Para determinar si un paciente tiene o no el síndrome de la boca ardiente, según la Clínica Mayo, es necesario prestar atención a los siguientes síntomas: "sensación de quemazón en la lengua, labios, encías, paladar, garganta o boca, sensación de sequedad, cambios en el sabor o pérdida del gusto".
Según la misma, no se produce ningún cambio físico en la lengua o boca y el patrón del malestar puede ser fijo o intermitente y durar de meses a años, por lo que es conveniente consultar con el médico o el dentista para que estos ayuden a "desarrollar un plan de tratamiento efectivo".
Causas
"El síndrome de boca ardiente primario (cuando no pueden identificar anomalías clínicas o de laboratorio) se relaciona con problemas en el gusto y en los nervios sensoriales pertenecientes al sistema nervioso central o periférico", indica.
Mientras que "el síndrome de boca ardiente secundario" se asocia a una enfermedad no diagnosticada tales como "xerostomía, trastornos bucales, deficiencias nutricionales, dentaduras postizas, alergias o reacciones, reflujo de ácido estomacal, determinados medicamentos, hábitos bucales, trastornos endocrinos, irritación bucal excesiva o factores psicológicos".
Asimismo entre los factores de riesgo de padecer el síndrome de boca ardiente se encuentra ser mujer posmenopáusica mayor de 50 años.
Además, puede aumentar el riesgo de padecerlo los siguientes factores: "una enfermedad reciente, procedimientos dentales previos, usar dentadura postiza, reacciones alérgicas a alimentos, medicamentos, situaciones traumáticas, estrés, ansiedad o depresión".
¿Cómo evitarlo?
La misma clínica explica que no se conoce una forma de evitar el síndrome de boca ardiente. No obstante, recomienda evitar "el consumo de tabaco, alimentos ácidos, comidas picantes y bebidas carbonatadas, y el estrés excesivo".
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