Macron hasta en la sopa

  • La oposición denuncia que el presidente, que todavía no es candidato oficialmente, usa su cargo para hacer campaña

Emmanuel Macron no es todavía oficialmente candidato a las presidenciales del próximo abril y no lo será, cuenta la prensa francesa, hasta finales de enero. Pero el presidente francés no quiere perder protagonismo, quiere que en las cenas familiares de Navidad no se hable sólo de Zemmour y Pécresse. Desde hace unas semanas su presencia en los medios de comunicación es tan potente que se empieza a hablar de hiper-mediatización y de uso abusivo de los medios de comunicación y de los instrumentos del Elíseo para entrar en los hogares franceses, a través de la televisión, prácticamente todos los días.

Después de horas de conferencia de prensa la semana pasada para presentar las prioridades y objetivos de la próxima presidencia francesa de la Unión Europea (del 1 de enero al 30 de junio del próximo año), y de otra intervención especial en televisión el domingo, Macron tuvo este miércoles dos horas en horario de máxima audiencia en el canal privado TF1, el más visto en Francia. TF1 anunció la entrevista, que fue grabada previamente, con el título “A dónde va Francia” y explicó que se trataba de hacer “balance” y estudiar “perspectivas” de los próximos meses. Una pura operación de lanzamiento de campaña presidencial con otro nombre.

Hace dos semanas los focos estuvieron puestos sobre el ultraderechista Eric Zemmour y la semana pasada sobre la conservadora Valerie Pécresse, ganadora de las primarias de Les Républicains y que en los sondeos apunta a que podría alcanzar la segunda vuelta para enfrentarse a Macron. Hasta la izquierda, aunque sea por sus broncas y su incapacidad para encontrar un candidato común que tenga opciones electorales, le había quitado protagonismo al presidente en las últimas semanas.

Macron, con un punto de filosofía que cuida y mediatiza (“Hemos asistido al retorno de lo trágico a la Historia”, llega a decir en la entrevista) hizo referencia a las reformas que pretende poner en marcha en su segundo quinquenato y que no aprobó estos años, según él, por la pandemia. Entre ellas la aplazada reforma de las pensiones, que suprimiría todos los regímenes especiales y retrasaría la edad legal de jubilación. Con la reforma de las pensiones iría la de la dependencia: “Trabajar más tiempo para financiar nuevos derechos como el acompañamiento de las personas mayores dependientes”, había adelantado en septiembre.

Macron se presenta como el presidente tranquilo frente a las algaradas de los ultraderechistas pero a la vez como el que tiene ideas de grandes reformas, no un simple gestor, el que no teme tomar riesgos, el que rechaza el apelativo de “inmovilista” que pretende colocarle la conservadora Valérie Pécresse.

Aunque dos horas de entrevista dan para tanto que de las reflexiones filosóficas pasó a algunas que parecían sacadas de una novela de Paulo Coelho o de Corín Tellado: “Soy alguien más bien afectivo, pero lo escondo. Cuando me eligieron amaba a Francia. Ahora la amo aún más localmente. Y a los franceses ya las francesas”.

Entre esas grandes ideas el presidente apuesta por una compleja reindustrialización, una especie de desglobalización centrada en masivas inversiones en nuevas tecnologías y lucha contra la crisis climática a la francesa, construyendo nuevos reactores nucleares, aunque sin explicar a qué precio tras el fiasco de la central de nueva generación de Flamanville, que debía costar 3.400 millones y estar lista en cinco años y lleva más de 19.000 millones, 13 años y sigue sin enchufarse a la red.

Macron adelanta también nuevos derechos (como la eutanasia) e inversiones en materias que hasta ahora no fueron prioritarias, como la salud mental. Y se niega, como pide Pécresse, a reducir el número de empleados públicos en uno de los países europeos con la tasa de empleo público más alta: “Son hombres y mujeres, no palitos que uno pone y quita”, dijo Macron.

Privilegios de presidente

La entrevista de este miércoles fue rarísima porque en Francia siempre se hacen estas entrevistas en directo. La oposición critica el uso del cargo presidencial para ocupar los medios de comunicación y Pécresse y Jadot ya pidieron al Consejo Superior de lo Audiovisual que empiece a contar el tiempo de campaña de Macron en las televisiones para que estas compensen a los demás candidatos.

Si Macron tiene entrevistas de dos horas, razonablemente amables, en horario de máxima audiencia, los demás también las quieren. Mélenchon le ha criticado ya que no acepte participar en debates a los que está mandando a sus ministros. El de Economía, Bruno Le Maire, fue el encargado de debatir la semana pasada con Eric Zemmour. Macron, al no ser candidato oficialmente, se sitúa por encima de esas pugnas, vestido con el traje presidencial y lejos del barro de la pelea diaria de los demás candidatos.

La entrevista difundida este miércoles se grabó el domingo pasado según TF1 “en condiciones de directo” pero también entre un secretismo que no dejó filtrar nada hasta que se difundió. Todos los rivales políticos de Macron denuncian que estas formas de hacer campaña, desde la autoridad de la jefatura de Estado y no como un simple candidato más, viola la igualdad entre candidatos.

Pécresse dijo antes de la entrevista: “No podemos tener un presidente candidato que se hace abrir las cadenas de televisión a petición propia mientras sus adversarios deben contentarse con cinco minutos de televisión para responderle”. Mélenchon exige a Macron “que baje a la arena porque tiene que aceptar debatir, no está por encima de la democracia”.

Christophe Castaner, jefe del grupo parlamentario del partido de Macron, asegura en cambio que el presidente “lo es para cinco años, no para cuatro y medio. Y ahora los franceses necesitan un presidente de la República, no el undécimo candidato”.