Manadas que pegan, violan o matan, ¿por qué jóvenes y menores se convierten en animales?

  • La sociedad está fallando en la educación, la salud mental y las adicciones

  • La presión de grupo hace que se imiten comportamientos violentos

  • El lenguaje violento de las redes sociales contagia a los jóvenes

Las manadas vuelven a estar en el foco de la polémica tras dos casos registrados en la última semana con agresiones en La Coruña donde murió Samuel, un joven de 24 años, y este viernes en Ibiza con el ataque a un grupo de turistas. Los expertos creen que estamos ante una patología social que desborda comportamientos individuales. Violencia, falta de respeto hacia los demás y una sociedad que impulsa comportamientos y lenguajes violentos estarían detrás de este fenómeno que para muchos es difícil de soportar y entender.

Javier Urra: "Adicciones, salud mental, educación: estamos fallando"

Javier Urra, exdefensor del menor, psicólogo, profesor universitario y experto en temas de juventud, cree que la sociedad actual está fallando en frentes como es la educación, la salud mental o las adicciones.

Se trata de un cóctel explosivo que afecta especialmente a los jóvenes en los que se observa una "falta de respeto al otro poniendo por delante siempre el yo" y en los que se han perdido factores inhibidores como es la espiritualidad sin que los hayamos sustituidos por otros elemento que cumplan esta función.

Nos encontramos, por lo tanto, con un doble discurso en el que, por un lado se defiende el respeto a la diversidad y a la tolerancia con el otro, pero que en la práctica no es así. Y eso lo vemos en las peleas y la violencia ejercida en muchos casos que supera todos los límites posibles.

Según Urra, "a la gente le molesta mucho que haya personas distintas, que se les lleve la contraria, que se les haga esperar, o, simplemente, que demuestren capacidad de confrontar opiniones". Ya no toleramos la discrepancia, que nos llevan la contraria, que la gente no sea como queremos que sea. En la sociedad más abierta, muchos se radicalizan más que nunca.

El nihilismo pasa factura

En su diagnóstico, Urra apunta a otro de los grandes temas que divide a nuestra sociedad: el papel de la educación en las escuelas y las familias. Una herramienta con capacidad para "cambiar estos comportamientos caracterizados por la falta de espiritualidad o valores y que se encuentra vacía y nihilista”.

Para este experto, que fue Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, hay también otro factor muy importante que está detrás de todos estos episodios violentos y es la presión del grupo. En su análisis afirma que este comportamiento grupal "hace que la violencia se magnifique de manera exponencial" de forma que "como pertenezco a él, me veo obligado a seguir los comportamientos para evitar que el resto de miembros crea que soy distinto a ellos", algo que podría explicar que una jauría acabara con la vida de Samuel, sin conocerlo, sin saber casi qué había ocurrido. El grupo fue a matar y se sumaron a él.

"¡Patéalo!, ¡mátalo!": la presión del grupo

Se trata de otra de las consecuencias de nuestra forma de educar a las nuevas generaciones en la que se potencia el sentimiento de pertenencia al rebaño, dejando de lado otras capacidades como la de aprender a decir ‘no’ cuando no estamos de acuerdo con el comportamiento del grupo.

Urra lleva al extremo este tipo de comportamientos grupales en los que los miembros, cuando se enfrentan ante sus responsabilidades individuales, rechazan sus implicaciones atribuyendo todo a la presión colectiva, un fenómeno que conocemos como "obediencia debida y cuya máxima expresión vimos durante el Holocausto".

Las redes y su violencia

Finalmente, el tercer factor que estaría impulsando este tipo de comportamientos en jauría serían las redes sociales y su lenguaje violento.

Urra recuerda que "la violencia siempre ha estado ahí, pero antes era mucho más puntual e individual". La aparición de estas manadas que pegan, violan o matan demuestra que las conductas individuales se están "animalizando con una evidente falta de autocontrol y de dominio para decir que no y actuar de forma ética y denunciar cuando un comportamiento no nos gusta".

¿Y el arrepentimiento? Brilla por su ausencia

Para Javier Urra, otro de los elementos preocupantes en estos comportamientos es la falta de arrepentimiento. "La pregunta es si cuando cometen estos hechos se arrepienten sinceramente. Hablamos de un sentimiento auténtico de sufrimiento o culpabilidad. Y la respuesta es que no vemos este tipo de actitud ya que los padres de estos menores y jóvenes lo primero que hacen es contratar buenos abogados para defender a sus hijos sin que oigamos un petición expresa de perdón a las víctimas".

El reto por lo tanto es inmenso, Cambiar comportamientos, personalidades y caracteres dependerá de cómo eduquemos a nuestros hijos en una sociedad en la que, desde la política o las redes sociales se ha impuesto un lenguaje violento ya que "pensamiento y lenguaje van absolutamente de la mano", concluye.

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