La Guardia Civil mantiene detenido a Thomas Hendrick, alemán de 43 años. Su esposa Silvia, de 39, ha sido encontrada muerta junto a su hijo mayor, de 10 años. Un dispositivo de búsqueda por aire y por tierra los buscaba en una zona agreste y llena de cuevas de Adeje, porque fue aquí donde el hermano menor asegura que estaban paseando cuando presenció una discusión de sus padres. El niño ha contado que vio cómo su padre agredía a su madre y cómo su hermano intentaba separarles y era golpeado también. Huyó despavorido y fue encontrado por unos senderistas. No le entendían y le llevaron a la Guardia Civil, donde tardó horas en poder hablar. Estaba en estado de shock y no quería contar nada hasta que una intérprete, con la ayuda de los psicólogos, consiguió que explicara lo que había visto. También contó que habían ido a pasar las vacaciones de Semana Santa con su padre, que vivía desde hace poco en Tenerife. Silvia y los niños permanecían en Alemania. El detenido no ha aportado datos en su declaración, solo dice que salieron a pasear y él se volvió a casa solo.
Los cuerpos sin vida han sido hallados en el interior de una cueva situada entre el Barranco del Burro y el Barranco del Infierno tras un amplio dispositivo de búsqueda formado por más de 100 personas.
La causa ha quedado bajo secreto de sumario y las diligencias se están tramitando bajo competencia del Juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Arona, según han informado fuentes judiciales.
El menor que relató los hechos, de tan solo cinco años y también de nacionalidad alemana, como el resto de la familia, se encuentra bajo tutela judicial.
Todas las hipótesis apuntan a un presunto delito de violencia machista. Según la investigación en marcha, no constaba ninguna denuncia previa por malos tratos.
Los vecinos que encontraron al pequeño, perdido, sudoroso y muy nervioso, han hablado en exclusiva para Cuatro al Día, donde han contado cómo fue ese preciso momento tras el que decidieron recogerle y llevarle a la policía.
“Íbamos por el sendero de ‘La Quinta’ y vimos a un niño subiendo todo el soportal. Paramos y le preguntamos que de dónde era y dónde estaban sus padres, y él dijo que no lo sabía, que estaba perdido, pero era alemán y no lo entendía muy bien. Fue por señas, más o menos”, ha explicado.
“Cogimos al niño y le preguntamos que dónde estaba su casa para llevarle allí. Le recogimos y le llevamos a la policía”.
Fue entonces cuando las autoridades buscaron un traductor para entender qué pasaba y que decía el niño, testigo de los hechos.
El lugar en el que han aparecido los cadáveres es una zona a unos 1.000 metros de altitud y muy poco transitada por los vecinos. A la zona solo se suele acceder cuando se conoce bien el terreno. Es agreste y escarpado, con una orografía compleja.
“La zona es zona de montaña. Hay mucho camino, cuevas, barrancos… Es de muy difícil acceso. Es muy complicada”, ha explicado Roberto Librizzi, monitor de parapentes, en Cuatro al Día.
Por esos caminos, el niño más pequeño recorrió 4 kilómetros hasta ser localizado por los dos vecinos que lo recogieron y lo llevaron a la policía.
Más allá, no solo las características del terreno dificultaban la búsqueda de las autoridades. Además de eso, la densa niebla que había en el lugar complicaba el trabajo. Ha sido un particular, un senderista que conocía bien la zona, quien ha llevado a las autoridades hasta el lugar en el que se hallaban los cuerpos.
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