‘Phubbing’, adolescentes que no hacen caso por el móvil: “No es solo falta de educación, tiene efectos a largo plazo”

Lo vemos a diario. Grupos de jóvenes adolescentes sentados juntos pero sin ni siquiera mirarse. Todos con la vista fija en su móvil. Sin charlar, sin compartir, sin apenas interactuar. Una conducta que se conoce como phubbing, el desprecio hacia las personas que están a nuestro alrededor por dar prioridad a nuestros teléfonos. En estas situaciones se llama phubber a quien centra su atención en el Smartphone, y phubbee a la persona ignorada.

"Una conducta tan normalizada que socialmente no se percibe como dañina, pero que sin embargo afecta muy negativamente porque interfiere en los procesos de socialización, disminuyendo la calidad de las relaciones y de la convivencia", explica Ana Cebollero, profesora en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza e integrante del grupo de investigación EducaViva que ha realizado el estudio ¿Te importaría prestarme atención? El phubbing en la adolescencia como reto educativo en la convivencia digital y presencial”.

El impacto de este fenómeno no había sido apenas estudiado en la adolescencia. "El motivo es porque se ha incidido en otras conductas derivadas de la tecnología que provocan daños muy serios, como el ciberbullying, y el phubbing ha pasado más desapercibido porque se ha entendido como un desaire hacia los otros, una simple falta de educación. Sin embargo ya sabemos que sus efectos a más largo plazo son preocupantes", destaca.

Conclusiones del estudio

En el estudio han participado 1.500 adolescentes, con edades comprendidas entre 12 y 17 años. Los resultados muestran que el phubbing es un fenómeno frecuente entre los jóvenes y que crece con la edad. "A medida que usas más el móvil más se repite este comportamiento", detalla Cebollero.

"Suele afectar más a las chicas, en un sentido doble. Es decir, hay más chicas que lo ejercen y también más que lo reciben. Incidiendo en ellas los efectos más negativos. "Las que lo sufren se sienten rechazadas, solas e ignoradas", apunta la especialista. "Mientras que ellos se sienten molestos o, como mucho, decepcionados", aclara. "Es comprensible por la diferencia en su forma de socializar y más con el móvil. Las chicas buscan más lo relacional y los chicos buscan más el logro, entonces es lógico que se sientan de manera diferente cuando sufren phubbing".

Otra conclusión muy interesante, apostilla la experta, es que "investigamos si a aquellos que tenían normalizado el comportamiento les afectaba cuando ellos eran las víctimas. Y salió que les afectaba igualmente, independientemente de que tuvieran asumida esta práctica. Esto es muy relevante porque significa que el hecho de que lo haga todo el mundo a nuestro alrededor no significa que no nos afecte, claro que lo hace, pero parece que la necesidad de estar conectados supera al daño que les genera el phubbing.

El hecho de que los adolescentes tengan un alto nivel de phubbing, asumiendo los sentimientos negativos que aparecen tras sufrirlo, va a afectar inevitablemente a su nivel emocional", lamenta Cebollero. "Está demostrado que esta práctica puede provocar aislamiento, socavar la confianza y reducir el interés por compartir y participar en ambos sexos. Quien lo padece se siente devaluado y lo percibe como una actividad irrespetuosa. Puede llegar a mermar su autoestima, su sentido de pertenencia al grupo e incrementar la sensación de invisibilidad, sobre todo entre los 15 y 17 años", destaca.

Y a largo plazo sus consecuencias pueden ser aún más graves. "La debilidad en las interrelaciones positivas del phubbing tiene consecuencias significativas en la salud social y se relaciona con consecuencias más graves, como la depresión y la angustia", alerta Cebollero.

Motivos detrás del 'phubbing'

Con respecto a las razones detrás del phubbing se destacan cuestiones como "la tendencia a participar en más de una tarea al mismo tiempo, el aburrimiento, que no me interese lo que me están contando, que la persona me caiga mal, que yo me sienta mal y huya de esa sensación negativa abstrayéndome con el móvil, el miedo a perderme algo en la red y la adicción a las redes sociales, en definitiva", especifica la especialista en educación. "Esto hace que el phubber necesite acudir a su móvil durante una conversación, teniendo mayores dificultades para mantener la atención y la escucha activa en cualquier diálogo".

Factores que facilitan o protegen del 'phubbing'

El estudio revela también que el envío de emoticonos y otras herramientas emocionales son un factor de riesgo que pueden aumentar el phubbing. "Cuando nos comunicamos vía online con mucha expresividad emocional, con muchos emojis, stickers, etc, eso lleva a la excitación, a estar más pendiente de lo que me mandan y mando, lo que hace aumentar el phubbing. Es muy interesante porque utilizamos los emojis justo para contextualizar la información, pero usados en demasía nos hacen estar más pendiente de esas conversaciones online y por tanto, más ausentes de la conversación física", explica Cebollero.

Sin embargo se pudo comprobar que actuar con netiqueta (normas de conducta socialmente aceptables en internet) protege del phubbing . "Es decir, si yo estoy acostumbrada a relacionarme por vía online buscando el respeto de las otras personas, generando buen ambiente..., eso hace que cuando yo estoy en una conversación presencial limite el uso del móvil por respeto a las otras personas", avanza. "El que yo me comporte bien online hace que me comporte bien presencialmente".

Qué hacer frente al 'phubbing'

Educar en el uso positivo y responsables de los móviles desde edades tempranas es esencial. "Se pueden dar pautas educativas distintas en la escuela y en el hogar", diferencia Cebollero.

En casa:

  • Los padres deben dar ejemplo. Deben servir de modelo. Es importante que los niños no los vean enganchados al móvil, haciendo phubbing a sus hijos o a sus amigos. Es necesario que les transmitan la importancia de escuchar y mirar a la cara a las personas en vez de centrarse únicamente en la pantalla del móvil".
  • "También habría que generar un clima en casa donde no se tenga la sensación de dependencia constante de la tecnología. Hace falta acordar tiempos y espacios libres de tecnología para todos los miembros de la familia, como las horas de la comida o la cena, guardar los móviles antes de irse a dormir, desactivar las notificaciones porque estoy con los demás de mi casa....todo esto es importante porque genera hábitos y el phubbing es un problema también de hábitos".
  • Retrasar tener un móvil cuanto más tiempo mejor, "porque hemos comprobado que los que tienen móvil antes de los 11 años presentan más probabilidad de tener ciertas conductas adictivas".
  • Y por último "acompañar a los hijos de manera activa en temas de pantallas, porque una cosa es restringir horas y controlar, y otra muy diferente es hablar, aconsejar y dar razones a nuestros hijos sobre la necesidad del equilibrio digital, que esto suele hacerse poco".

En la escuela:

  • Dar tanta importancia al uso responsable como al uso instrumental de las pantallas. "Hasta ahora nos hemos centrado en el uso instrumental porque era la novedad, porque ha habido una pandemia, porque era necesario, por muchas cosas, pero no tenemos introducido, al mismo nivel, el uso responsable y el uso positivo de la tecnología dentro del aula".
  • Y luego otro tema esencial es que" hay que incorporar competencias socioemocionales específicas en línea, para, por ejemplo, gestionar mejor la búsqueda de la gratificación inmediata a través del móvil, que es lo que a veces te lleva a hacer phubbing. Sería necesario que se comenzara a tratar el uso adecuado de Internet y las redes sociales (ciberconvivencia) a nivel curricular, explicando los riesgos que tienen conductas habituales en los ámbitos emocional y psicológico, y desarrollando hábitos y habilidades para un uso responsable y saludable de las mismas".