Las razones de Trump en su lucha contra el servicio postal

  • En el fondo de estos temores está la posibilidad de que un voto masivo sea favorable a las opciones de los demócratas

Como si no tuviera suficiente con sus desencuentros con China, el partido Demócrata, la Organización Mundial de la Salud o los defensores de las mascarillas en la pelea contra el coronavirus, Trump también ha declarado la guerra al legendario Servicio Postal de los Estados Unidos. El objetivo: evitar el uso masivo del voto por correo que se espera para el 3 de noviembre, fecha de las próximas elecciones presidenciales.

Con un posible repunte de la pandemia en el horizonte para la fecha de las elecciones, en un país que está sufriendo especialmente las consecuencias del Covid-19, el sufragio por correo se presenta como una opción que puede ser masiva en el caso de querer votar aunque no sea aconsejable salir a la calle. Ante esta situación, la opción de registrarse como votante para recibir las papeletas que luego serán enviadas por correo postal se ve clara. Para ello existen dos modalidades: el voto por correo universal, en el que una papeleta es enviada a todos los votantes registrados y el voto por correo en caso de ausencia, donde se autoriza a votar tras justificar la razón que impide asistir al centro de votación.

Ya en 2016, según el centro de investigación Brookings, en las elecciones presidenciales del 2016 un cuarto de los votos fueron emitidos por correo, lo que supone 33 millones de papeletas. Con esta situación, el papel del US Postal, como se le conoce en Estados Unidos, puede ser fundamental para expandir el voto a lo largo y ancho del país. Pero esta opción asusta al actual presidente, que ha declarado en numerosas ocasiones que el sufragio por correspondencia puede dar lugar al “mayor fraude electoral de la historia”, a pesar de que es una modalidad que ya se usa en los procesos electorales del país desde hace tiempo.

Los miedos de Trump

En el fondo de estos temores está la posibilidad de que un voto masivo sea favorable a las opciones de los demócratas, lo que privaría al actual mandatario de una reelección que hasta hace poco ha tenido al alcance de la mano. La mala gestión de la pandemia y en consecuencia el empeoramiento de la situación económica del país ha revertido la intención del voto, que según las encuestas pone a Trump varios puntos por detrás de Biden. Esto se vería agravado con la reducción de la abstención habitual entre las minorías de las clases populares, debido al sufragio por correo.

Todo ello ha desatado una lucha sin cuartel en la que se están viendo implicados no solo el actual presidente sino todo el partido Demócrata, que ha visto una oportunidad para acusar a Trump de falta de talante democrático; a Louis DeJoy, donante de Trump y designado el pasado mes de junio presidente del Servicio Postal; a 20 fiscales pertenecientes a estados gobernados por dirigentes demócratas que acusan a ambos de intentar impedir la votación por correo y al mismísimo Jeff Bezos, que ha dado un respiro económico a las maltrechas cuentas de la institución postal al tenerla como contratista para la entrega de paquetes de su empresa Amazon.

Mala situación financiera del US Postal

Porque si en algo tiene razón Donald Trump es que esta institución venerada por los norteamericanos, fundada en 1775, no pasa por su mejor momento. Solo este año ha sufrido unas pérdidas de 6.700 millones de dólares y, según fuentes internas, podrían llegar a 20.000 millones en los próximos dos años. Ello ha abierto una pugna entre los demócratas, que apuestan por salvar la empresa estatal recalcando que al ser un servicio gubernamental no tiene por qué dar beneficios y los republicanos, que se muestran contrarios a refinanciar la institución.

Para salvar la situación financiera de la entidad Louis DeJoy anunció que realizaría “reformas importantes” y comenzó reduciendo las horas extras de sus trabajadores, las entregas fuera de horario y otras acciones que aumentaban el gasto pero que antaño garantizaban la entrega de paquetes y cartas, algo que ha sido el santo y seña de la institución durante años. La consecuencia inmediata ha sido una demora en las entregas del correo, situación que se ha visto agravada por la falta de financiación (el paquete de ayudas que se negocia en el Senado ha quedado aplazado para septiembre) y de apoyo por parte del gobierno. De hecho, Trump reconoció públicamente que su intención con ello es hacer que resulte más difícil procesar la gran cantidad de votos por correo que se espera.

Reacciones en cadena

La reacción tanto de la oposición como del regulador interno del Servicio Postal no se ha hecho esperar y ambos están investigando el recorte de gastos que está retrasando las entregas. Y es que al menos 20 fiscales generales de estados gobernados por demócratas han demandado al US Postal para acabar con las interrupciones en las entregas de correo, que podrían impedir el voto por esta modalidad.

La presión mediática, política y social ha derivado en un cambio de actitud de Louis Dejoy, que el pasado martes anunció que suspendía las medidas adoptadas: mantendrá el horario anterior de atención al público, aprobará las horas extra de sus empleados y garantizará la infraestructura técnica necesaria para organizar la correspondencia. “Suspendo estas iniciativas hasta después de que concluyan las elecciones”, dijo DeJoy en un comunicado en el que añadió que el servicio postal “dedicará recursos adicionales para satisfacer cualquier demanda imprevista”. Todo ello antes comparecer el próximo lunes ante la cámara de representantes para responder por las medidas tomadas con anterioridad.

Mientras tanto, Trump sigue rechazando los fondos de emergencia solicitados por el servicio postal, cuestionando la legitimidad del voto por correo y alimentando la posibilidad de fraude electoral. Una estrategia de la que parece estar muy seguro en su campaña electoral, a la que cada vez la queda menos recorrido. El 3 de noviembre se acerca y en esta ocasión puede que la diligencia que traiga las papeletas no llegue a tiempo. Habrá que esperar para ver si el tiempo corre más deprisa en este caso que el propio servicio postal.