Cuando tu padre te pide ayuda para morir: "Estaría contento de saber que estoy contando su historia"

Gina Montaner
Gina Montaner, junto al libro que narra la historia de su padreFoto cedida por la editorial
Compartir

¿Qué harías si tu padre te pidiera ayuda para morir? Ante esa cuestión vital se tuvo que enfrentar la periodista Gina Montaner. A principios de 2022, el analista político y escritor Carlos Alberto Montaner le encomendó a su hija la misión más difícil y dolorosa de su vida: encargarse de todos los trámites con el fin de solicitar en España la prestación de ayuda para morir. Fue en un café de Miami donde, rodeados de gente indiferente, su padre, enfermo de párkinson (por aquel entonces no sabían que padecía Parálisis Supranuclear Progresiva, una de las variantes más graves del párkinson que existen) desde hacía más de seis años, se lo planteó. Y ella no opuso resistencia.

"No le recriminé que depositara en mí la responsabilidad de ser su lazarillo en tan compleja misión que iniciaríamos en España, donde la Ley de Eutanasia había sido aprobada recientemente", cuenta la también escritora, autora del libro 'Deséenme un buen viaje' (editorial Planeta). La historia de su padre, y la familiar, eran tan fascinantes que ambos decidieron que debía ser escrita.

PUEDE INTERESARTE

Nacido en La Habana, Carlos Alberto Montaner siempre tuvo un alma combatiente. De hecho, se tuvo que exiliar de su país natal a los 14 años después de fugarse de la prisión en la que le metieron por ir en contra del régimen de Fidel Castro. Madrid les acogió, a él y a sus dos hijos, que crecieron felices en la ciudad. Años más tarde se mudaría a Miami, donde seguiría su labor como escritor y político, pero siempre con la idea de volver a Madrid.

Tras ser diagnosticado de párkinson decidió acogerse a la Ley de la Eutanasia de España, aprobada el 25 de junio de 2021. Siempre había sido un gran defensor de la muerte digna. De hecho apoyó públicamente a Ramón Sampedro cuando éste la pidió sin éxito. Quién le iba a decir entonces que se encontraría en una situación similar años más tarde.

PUEDE INTERESARTE

No lo tuvo fácil, porque la ley requiere que el solicitante manifieste un sufrimiento y deterioro insoportable. La serenidad y dignidad de Carlos Alberto chocó con el neurólogo que tenía que aprobar su solicitud. Él se negó al drama y quiso mantener la racionalidad hasta el final de sus días. Es más, consiguió despedirse de sus lectores en su columna habitual a sus 80 años. Finalmente, después de casi ocho años y medio y un gran desgaste físico y emocional, consiguió que le concedieran el derecho a morir. Su hija, Gina Montaner, ha publicado recientemente un relato donde cuenta con esa serenidad heredada de su padre su historia familiar y todo el proceso vivido. Hablamos con ella sobre esta historia de amor por la vida.

Pregunta: Aunque en España existe desde hace unos años una ley que lo permite, es una cuestión que no todo el mundo se plantea. Quizá por ello el libro resulte muy llamativo, ¿no crees?

PUEDE INTERESARTE

Respuesta: Por supuesto. El querer tomar el camino de la eutanasia, que cumple los requisitos de la ley en España, es algo que no todo el mundo se plantea. Pero es una alternativa que por suerte en España es real para personas que tienen una enfermedad como la que tenía mi padre, que era crónica e imposibilitante. Es un camino que a muchas personas puede parecerles difícil pero, a una persona como mi padre, que siempre había defendido el derecho a la muerte asistida, le pareció muy razonable, lo había defendido toda su vida. Aunque no era creyente, debo decirte que en la asociación que nos apoyó tan generosamente, del 'Derecho a morir dignamente', hay miembros que son católicos. Hay personas que defienden el derecho a la eutanasia y son creyentes. 

Libro Gina Montaner

P: ¿La foto que aparece en portada sois vosotros, verdad?

R: Sí, es una foto muy bonita que tomó mi hermano en un viaje que hicimos los cuatro a Israel. Yo creo que debía tener unos 20 años. Mi hermano era un chaval, pero ya apuntaba maneras porque acabó siendo director de fotografía. Cuando en la editorial buscamos una foto con mi padre, encontré esta foto. Él me dijo que parecía una fotografía casi profética en el sentido de que estamos mirando los dos al horizonte. Siempre tuvimos una relación muy estrecha… 

P: 'Deséenme un buen viaje' es el título del libro y sus últimas palabras...

