Medio año después de sumergir sus pies en una bañera de agua llena de peces garra rufa, una joven se dio cuenta de que las uñas se le estaban desprendiendo, por lo que decidió acudir al médico. La doctora Shari R. Lipner fue quien encontró la razón: la pedicura de pies a la que se había sometido, según el estudio que ha publicado la revista JAMA Dermatology.
"Es probablemente más común de lo que pensamos", afirma en el informe la médica. Además, asegura que es muy difícil relacionar los síntomas con la pedicura de peces por la distancia temporal. "No vemos la [uña] caída hasta meses después del evento, así que creo que es difícil para los pacientes y los médicos, especialmente si ni siquiera saben que las pedicuras de peces pueden hacer eso, hacer esa conexión", ha afirmado.
Los médicos conocen este fenómeno con el nombre de onicomadesis. En resumen, consiste en la detención del crecimiento de la uña, lo que meses después provoca la caída de la misma.
Tras inspeccionar el historial médico de la joven, la doctora no encontró nada que pudiera relacionarse con las uñas anormales, por lo que finalmente se centró en la pedicura. "Creo que estamos bastante seguros de que fue la pedicura de los peces", afirma en el informe, aunque reconoce que no hay ninguna prueba definitiva que concluya que fueron los animales.