Qué tanto juega lotería la generación Z y por qué preocupa a Hacienda

Los hábitos de las generaciones más recientes preocupan a Hacienda
Los hábitos de las generaciones más recientes preocupan a Hacienda. Getty Images
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MadridLa Generación Z, compuesta por todos aquellos jóvenes nacidos entre mediados de los años 90 y principios de los 2010, está transformando todos los patrones de consumo heredados de generaciones anteriores, y la lotería no es la excepción a la regla. Aunque los baby boomers y la Generación X siguen manteniendo viva la tradición de comprar décimos de Navidad o apostar en los clásicos sorteos semanales, los centennials muestran un marcado desapego hacia estas prácticas. Esta desconexión cultural no solo inquieta a los operadores de juego, sino también a Hacienda.

Una generación que ya no quiere tentar a la suerte (al menos, en papel)

Según datos recopilados, solo el 1% de los jóvenes de entre 18 y 27 años compra lotería habitualmente, frente al 38% de los boomers y al 23% de la Generación X. Los motivos son múltiples: desde el desinterés por las costumbres tradicionales hasta una creciente percepción de que “es un gasto innecesario”.

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Para los expertos, la Generación Z prefiere gastar en experiencias digitales o productos con una gratificación más inmediata. En cierta manera, no ven sentido en jugar a algo que tiene tan pocas probabilidades de éxito y cuyos premios, además, están grabados fiscalmente.

Además, el juego presencial no les resulta atractivo. Esta es una generación nacida con el móvil en la mano, que pasa de media casi 4 horas al día conectada a internet. Su entretenimiento no está en una administración de lotería, sino en aplicaciones como Twitch, TikTok e Instagram, o videojuegos como Fortnite y League of Legends. De hecho, un estudio reciente de Lenovo y AMD reveló que el 88% de los jóvenes entre 16 y 26 años prefieren jugar a videojuegos antes que ver la televisión o incluso dormir.

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Un problema para las arcas públicas

Más allá de lo anecdótico, esta desconexión de la Generación Z con la lotería tiene un impacto económico directo. Las loterías públicas —como la Lotería Nacional o la Primitiva— generan anualmente más de 9.000 millones de euros, y Hacienda se queda con un 20% de los premios superiores a 40.000 euros gracias al impuesto especial sobre los premios del juego.

Con una menor participación joven, hay menos boletos vendidos y, por tanto, una menor recaudación para las arcas del estado. La preocupación no es baladí: la DGOJ ya ha alertado de que las nuevas generaciones no muestran fidelidad al juego público y prefieren alternativas digitales, muchas de ellas difíciles de fiscalizar.

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Además, según datos del último Barómetro de Juventud y Tecnología del INJUVE, menos del 15% de los menores de 30 años confía en los juegos de azar como forma de entretenimiento o enriquecimiento. Esta cifra contrasta con el 55% de confianza que los mayores de 50 siguen depositando en sorteos como el de Navidad.

Varias personas hacen cola para adquirir decimos de la loteria

¿Qué están haciendo las loterías para adaptarse?

La Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) no es ajena a esta tendencia. En el último taller de Loterías Europeas celebrado en Reikiavik (Islandia), representantes de SELAE presentaron el rediseño del clásico anuncio de la Lotería de Navidad como un caso de estudio. El objetivo: acercar el sorteo al lenguaje visual y narrativo de las generaciones jóvenes mediante inteligencia artificial, storytelling emocional y referencias culturales contemporáneas.

Pero más allá de los anuncios, el reto es estructural. ¿Es viable un formato de juego que requiere ir físicamente a una administración, pagar en efectivo y esperar semanas por un resultado? La Generación Z está más acostumbrada a la inmediatez de Bizum o la gamificación de las plataformas, y por tanto está desconectada de esta costumbre.

Paradójicamente, mientras las ventas de lotería bajan entre los jóvenes, aumenta su presencia en apuestas deportivas online y juegos tipo casino. Un informe del Ministerio de Consumo revela que el grupo de edad entre 18 y 25 años representa el 26% de los jugadores activos en apuestas deportivas digitales, siendo el segmento de juego que más crece.

Es decir, no es que los jóvenes no jueguen: es que lo hacen en otras plataformas. Y muchas veces, en condiciones mucho más problemáticas para su salud financiera.

En definitiva, parece que la Generación Z está desconectando de la lotería como fenómeno cultural y fiscal. Para Hacienda y los operadores públicos, esto es una llamada de atención: si no se renuevan los formatos, los relatos y las plataformas de distribución, el juego estatal puede volverse irrelevante para los consumidores del futuro.

Y si bien aún hay tiempo para corregir el rumbo, la tendencia es clara. Como advertía el sociólogo Joan Subirats: “Los jóvenes no están desencantados, están desenchufados. No es que no participen, es que no conectan con los canales que se les ofrecen”.