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Miguel, un espeleólogo voluntario que rescató cuerpos de desaparecidos vuelve a la zona cero de la DANA: "Sacamos a un niño enterrado"

Así trabajaron los buzos de la armada buscando cuerpos tras la DANA
Así trabajaron los espeleólogos buscando cuerpos tras la DANA. Telecinco.es
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ValenciaEn el punto en el que se cruza el barranco del Poyo y la A-3 se acumularon 3.500 metros cúbicos de agua por segundo durante la DANA del 29 de octubre de 2024. Justo ahí, uno de los lugares más peligrosos tras las inundaciones, Miguel y sus compañeros se adentraron en el subsuelo, entre el agua y barro helados, para cumplir con su misión, tratar de localizar los cuerpos de las decenas de personas desaparecidas. "Nosotros pensábamos que si el agua llegó en tromba y alguien estaba en un coche, estaría enterrado", explica Miguel Espigares, espeleólogo y técnico de rescate en aguas vivas del Grupo de Rescate y Ayuda de Baleares.

Sin pensárselo, aparcó su trabajo por unos días para desplazarse desde Granada a Valencia para ayudar. "Queríamos servir de ayuda porque había mucho por hacer", cuenta.

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En jornadas maratonianas, se colaban en garajes anegados, barrancos o acequias donde la corriente podría haber depositado a alguna víctima. "Empezábamos a las seis de la mañana y acabábamos cuando se iba el sol. Era necesario, pero no sabíamos cómo íbamos a reaccionar si nos encontrábamos con algo duro".

Y ese momento llegó, cuando presenció uno de los rescates más tristes dentro del horror de la tragedia que provocaron las inundaciones. "Sacaron el cuerpo de un niño que estaba enterrado. Solo se le veía el pelo. Yo lo vi de cerca y y se te pone la piel de gallina solo con revivirlo. Lo tengo en mi cabeza y es muy fuerte".

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Era el cuerpo de uno de los hermanos, Izan y Miguel, desparecidos en Torrent, cuando el agua los arrastró de los brazos de su padre y localizados en Catarroja. "Sabíamos quién era. Fue muy triste. Había mucha gente y se hizo el silencio", recuerda.

Regreso a Valencia

Meses después de esos días terribles días que se le han quedado marcados de por vida, Miguel ha vuelto a Valencia y junto a Manu Reyes de Noticias Cuarto, recorremos con los lugares donde trabajó. Un trayecto que le remueve por dentro. "Es duro, pero por otro lado, pensar que has ayudado, que has puesto tu granito de arena te hace sentir bien".

Sorprendido, le cuesta reconocer los lugares en los que estuvo 11 meses después. "Es increíble el cambio. De las montañas de barro, los coches y camiones arrasados, las naves destrozadas, se ha pasado a una situación que nada tiene que ver. Hay mucho trabajo y esfuerzo detrás", asegura.

Cuando nos despedimos, la pregunta es obligada y la respuesta, la esperada. "¿Volverías a hacerlo": "Seguro que sí, sin dudarlo", afirma.

La historia de Miguel refleja el espíritu de las miles de personas anónimas que dejaron congeladas sus vidas por unos días, semanas e, incluso, meses, para acudir a ayudar sin pedir nada a cambio. Gracias a ellos, los damnificados pudieron sobrellevar la tragedia y les permitió descubrir el lado bueno de las personas, cuando se sentían abandonados.