En opinión del técnico de Seguridad Vial del RACE, David Fernández, las bajadas de seguridad son soluciones “bastante estériles”. “En las conversaciones abogamos por una mayor inversión en infraestructuras, como mejorar el trazado y la iluminación para la conducción en condiciones meteorológicas adversas”, ha afirmado Fernández.
La misma postura ha seguido Automovilistas Europeos Asociados (AEA): “No somos favorables a la adopción de esta medida de limitar genéricamente la velocidad en convencionales porque entendemos que no van a provocar una reducción de accidentes en este tipo de carretera”, ha afirmado su presidente, Mario Arnaldo.
Desde la asociación comentan que la causa principal de mortalidad en estas vías no es el exceso de velocidad sino la colisión frontal al realizar adelantamientos, por lo que sí se encuentran a favor de establecer límites específicos según el tramo de carretera para evitar los adelantamientos.
En la misma línea se muestra el colectivo de motoristas. “No va a servir absolutamente para nada, es gastar dinero donde no toca”, ha afirmado el vicepresidente de la Plataforma Motera para la Seguridad Vial (PMSV), María José Alonso. Algo que también considera el presidente de Mutua Motera, Juan Manuel Reyes: “No va a suponer una mejora significativa de la seguridad, en general”.
Opinión contraria tienen las asociaciones de víctimas, las cuales están a favor de esta normativa, que podría entrar en vigor en enero o febrero de 2019. “Estamos conformes, María Seguí lo intentó en su momento y no recibió apoyo, es algo que viene de lejos y estamos a favor de ello”, ha asegurado la presidenta de Stop Accidentes, Ana Novella. En su opinión, “está constatado que la velocidad mata”.
Una postura que comparte el presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes (Asociación DIA), Francisco Canes. Sin embargo, no están a favor de que se baje la velocidad a todos los vehículos porque así se mantiene la obligación de que aquellos que pueden circular a más velocidad adelanten a los demás. “Mantiene el riesgo exactamente igual, si todos los vehículos tienen el límite a 90 km/h no hay necesidad de adelantar”, precisa. Por tanto, “es un éxito relativo y con muchos matices”.