Multas

Multas por ruido: los nuevos radares que "escuchan" tu coche y cuánto dinero te podría costar

Radar de ruido tipo medusa
Radar de ruido tipo medusa. Bruitparif
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Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, la contaminación acústica provoca cada año en Europa hasta 16.000 muertes prematuras y hasta 72.000 hospitalizaciones, por lo que no es un tema baladí. Esta forma de contaminación no está demasiado perseguida por la Dirección General de Tráfico en la actualidad, dejando en el lado de los ayuntamientos su sanción, pero esto podría cambiar si vemos el ejemplo de cada vez más países de nuestro entorno.

La contaminación acústica y sus efectos en la salud

El Artículo 12 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial ya recoge la prohibición de “emisión de perturbaciones electromagnéticas, ruidos, gases y otros contaminantes en las vías”, no pudiendo circular “los vehículos con niveles de emisión de ruido superiores a los reglamentariamente establecidos”.

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La Dirección General de Tráfico también tiene recogida en su informe sobre el impacto medioambiental del tráfico la contaminación acústica como una de las dos principales formas de contaminación, después de las emisiones de gases. La contaminación por ruidos altos se estima que puede superar los 100 decibelios en calles con alta densidad de tráfico, lo cual es muy nocivo para la salud, presentando cuadros de nerviosismo, estrés o insomnio nocturno.

Además, se debe tener en cuenta también que, de cara al conductor, el exceso de ruido puede tener consecuencias. “Todo ruido superior a 140 decibelios puede producir daños psicológicos e incluso una discapacidad auditiva. No debemos olvidar que para una buena conducción es necesario estar lo más tranquilo posible”. El organismo encargado del tráfico en nuestro país señala principalmente a quienes circulan con la música alta y también a ciertos vehículos, especialmente motos y ciclomotores, “a los que algunos conductores quitan el silenciador de los tubos de escape para producir así más ruido y llamar más la atención”.

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Radares contra el ruido

Aunque la Dirección General de Tráfico no se ha lanzado de cabeza a luchar contra la contaminación acústica a pesar de reconocer sus efectos en la salud, hay que recordar que los ayuntamientos de los municipios también tienen sus propias legislaciones en materia de contaminación acústica, por lo que se espera que comiencen a instalarse los llamados radares de ruido de forma más extendida (tienen más sentido en ciudad que en carreteras).

Estos, llamados también “radares medusa” por el parecido con los tentáculos de este animal, se componen generalmente de varios micrófonos que detectan los niveles de decibelios del sonido ambiente, pero también identifican la fuente del ruido, como vehículos específicos, utilizando cámaras. Con estos datos, así como un algoritmo para determinar la dirección de una fuente de ruido dominante en cada instante, el software asociado al radar proyecta niveles de ruido y direcciones de origen en forma de hexágonos coloreados sobre vistas de 360° del entorno.

Radar de ruido tipo "Hydra"

Este tipo de radares están bastante extendidos en Francia, pero también tienen presencia en otros países europeos como Suiza o Países Bajos. Los datos de sonido se comparan con los límites de ruido permitidos por la normativa vigente y, en caso de detectarse un exceso de ruido, el sistema registra la infracción, toma una foto de la matrícula del vehículo y puede generar una multa automáticamente. Por el momento, lo más cercano que tenemos a este sistema en nuestro país es un sistema piloto de radares acústicos para detectar vehículos infractores de los niveles de ruido que se ha instalado en la ciudad de Barcelona, así como en su carretera C-31. No obstante, de momento no es motivo de sanción por parte del Servei Català de Trànsit (recordemos que en Cataluña no opera la DGT).

Hay que recordar que la normativa actual sí establece límites máximos respecto al nivel de ruido, que se han marcado en los 87 decibelios como máximo. Los importes de las sanciones varían dependiendo de cuántos decibelios nos hemos pasado de esta barrera. Hasta 4 dB por encima del límite, tiene consideración de una infracción leve y se castiga con una multa de 90 euros. Entre 4 y 7 dB por encima, infracción grave y la multa entre 91 y 300 euros. Por último, en caso de superar los 7 decibelios por encima de los 87 que hay como límite, infracción muy grave y multa de entre 301 y 600 euros.

La única excepción es que se especifique en la ficha técnica del vehículo un ruido por defecto superior a este límite. Sin embargo, esta excusa podría servir a vehículos con algunos años de edad, pero no a los nuevos, ya que todos los fabricantes deben someter sus nuevos modelos a una reglamentación vigente en toda la Unión Europea sobre niveles sonoros máximos autorizados y para ello se pueden servir de varias medidas de actuación como el aislamiento de los compartimentos de los motores, el diseño de nuevos sistemas de escape más silenciosos, etc.