Francia y Bélgica, dos formas diferentes de enfrentarse al aumento de los contagios

  • Francia decidió ayer cerrar todos los bares y restaurantes en la región de Marsella y Aix-en-Provence

  • El 1 de octubre los belgas ya no tendrán que ponerse siempre la mascarilla en cuanto pongan el pie fuera de casa

Francia anunció el jueves que en las anteriores 24 horas había sumado más de 16.000 nuevos contagios. Bélgica contó esta mañana que los nuevos casos se dispararon un 144% en las últimas dos semanas. Casi todo el territorio francés está ya en zona roja según el mapa de la Agencia Europea de Prevención y Control de Enfermedades, como lo está toda la región belga de Valonia. Ante dos situaciones similares –ligeramente peor en Francia a la vista de los datos- los gobiernos francés y belga han tomado caminos diferentes.

Más restricciones en Francia

Francia decidió ayer cerrar todos los bares y restaurantes en la región de Marsella y Aix-en-Provence. También prohibió las reuniones de más de 10 personas en todo el país. También se cerrarán desde este sábado todos los establecimientos “que reciban público” (teatros, museos, cines) y que no puedan aplicar “un protocolo sanitario estricto”.

Además de la situación agravada en la región de Marsella, otras 11 ciudades, entre ellas París, fueron declaradas “zona de alerta reforzada”, lo que supone que los bares deben cerrar a las diez de la noche y que se limite la venta de alcohol.

Bronca política

Las nuevas medidas anunciadas el jueves por el Gobierno francés desataron la bronca política más intensa desde el inicio de la pandemia. Decenas de cargos electos locales salieron en tromba contra el Ejecutivo de Jean Castex después de que este anunciara el cierre de bares y restaurantes en toda la región de Marsella y Aix-en-Provence sin siquiera haberlo consultado con los alcaldes.

Esa región del sureste francés fue puesta en “alerta máxima”, el último nivel de la Administración de Emmanuel Macron antes de decretar el estado de urgencia sanitario. Para los alcaldes afectados se trata de “un castigo” que terminará de hundir sus economías. La bronca se extiende por Francia. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, criticó que el Gobierno no respete la concertación que había prometido a los alcaldes a la hora de imponer más restricciones.

En prime-time, ante las cámaras de France 2, el primer canal público de la televisión francesa, Castex dijo anoche: “A la vista de la circulación preocupante, algunas veces grave en ciertos territorios, decidí asumir mis responsabilidades, las del Estado. Si no actuamos podríamos encontrarnos en una situación próxima a la de la primavera. Eso podría llevarnos de nuevo al confinamiento”. El primer ministro aseguró que tomaba directamente él las medidas porque eran “muy impopulares pero necesarias” y los alcaldes no lo habrían hecho.

Renuad Muselier, presidente del Consejo Regional Provenza-Alpes-Côte d’Azur, anunció ya anoche que este viernes presentará un recurso administrativo contra las medidas del Gobierno para anularlas. El Ayuntamiento de Marsella pide por su parte que las medidas se retrasen 10 días.

Francia está mostrando en estos días su sistema centralista. El ministro de Sanidad, Olivier Véran, respondió que “concertar no quiere decir ponerse de acuerdo. Llegado un momento, el principio de responsabilidad debe primar”. Las competencias son del Gobierno central.

La oposición conservadora y socialista critica que el Gobierno ni siquiera discutiera las medidas con las autoridades regionales y locales, sobre todo teniendo en cuenta el daño económico que supondrán para bares, restaurantes y otros establecimientos de restauración.

El diario ‘Le Monde’ recordaba esta mañana que el presidente Emmanuel Macron se había negado a cerrar bares y restaurantes de Marsella, como quería su ministro de Sanidad, hace apenas dos semanas. El argumento de Macron era que se podría dar el caso de que los propietarios no cerraran y la Policía tuviera que usar la fuerza.

Menos restricciones en Bélgica

Bélgica ya superó la barrera de 150 contagios activos por 100.000 habitantes mientras sube la tasa de ocupación en los hospitales, aunque el país nunca vio su sistema sanitario desbordado ni en los peores días de abril. Las medidas restrictivas que se aplicaban hasta ahora tenían un seguimiento muy desigual, por lo que el Gobierno de Sophie Wilmès decidió dar un giro. Ante el aumento de los contagios, menos restricciones.

Marius Gilbert, uno de los epidemiólogos que asesora al Ejecutivo belga, lo resumía así el jueves: “Mejor reglas blandas seguidas por el 80% de la población que reglas estrictas seguidas por el 30%”. La opinión de Gilbert no es respaldada por todos sus colegas. Algunos aseguran que envía una señal equivocada. También la Comisión Europea, que este jueves pidió que los gobiernos actúen ya con las medidas necesarias para evitar que el otoño lleve a una situación igual o peor que la vivida en marzo y abril.

El 1 de octubre los belgas ya no tendrán que ponerse siempre la mascarilla en cuanto pongan el pie fuera de casa. Sólo tendrán que hacerlo en lugares cerrados y en los lugares abiertos en los que no pueda mantenerse la mínima distancia de seguridad, como es el caso de calles muy comerciales.

La “burbuja de contactos”, un sistema belga que se resume en que cada persona sólo puede tener contacto habitual con un cierto número de personas fuera de su núcleo familiar, se elimina después de meses sin mostrar su eficacia y ante la imposibilidad de hacerla cumplir. Ahora se “recomienda” limitar los contactos en general y sólo se prohíben las reuniones privadas de más de 10 personas.

Las cuarentenas pasan de 14 a 7 días para quienes tengan síntomas. Quienes hayan estado en contacto con alguien contagiado tendrán también siete días, que podrán reducir a cinco si tienen un test negativo. El Gobierno acaba incluso con las cuarentenas obligatorias para cualquier que vuelva a Bélgica desde una zona roja o naranja en el extranjero. Ahora tendrán que rellenar un formulario online, una especie de auto-evaluación. Según el resultado tendrán que hacer cuarentena, ir a pasar un test o no hacer nada.

Se podrán organizar otra vez eventos privados como bodas sin límite de participantes siempre en cuando se respeten las normas básicas de distancia social y se usen mascarillas si se hacen en el interior, lo más habitual a partir de ahora en un país en el que la norma es la lluvia.