R: Sí, cuando ya le van a practicar la eutanasia, que fue la mañana del 23 de junio de 2023, aquí, en la intimidad de nuestra casa, junto a mi madre, mi hermano y yo en ese momento último, eso fue lo que nos dijo. Lo dijo muy sereno. Los amigos de 'Derecho a morir' ya le habían explicado a mi padre cómo iban a ser esos últimos minutos de su vida, y fue muy tranquilo, tal y como nos dijeron. Cerró los ojos y se marchó. 

P: Una de las cosas que más sorprende del libro es que no hay drama, es una despedida muy digna, pero eso quizá le perjudicó a la hora de adherirse al derecho a morir, ¿verdad?

R: Así es, mi padre era muy racional, muy sereno. Para él, lo que estaba sufriendo era un deterioro muy acelerado y también cognitivo que era, sobre todo, lo que le preocupaba, porque él era escritor, era un intelectual y columnista. No quería llegar al deterioro completo, por eso cuando tiene que hacer las deliberaciones con el médico -una de las cosas que establece la ley es que uno tiene que demostrar que padece una enfermedad incurable que produce un sufrimiento insoportable-, lo hace de una manera muy racional. Como no veían en él un sufrimiento manifiesto, pues sí, jugó en su contra porque se lo deniegan en un primer momento, y él tiene que apelar a la comisión para que evalúen su caso. Finalmente, le dan la razón porque sí cumplía los requisitos. Pero esa entereza le hizo daño, sí. 

P: Hasta el último momento intentasteis que viviera una vida aparentemente normal. Cuentas en el libro que en sus últimos días pudisteis llevarle a hacer pequeñas escapadas.

R: Sí, intentamos hacer pequeños viajes, y eso que que a él le hubiera gustado hacer más. Eso es una cosa que me dio pena: cuando uno vive un deterioro así es difícil imaginar cuánto de rápido va a ser todo. Cuando volvimos a España pensando en que él pasaría aquí sus últimos días pensamos que podía hacer algún viaje por el país y en realidad ya no podía. En las últimas semanas sí que dijo que quería visitar algunos lugares, y en esas pequeñas excursiones pudimos ver Segovia o Salamanca, que son ciudades bellísimas que siempre le habían gustado tanto. Era una manera de despedirnos con mucho amor y estar unas horas fuera del momento que iba a llegar. 

P: Hay un punto clave que es cuando te pide que le ayudes a morir. ¿Cómo lo vives y que supone para ti?

R: Me lo pidió a principios de 2022, él ya era muy consciente de que el deterioro avanzaba. No me sorprendió que me lo pidiera, porque siempre había defendido la eutanasia, había escrito artículos sobre ello. Cuando Ramón Sampedro pidió la eutanasia (que fue pionero y murió sin ver la ley), mi padre se interesó y se solidarizó por su caso. Cuando a él le toca algo tan terrible, no lo había manifestado, pero no me extrañó. Obviamente es mi padre, y lo que me pedía era que lo ayudara por distintas razones: porque era muy duro para mi madre (le costaba mucho), y también es un trámite tan burocrático y médico que, para una persona que tiene tantos impedimentos, se hacía imposible. Sin mi ayuda no lo habría conseguido. Tuve que dejar en pausa mi vida durante ocho meses para ayudar a mi padre a morir dignamente.

P: ¿Cómo hubieran sido unos cauces normales?

R: En un cauce normal de una eutanasia "normal" no deberían de pasar más de dos meses. Cuando nosotros presentamos el testamento vital a la Sanidad pública -sin eso no se puede pedir-, es enero de 2023. En marzo presenta la solicitud para morir a su neurólogo y ahí empieza el proceso deliberativo. Se lo deniegan, apela, y no es hasta junio cuando lo consigue. Hubo un desgaste muy grande, tuvimos que empezar de cero cuando le deniegan la eutanasia.

El proceso de la pena cuando se va alguien que uno ama mucho se queda ahí. Es una tristeza que nunca te abandona, pero es un camino que yo sigo recorriendo

telecinco.es

P: ¿Cómo estás después de esos dos años y cómo te ha servido el libro?

