del voto por anticipado está siendo complicado porque depende de la legislación de cada uno de los estados y del momento en el que se hayan empezado a contabilizar las papeletas. Algunos estados procesan los votos de forma anticipada (como en algunas ciudades de Michigan, que lo hacen el 2 de noviembre) para que puedan ser contabilizados con mayor celeridad el mismo día de la votación o incluso antes.

En otros estados las papeletas se guardan en sitios seguros hasta el día de las elecciones, ya que hay 11 estados (entre los que se encuentran los estados pendulares de Pensilvania, Wisconsin y New Hampshire) que por ley no permiten que el recuento empiece antes.

El caso de Pensilvania

Sin embargo, semanas atrás el Tribunal Supremo de Pensilvania falló a favor de que este estado pudiera recibir voto por correo hasta tres días después de la fecha de las elecciones, siempre que las papeletas tuvieran el matasellos del 3 de noviembre. El partido republicano acudió a la Corte Suprema del país para que se revisara dicha decisión, donde se dio un empate que resolvió el presidente del tribunal, John Roberts, devolviendo la decisión al Tribunal Supremo de Pensilvania, que mantuvo el fallo anterior, lo que provocó las críticas de Donald Trump y la justificación de la demanda interpuesta para el nuevo recuento en este estado.

La base de la decisión del Tribunal Supremo radicó en la situación de excepcionalidad impuesta por la pandemia de Covid-19, que a dado lugar a que mucha gente haya querido votar por correo para evitar aglomeraciones y contagios, lo que ha supuesto a su vez todo un desafío para la agilidad del trabajo del propio servicio postal.

Otros estados permiten incluso un período de gracia de cerca de una semana para aceptar papeletas siempre que tengan el matasellos del 3 de noviembre o antes. Son estados como Georgia, Arizona o Colorado (entre otros). De todos ellos, el de Washington es el que permite el período de gracia más largo, ampliándolo hasta el 23 de noviembre.

El país queda ahora a la espera de que, según avance el recuento de votos, uno de los dos candidatos alcance los 270 votos electorales y pueda proclamarse ganador oficial. Aunque está por ver si contará con el reconocimiento del rival y las posibles consecuencias de la demanda interpuesta por Trump para parar el escrutinio de Michigan. De momento, como dicen los estadounidenses, para ambos aún es “too close to call”, demasiado pronto para cantar victoria.