Un misterioso hallazgo en 'Playa Misterio' provoca el asombro entre los supervivientes: "¡Es gordísimo!"

'Playa Misterio' vivió durante la pasada gala la última expulsión definitiva. Ahora, Manuel, Makoke y Nieves Bolós ya piensan en la unificación con el resto de concursantes de las otras dos playas. Pues bien, las últimas horas de los tres supervivientes han sido frenéticas, llenas de sorpresas inesperadas y pasando sus últimos momentos en la misteriosa playa como lo que son: auténticos supervivientes.

Manuel daba el susto a oscuras entre sus compañeros: el exconcursante de 'La isla de las tentaciones' se levantaba demasiado pronto y acababa mareándose, venciéndose contra la arena. Nieves Bolós, que se encontraba cerca, no tardaba en ir a socorrerlo: "¿Estás bien?". "Me he levantado un poco dormido y no he visto ni los troncos ni nada...", señalaba un Manuel que recuperaba la conciencia.

Momento de tensión en 'Playa Misterio'

Ya de día, los concursantes sufrían más de una complicación a la hora de comer. La olla en la que se estaba cociendo el arroz se les trastabillaba y a punto estaba de hacerse añicos la madera, con la suerte de no caerse ni un gramo de arroz.

Este momento generaba un poco de tensión, con una Makoke que le preguntaba a Bolós si no había previsto que eso pudiera pasar, puesto que estaba ahí, 'en primera fila'. "Se ha caído de golpe", confesaba la psicóloga deportiva. "Vale, pero hay que estar pendiente de que no se caiga", añadía la colaboradora.

Un pez provoca el asombro entre los concursantes

Llegaba el momento de realizar labores de pesca y Makoke se quedaba alucinada al encontrar "un pez muy raro": "¡No sé si se come!". En un primer momento, los concursantes no sabían si el animal acuático estaba muerto o vivo y, tras especular un buen rato, tomaban la decisión de comérselo. De hecho, era la propia Nieves Bolós la que aseguraba que ese tipo de peces no se comían puesto que tienen púas y "es muy raro", pero Makoke hacía caso omiso: "Es gordísimo. Tiene carne para aburrir".

Los concursantes cogían el pez, lo lavaban y lo colocaban encima de la leña, con alguna complicación que otra, puesto que en un primer lugar se les caía el pez y posteriormente era la olla, que se encontraba al lado, la que se iba al suelo. Aún así, la comida seguía intacta y degustaban todo muy felices tras el esfuerzo que había supuesto conseguirlo.