R: Escribir el libro fue importante porque fue gracias a una conversación que tuve con él una semana antes de morir. Dimos un pequeño paseo y él me dijo: “Creo que hemos vivido algo muy extraordinario y merece la pena contarlo”. Yo soy escritora y periodista, y claro, me quedé con ese pensamiento. Para mí ha sido muy difícil, llegó un momento en el que me llegó la claridad mental. El libro es un viaje en todos los sentidos. Vital, por su vida, que fue muy interesante, y ese viaje último con él, y también es un libro que es una historia de amor. Pero escribir en sí no fue una catarsis, fue doloroso. El proceso de la pena cuando se va alguien que uno ama mucho se queda ahí. Es una tristeza que nunca te abandona, pero es un camino que yo sigo recorriendo. 

P: Tú cuentas que en el proceso no decides pedir ayuda psicológica, ¿por qué?

R: Me lo aconsejaron desde la asociación. No lo hice, quizá estuvo mal de mi parte, estaba tan inmersa en ese día a día que era cuidar de mi padre (evitando caídas, una casa de pronto se convierte en un sitio peligroso para alguien), y luego todo lo que hacíamos para que muriera. No me cuidé lo que quizá debería haberme cuidado. 

P: ¿Qué crees que pensaría del libro?

R: Yo creo que estaría contento de ver que queda ese testimonio. La ley es muy nueva, además hay poco escrito de lo que puede ser un proceso como este. Tiene importancia el testimonio. Creo que le hubiera gustado ver que hubo mucho amor en todo lo que fue la vida con él.

Lo que nosotros vivimos te acerca mucho a la muerte, al final de la vida, y a mucha gente le produce rechazo

telecinco.es

P: Precisamente el libro es también es una historia de amor entre tu padre y tu madre, una pareja precoz, porque se conocen a los 14 años, se exilian juntos y pasan toda una vida hasta el final. Es una historia muy bonita y especial...

R: Sí, imagínate, yo nací cuando mi padre tenía 17 años. Es una vida en común, muy intensa, se exilian…Creo que la adversidad les unió mucho. Evidentemente, en una relación desde los 14 años hasta los 80, que fue cuando falleció mi padre, nada es perfecto, tuvieron esa cosa que es misteriosa de las relaciones que logran vencerlo todo. Es una historia de amor entre ellos, pero también de mi padre hacia nosotros, y una historia de amor te diría hacia España, hacia Madrid, con esta ciudad en la que fuimos tan bien acogidos. Es un homenaje a distintos aspectos, incluso a los amigos que le acompañan en momentos tan duros. 

P: En situaciones así ves quiénes están y quiénes no, supongo...

R: Y quienes están a pesar de no entender o compartir. Lo que nosotros vivimos te acerca mucho a la muerte, al final de la vida, y a mucha gente le produce rechazo. Tengo amigos que pueden no entender, les resulta muy duro, pero estuvieron ahí y se lo agradezco muchísimo. 

P: ¿Cómo ha cambiado tu visión de la muerte desde entonces?

R: En eso estoy muy en sintonía con mi padre. Vivir con mi padre en los últimos meses de su vida me hizo verlo todo de una manera distinta: la vida es un viaje con principio y final. Tenemos que saber cómo vamos a enfrentarnos al deterioro, qué queremos y qué no en este tramo final. Hay una frase de Vargas Llosa, que precisamente murió hace unos días y era amigo de mi padre, que recoge muy bien lo que pienso, dijo algo así como que "la vida es maravillosa porque tiene fin". No hay que tenerle miedo a la muerte. En España hay una ley, puede no ser perfecta, pero la tenemos. Hay veces que la vida te enfrenta a circunstancias muy duras y está muy bien que haya una alternativa para quien la desee. 

P: ¿Qué le recomendarías a alguien que esté en un proceso similar?

R: En las presentaciones del libro he tenido la oportunidad de hablar con personas que están pasando por algo así, que están cuidando (hoy en día hay una población muy envejecida y hay muchas personas cuidando a sus mayores) y les preocupa. Va mucho más allá de la eutanasia, y lo que es muy importante es estar con las personas que queremos. Acompañarlos bien, tener conversaciones francas, no pasa nada por saber qué quieren tus seres queridos llegado el momento; y yo lo que he aprendido, es que se pude vivir con mucho amor esos últimos meses. No pensamos mucho en eso, y debemos hacerlo.

Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.

Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.