Estados Unidos frente al coronavirus: cada estado con sus reglas

  • 8 estados no han decretado el confinamiento

  • 5 estados, liderados por Texas ya han comenzado a trabajar

De los 50 estados que tiene el país, sólo hay ocho que aún no han decretado el confinamiento aconsejado por el gobierno federal. De estos, Nebraska, Arkansas, Missouri y Iowa son algunos de los que forman el granero de Norteamérica. Esta región de grandes praderas, en el Medio Oeste de los Estados Unidos, produce un porcentaje importante de la producción mundial de granos y cereales, pero la razón por la que estos días están de actualidad es que ninguno de ellos ha tomado medidas restrictivas contra la pandemia de Coronavirus, a pesar de las advertencias de los expertos en salud pública que acompañan al presidente tanto en sus ruedas de prensa diarias, como en la toma de decisiones.

También en el Medio Oeste, en Kansas, antes del domingo de Pascua los legisladores del estado revocaron el mandato de la propia gobernadora del estado, Laura Kelly, que anteriormente había limitado de los servicios religiosos a un máximo de 10 personas. Y en Minnesota y Michigan es donde comenzaron las primeras protestas contra las medidas tomadas por el gobierno que se han ido extendiendo por otras partes del país.

Si bien estas manifestaciones no son multitudinarias, sí que muestran un alto nivel de beligerancia en contra del confinamiento y de ciertos asesores de la Casa Blanca. Gritos como “¡Despide a Fauci!” o demandas como “queremos trabajar” se escuchan en las protestas que en los últimos días recorren las calles pidiendo la reapertura de la actividad económica o incluso los viajes a las segundas residencias para hacer de ellas un uso vacacional.

Los estados piden medidas en base al impacto

Una queja habitual de algunos ciudadanos de estos estados es que tengan que adoptar las mismas medidas que aquellos sitios donde la pandemia ha tendido efectos drásticos, como en Nueva York. De hecho, el numero de fallecidos en Ohio, Indiana, Missouri, Wisconsin, Iowa, Minessota y Nebraska no supera las 2.000 personas en total.

Pero otros gobernadores lo tienen claro: “¿Qué están esperando? ¿Qué más evidencia necesitan? Si creen que no les va a pasar, hay suficientes pruebas ya en todo Estados Unidos y en todo el mundo”, dijo el miércoles el gobernador de California, Gavin Newsom, cuyo estado, según la Universidad John Hopkins, ya es el cuarto con más casos de todo el país, tras Nueva York, Nueva Jersey y Massachusetts.

Las reacciones en la Casa Blanca a las acciones de protesta han sido diversas. Mientras los científicos se han echado las manos a la cabeza por el riesgo que implica abrir ya la economía o no cumplir la distancia social y el confinamiento, el presidente dijo el pasado 16 de abril que “el país está listo para ello” y dio a conocer que lo haría “en tres fases” aunque también señaló que “no todos los estados podrán hacerlo al mismo tiempo pues cada estado cuenta con distintas tasas de contagio”.

Sobre las razones por las que no ha decretado un confinamiento a nivel nacional, desde un inicio y de forma obligatoria en lugar de haber dado solo unas pautas, Trump dijo que valoraba demasiado la Carta Magna y que a ese respecto podía hacerlo “legalmente pero no moralmente” porque cree en la Constitución “mucho más que la mayoría de la gente”.

Los gobernadores deciden

Esta situación ha hecho que recaigan sobre los gobernadores de cada estado las decisiones a tomar, lo que también ha dado lugar a una variedad de estrategias que no son la mejor receta para un país con un sistema de salud fragmentado y una cobertura social muy débil.

Tampoco han ayudado las palabras del presidente apoyando a los manifestantes, ni las acciones de algunos activistas, aliados de Trump fuera de la casa Blanca, que a través de la Convención de Estados están realizando una campaña para reducir el poder federal y organizar las protestas que se suceden a lo largo del país.

Al mismo tiempo la doctora Déborah Birx, coordinadora de la Casa Blanca en la respuesta al coronavirus, ha señalado que los gobernadores deben seguir las pautas establecidas por el gobierno federal. También el epidemiólogo y director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, Anthony Fauci, ha salido públicamente a explicar por qué no considera una buena idea abrir la economía del país en este momento.

Por si fuera poco, los gobernadores que no están dispuestos a seguir las normas dispuestas por el gobierno federal tampoco se ponen de acuerdo para definir qué empresas son esenciales. El estado de Arizona consideró que podían seguir abiertos los salones de belleza hasta que la presión de otros estados obligó a cerrarlos, aunque eso no afectó a los campos de golf, que siguen abiertos; en Missouri y Virginia algunas empresas no esenciales pueden operar si cumplen las pautas de distanciamiento social. Y en Texas y Louisiana se han considerado esenciales las reuniones religiosas.

Esta situación de conflicto entre el estado federal y algunos estados se está reproduciendo también entre gobernadores y alcaldes. En Florida, el gobernador se mostró partidario de abrir ya las playas con una serie de restricciones como evitar las aglomeraciones de más de 50 personas. Sin embargo, el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez, dejó claro el pasado lunes que no está dispuesto a hacerlo hasta que el consejo de expertos médicos lo recomiende.

También en Georgia, donde el gobernador Brian Kemp anunció para esta semana el levantamiento de las restricciones en peluquerías, salones de tatuajes, boleras y gimnasios, hubo una reacción inmediata de los alcaldes por falta de preparación en las condiciones de sus ciudades.

Con esta situación, puede que no sea una casualidad que, en estos momentos, el coronavirus haya llegado a ser ya la principal causa de muerte en Estados Unidos. Según revela el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) frente a las 1.774 muertes diarias por enfermedad cardíaca o las 1.641 de cáncer, el covid19 ha causado desde el pasado 7 de abril el fallecimiento de más de 1.800 personas al día. Y a pesar de que la curva de la incidencia de la enfermedad se está estabilizando, el recuento de víctimas aún es enorme, tanto como para haber hecho de este país el epicentro de la enfermedad en todo el mundo.