Formas de contener el berrinche de tu hijo

  • El motivo es que no saben manejar ni las emociones ni el sentimiento de frustración

  • No se debe ceder ante las rabietas de los pequeños y hay que hacerles ver las consecuencias

Los berrinches o rabietas descontroladas que los pequeños suelen tener cuando no consiguen lo que quieren son más comunes entre los niños de uno y tres años. El motivo es que a estas edades todavía no saben manejar ni sus emociones ni el sentimiento de frustración.

Estos desesperantes momentos pueden venir acompañados de golpes, gritos y fuertes llantos y los padres, en muchas de las ocasiones, no saben cómo reaccionar ni el modo de frenarlo. Por ello, el psicólogo Juan Pablo Martínez Herrera da algunos consejos para afrontar la situación.

En primer lugar, no ceder ante el berrinche. Aunque parezca que no hay otra salida, lo peor que se puede hacer es dar al niño lo que quiere puesto que así considerará que es el modo de conseguirlo todo. Hay que saber decir "no" porque si se consiente será peor a largo plazo.

Es muy importante dejar claro al niño que si opta por el berrinche, éste tendrá unas consecuencias. Los padres deben establecer los límites y hacer entender al pequeño que su enfado no tendrá el efecto deseado.

Si se está en un sitio público, hay que apartarlo a un lugar donde nadie lo vea. Por lo general, los niños saben que otras personas les ven y eso genera presión en los progenitores. Los berrinches sin público suelen ser menos efectivos.

Puede parecer imposible cuando el menor está en plena rabieta y pierde el control, pero lo mejor es optar por no hacer caso y que entienda que no influye en ti. Si observa que atendemos de algún modo puede llegar a manipular nuestra actitud.

Otro error común es que muchos padres suelen dar al niño lo que quería una vez finalizado el berrinche. Es un error premiarlo así porque tiene que entender que una conducta inaceptable no conlleva una recompensa.

Y, por último, evitar a toda costa el castigo físico. La violencia no debe usarse como recurso puesto que no tiene un efecto real en la disminución de las rabietas. Además, puede generar huellas psicológicas como miedo y ansiedad.