El atuendo de Jana, unos pantalones cortos grises y una camiseta (su favorita) a rayas rojas y blancas, que permitía esbozar una parte diminuta de su barriga, le granjeó estos y otros comentarios al llegar al instituto:
"¿Por qué eres tan guarra?"
"¿No enseñas demasiado?"
"En mi opinión no deberías ir así vestida"
En el respaldo de su silla, además, escribieron una palabra: ‘PUTILLA’.
La respuesta de Jana fue lúcida y demoledora:
"El machismo no sólo es que un hombre pegue, viole o maltrate verbalmente a una mujer. Es también recibir insultos por la medida de tu vestimenta en opinión de otras mujeres"
Porque las descalificaciones procedieron precisamente de sus compañeras de instituto… Chicas, como ella, de 13 años.
"Mi ropa es igual de corta que vuestra mentalidad, podéis regresar a la edad de piedra de donde parece que habéis salido. Vosotras sois el machismo contra el que luchamos"
La carta de Jana retrata esa forma de machismo que deduce las intenciones de una mujer por su forma de vestir.
"Que quien decide enseñar la barriga no siempre busca ligar más y que si alguien opta por enseñar el culo, no implica que quiera que se lo toquen"