Fernando, el rey de los mensajes en los menús de un bar de Oviedo: "Noto un pesimismo exagerado"
No descansan ningún día de la semana preparando comida para llevar
Califica de "bicho" al coronavirus y pide a la OMS que "investigue"
No cree que el problema de los contagios esté en los bares
La pizarra de la Cafetería Positano ha terminado siendo un manual de autoconfianza en plena pandemia. Eduardo López, propietario de este local de un barrio de Oviedo, lleva años lanzando mensajes positivos a su clientela entre platos, sugerencias y menús del día. Las restricciones por la covid-19 le han llevado a adaptarse a estos tiempos complicados pero sin renunciar a intentar arrancar una sonrisa a quienes entran en su local para llevarse un café, un pincho o un buen servicio.
A Fernando, el trabajo o las vicisitudes no le han cambiado las ganas de hacer feliz a la gente. Ahora, la fabada o el cachopo comparten espacio con el coronavirus o apelaciones a la OMS para que descubra remedios contra "este bicho" como denomina a este criminal SARS-CoV-2.
Las restricciones a la hostelería está en el centro de sus críticas. "Me extraña que no haya nadie con suficiente tiempo y dinero como para denunciar todo esto que nos está pasando al sector", asegura convencido de que aún nadie ha podido demostrar que "somos un problema".
Mientras espera que alguien se plantee denunciar el acoso a la hostelería por culpa de la pandemia, Fernando reflexiona cómo no hace tanto él, como otras muchas personas no eran conscientes de que profesionales como taxistas, comerciales, u obreros recurrían a sus locales no solo para ir al servicio sino también para descansar tomando un café, reunirse o comer. Cuenta como una clienta embarazada a penas puede ir al centro de Oviedo porque o los establecimientos están cerrados o se les prohíbe permitir el acceso a los baños.
Fernando nota un "pesimismo exagerado tanto entre los empresarios de la hostelería como entre el público", una visión negativa del futuro que combate con sus mensajes animando a cambiar la tristeza por sonrisas. Mientras ese momento llega, su lucha es que sus vecinos y clientes sepan que siguen ahí, trabajando al pie del cañón, de lunes a domingo, de 9 a 15 horas para que la pandemia no se les lleve también a ellos como ya ha hecho con gran parte de la competencia.