Cientos de cadáveres de la Batalla del Ebro permanecen a la intemperie

INFORMATIVOS TELECINCO 02/09/2008 19:45

Es una zona boscosa, de difícil acceso, con varios puntos escarpados. Hay que caminar un par de horas para llegar, pero el hallazgo compensa el esfuerzo. Son los restos humanos de cientos de soldados de la Batalla del Ebro. Se encuentran a la intemperie, tal cual murieron. Entre sus restos están sus enseres. Carteras, latas de sardinas, cantimploras, armamento... se hallan en Fatarella, Tarragona, uno de los puntos donde se vivieron los combates más duros de la batalla que decidió la Guerra Civil.

Setenta años después, ciudadanos como Antoni acuden aquí a buscar los restos de sus familiares. En su caso, se trata de su tío. Lleva cuatro años tras su pista. Exige lo que muchas otras personas que perdieron a los suyos en la guerra, un entierro digno para poner punto y final al tema. Al contrario que los fallecidos por el bando nacional, que recibieron sepultura durante el régimen franquista, buena parte de los republicanos aún esperan que las instituciones democráticas hagan lo propio. Maria Jesús Bono, de la Oficina de la Memoria Democrática de la Generalitat, asegura que el Gobierno regional trabaja con ese fin, aunque son los familiares los que tienen que solicitarlo.

El problema es que, con los restos humanos esparcidos y descuidados en el campo, hay un parque eólico planificado para la zona.

Testimonio de la Historia

El 19 de Agosto de 1938, los generales de Franco, Juan Yagüe y García Valiño, atacaron la Sierra de Fatarella y la de Cavalls. Su operación estaba enmarcada en la contraofensiva nacional tras el paso del Ebro por parte del Ejército Popular Republicano. La táctica de guerra empleada fue la precursora de lo que luego los historiadores llamaron 'blitzkrieg' o 'guerra relámpago'. Aunque en España a Yagüe se le recuerde más por explicar al periodista americano John T. Whitaker en el 36 que fusiló a cuatro mil ciudadanos en Badajoz porque sus columnas "avanzaban contrareloj".

La guerra moderna llegó a esta serranía que ya contaba con múltiples cicatrices. La guerra de la Independencia, las carlistas, los bandoleros, o en el siglo XX los propios campesinos opuestos a la colectivización de sus tierras decretada por los anarquistas, habían teñido el terreno de sangre. Sin embargo, nunca como en ese verano, cuando los cazas alemanes 'Messerschmitt Bf 109', los que habían bombardeado Guernica, los que fueron pieza fundamental de la Luttwaffe en la II Guerra Mundial, hostigaban a las tropas republicanas sin descanso.

Restos de metralla en la Sierra de Cavalls

En inferioridad aérea, las tropas leales fueron brutalmente hostigadas mientras trataban de impedir que los rebeldes llegasen al Ebro, misión que lograron en pocos días. Para cuando el teniente coronel republicano Juan Modesto ordenó la retirada, ya habían muerto miles de hombres. Unos recibieron sepultura improvisada; otros, durante décadas, no se han movido de donde cayeron.

Cadáveres 'velados' por los agricultores

Los agricultores se encontraban restos humanos cuando trabajaban sus tierras. Normalmente, los volvían a enterrar más hondo, pero tiempo más tarde aparecían otra vez.

Sin embargo, durante los últimos años, por iniciativa del Consorcio Memorial de la Batalla del Ebro y la Generalitat de Cataluña, se construyó el Memorial de Camposines, un osario para dar sepultura a los restos de combatientes esparcidos por el territorio. La idea era reunir todos los cuerpos que fueron quemados o malamente enterrados con independencia de su signo político. No en vano, para empezar, el terreno fue cedido por el Obispado de Tortosa. Por ahora sólo es un museo. Está pendiente de que el Gobierno, tal y como ha reclamado Amnistía Internacional, elabore un mapa de fosas y un protocolo de exhumación de los cadáveres. AGE