Chilenos damnificados luchan para que el olvido no acabe con lo que se salvó del terremoto

AGENCIA EFE 27/08/2010 00:00

"Harta gente se ha ido de aquí. Yo igual me quiero marchar también a fin de año a Viña del Mar. Tengo familia allí", cuenta a Efe Elena Quitral, que hace seis meses trabajaba de maestra de cocina en un restaurante.

Elena, de 49 años, explica que "antes venía mucha a gente a veranear, turistas de todas partes". Después de la catástrofe los únicos visitantes eran los voluntarios, en su mayoría jóvenes, que acudieron en ayuda de los damnificados, más de 500.000 en un país de 17 millones de habitantes.

"Había una plaza linda, con pastito y monumentos, pero todo se lo llevó la ola, hasta la arena. Constitución era un pueblo turístico, pero todo eso se acabó", relata Fernanda Núñez, una joven de 19 años años que trabajaba en una cafetería que se llevó el "tsunami" y que ahora labora en una de las cuadrillas que de día y noche amontonan los escombros de las casas de adobe derruidas.

"En Constitución se cayeron más de 500 viviendas y todavía quedan muchas que hay que derribar ", explica a Efe Mario Ibar, concejal socialista de este pueblo de 45.000 habitantes. "Ahora hay más de 4.000 personas viviendo en 'mediaguas' y esa gente necesita cuanto antes una vivienda digna".

Las 'mediaguas' son cabañas de madera de 3,8 x 6 metros con luz y sin agua que se construyeron para paliar la urgente necesidad de cobijar a miles de familias que quedaron sin hogar a causa del terremoto de 8,8 grados de magnitud en la escala abierta de Richter y el maremoto que posteriormente arrasó numerosas localidades del borde costero.

En poco más de tres meses, la organización no gubernamental "Un Techo para Chile" logró levantar 30.000 con lo recaudado en la campaña "Chile ayuda a Chile". El Gobierno construyó otro tanto para hacer frente a la emergencia, agravada por las lluvias y el frío del invierno austral.

"La gente está viviendo en condiciones paupérrimas, sin agua, sin alcantarillado y muchas veces incluso sin luz eléctrica. Las 'mediaguas' son una solución para un par de meses, pero la gente no puede seguir en esa situación. Me preocupa que pasen los años y esto siga igual", señala el concejal.

Mario Ibar explica que seis meses después del terremoto en Constitución "han llegado muy pocos recursos del Gobierno".

"Mucha gente llega a la municipalidad a pedirnos cosas, pero nosotros no tenemos los recursos necesarios para ayudarles", se lamenta el edil, una queja que estos días también se escucha en voz del presidente de la Asociación de Municipalidades, el alcalde democristiano Claudio Orrego.

En Constitución desaparecieron barrios enteros, como La Poza, situado frente a la desembocadura del río Maule. "Ahí fue donde quedó más la 'embarrada' (desastre), porque entró el mar y se lo llevó todo", describe Fernanda Núñez.

Desde el 27 de febrero la tierra no ha dejado de temblar en esta parte del territorio chileno. Casi a diario hay sismos que les recuerdan a los pobladores que viven en el país con más actividad telúrica del planeta.

Después de perder sus enseres, su medio de vida y hasta su hogar, la tragedia sigue golpeando a los damnificados, aunque de una forma menos perceptible.

"Hay mucha gente con depresión, que sólo piensa en vender lo poco que le queda y marcharse, porque tienen miedo de que se repita. Es que aquí murió mucha gente", cuenta una de las pobladoras, cuyo vecino está entre los desaparecidos en la Isla Orrego, donde decenas de familias acampaban el día de la tragedia y que hoy es un desolador páramo arrasado.

Elena Quitral confía en que la ayuda de las autoridades y la solidaridad de todo Chile, que se plasmó en una campaña que en una semana recaudó más de 60 millones de dólares, siga estando presente el tiempo que sea necesario. Los pobladores están profundamente agradecidos de ese apoyo.

Por eso, aunque el yacimiento San José está a unos 1.300 kilómetros al norte, los habitantes de Constitución han vivido la búsqueda de los 33 mineros atrapados bajo tierra con la misma angustia y la alegría que si fuesen sus vecinos.

"Estábamos muy preocupados y cuando los encontraron, mis hijos y yo lloramos de la emoción. Yo creo que todo el país". 2010, el año en que Chile cumple 200 años de independencia, "está siendo un año de emociones muy fuertes para Chile", sentenció Elena.