Biden hace malabares para complacer al ala dura de su partido, a las minorías y a un futuro Senado

  • Las minorías que votaron por Biden están presionando para verse representadas en el gobierno.

  • El objetivo del presidente electo es mantener al partido demócrata en el centro.

El objetivo del presidente electo Biden, a corto plazo, es mantener al partido demócrata en el centro, tanto para dar gusto a todas las facciones del mismo como para sacar adelante las próximas propuestas en el Senado, que puede que siga en manos republicanas. Pero al mismo tiempo se ve obligado a formar un equipo de gobierno eficiente y equilibrado pero sin perder de vista los movimientos de Trump, el presidente aún en el cargo que no quiere irse y que no le está poniendo fácil la transición.

Por si todo esto no fuera suficiente, las minorías que componen una parte importante de su electorado están presionando para verse representadas en el equipo de gobierno y hacer realidad la intención, que ya avanzó Biden en su programa electoral, sobre la necesidad de formar un gobierno que fuera representativo de la diversidad real que conforma la ciudadanía de los Estados Unidos.

El ala dura

En el fondo de esta actitud está la intención de poder gobernar de manera tranquila. Porque si bien los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, representantes del ala más progresista del partido demócrata, aún no han sido nominados para ningún cargo, es en parte para que la facción más conservadora del partido Republicano no tenga la oportunidad de oponerse cuando estos nombramientos tengan que ser confirmados por la Cámara Alta.

De esta manera Biden está aplicando a su propio partido lo mismo que dijo que quería para el país: unificarlo, disminuir la polarización y hacerlo de la manera más pacífica posible. "Busco unificar, no dividir" fue una de las frases que expresó de forma clara, en el primer discurso que dirigió a los ciudadanos estadounidenses tras conocerse su victoria, en las elecciones del pasado 3 de noviembre, desde su casa de Delaware.

Sin embargo, esto no quiere decir que no haya presión por parte del ala más dura del partido demócrata, que está intentando incluir en los planes de gobierno una agenda de centro izquierda (con temas como la sanidad universal) y a ciertas personas que puedan impulsarla.

En este sentido ha caído bien el nombramiento de Xabier Becerra como responsable de la secretaría de Salud y Servicios Humanos pero por si acaso, Sanders ya ha dicho en un medio de comunicación que “sería tremendamente insultante” que el gobierno de Biden “ignorase las voces progresistas”, a lo que Biden contestó, a través de la CNN , que no lo ignoraría y que de hecho ya estaba nombrando a algunas personas de esa corriente, como ha sido el caso de Alejandro Mayorkas, que fue nominado para el departamento de Seguridad Nacional.

Minorías latinas y afroamericanas

Este nombramiento, al igual que el de Xabier Becerra, han sido bien recibidos por la comunidad latina, que ha visto cómo en las últimas horas varias personas de origen hispano han alcanzado puestos importantes en el equipo de gobierno y de la Casa Blanca. Y todo ello tras unos días de presiones en los que el caucus latino llegó a mantener varias reuniones, con el equipo de transición de gobierno, para poder llegar a la situación actual.

También los líderes afroamericanos han estado empujando para verse incluidos en un gobierno que desdibuje el panorama mayoritariamente blanco de los últimos años de la administración Trump. La presión la ha protagonizado James Clyburn, uno los líderes de color del Congreso norteamericano y representante de Carolina del Sur, que ha solicitado de forma abierta y continuada que más personas negras entraran en el gabinete de gobierno. Algo que también finalmente ha llegado con la nominación del secretario de Defensa, Lloyd Austin, un general retirado de 67 años que asumirá la jefatura del Pentágono.

Las mujeres, la crisis económica y la sanitaria

Pero la mayor de las presiones para Biden no es tanto el contar con representantes de los distintos grupos que conforman su electorado sino hacerlo en el contexto actual en el que el país se encuentra: en el de una crisis económica y sanitaria enorme que acaba de dejar 3.000 muertos en un solo día y que ya se acerca a los 300.000 fallecidos en total.

Con estas circunstancias el equipo de gobierno que diseñe el presidente electo no solo tendrá que ser representativo de la diversidad del país y de sus propios votantes sino estar compuesto por un equipo altamente competente que sea capaz de afrontar esta situación excepcional, con la mayor garantía.

Para ello Biden también está trabajando tanto en la conformación del equipo de gestión económica como sanitaria. Para el primer caso ya anunció al equipo económico de la Casa Blanca, con tres mujeres de cuatro cargos posibles, lo que apacigua también al frente feminista: Janet Yellen, secretaria del Tesoro, como primera mujer en llegar a este cargo habiendo sido también responsable de la Reserva federal (entre 2010 y 2014); Wally Adeyemo, como secretario adjunto del Departamento del Tesoro; Neera Tanden, como directora de la Oficina de Administración y Presupuesto y Cecilia Rouse, como presidenta del Consejo de Asesores Económicos. Con este equipo a la cabeza, los demócratas intentarán una recuperación económica tras la crisis provocada por la pandemia, que ha dejado a millones de personas sin empleo.

La gestión de la otra crisis, la sanitaria, correrá a cargo del ya mencionado Becerra como secretario de Sanidad; Vivek Murthy como Cirujano General; Rochelle Walensky como directora de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades; Marcella Núñez-Smith como presidenta del grupo de trabajo especializado en coronavirus y del doctor Anthony Fauci que continuará, tras su nombramiento sorpresa, como principal asesor médico del presidente del futuro gobierno. Toda una bofetada a Trump tras las palabras de desprecio que este, en varias ocasiones, ha dirigido hacia Fauci y una declaración de intenciones sobre la escucha a los científicos a la que Biden también se comprometió durante la campaña electoral. Una campaña que estuvo llena de promesas que, de momento, se están viendo cumplidas.