Gran Hermano, en directo: Patricia habla de sexo: "Yo me transformo"

Joon comparte una de sus galletas con algunos de sus compañeros de habitación. Entre ellos, José Manuel. Los dos disfrutan de este escaso manjar. Ya en una conversación distendida, empiezan a hablar sobre sus series favoritas.

En este punto me despido. Feliz noche.

Aroa sale de la habitación ya en pijama, cruza el pasillo y el salón antes de dirigirse a la cocina. Anuncia que se va a hacer un cacao, ante los ojos soñolientos de los compañeros que aún quedan despiertos.

Jonay y Edurne hablan sobre sus programas favoritos de la parrilla televisiva y confiesan que, si están aquí, es por la pasión que siempre les ha movido Supervivientes y, en general, los realities de todo el mundo. También fantasean con la próxima prueba y comentan que ojalá sea de baile, porque les encantaría lucirse y pasarlo bien.

Ya no se discuten por tonterías, dicen los chicos que quedan tumbados en el sofá del salón. Comentan que ellos no comen tanto chocolate, y otros aseguran estar ya hartos de las discusiones por ese tema. Añaden que, si la cosa sigue así, serán ellos quienes empiecen a comer sin miramientos, porque ya están cansados.

Mientras hablan, piensan en qué podrían comer ahora, porque el hambre aprieta. Solo queda alguna patata suelta para cocer, pero sin sal… porque ya no queda ni un gramo en la despensa.

Ya en voz baja, sentadas en el suelo de la habitación, Patricia le cuenta a Paula el momento en que, esta tarde, mientras discutían por el tema de la leche, Íñigo le increpó diciéndole que “tenga cuidado con el ejemplo que está dando fuera”. Patricia no sabe si se refería a sus hijos o a la gente en general, pero vuelve a mostrarse afectada por aquel comentario.

Ahora, en un tono más íntimo, busca complicidad en Paula, intentando desahogarse un poco antes de dormirse.

En la misma habitación, pero en una cama más alejada, Aquilino y Mamadou ya han empezado a descansar, acurrucados el uno junto al otro.

Cristian asegura que Joon tiene una estrategia que dejaría a todos “flipando” si la conocieran. John, al escucharlo, se empieza a reír con una expresión descaradamente pícara y, casi al instante, le tapa la boca a Cristian con la mano, pidiéndole que no diga nada.

La escena provoca miradas curiosas entre los compañeros que están cerca: unos se ríen, otros intentan adivinar de qué se trata y alguno pregunta en voz baja si realmente John está jugando más de lo que aparenta. Cristian, entre risas, insiste en que “si lo supieran, se quedarían locos”, mientras Joon se limita a negar con la cabeza, disfrutando del misterio que él mismo alimenta y añade "va a venir gente..."

Ya parece que, poco a poco, los habitantes de la casa van dirigiéndose a sus camas. Algunos, como Cristian, están muertos de sueño, mientras que otros ayudan a que el ambiente se relaje antes de dormir. Joon, por ejemplo, les canta a Rocío algunas canciones populares de intros de series de animación para ayudarles a conciliar el sueño.

Los concursantes ponen la mesa y cocinan. La ensalada que iba a preparar Rocío al final no se hace. Desirée opina que es mejor dejarla para mañana y que guarde la lechuga en la nevera. Rocío aprovecha el momento para presumir de frigorífico: “El que tengo yo es de todo… y me aguanta esta lechuga dos semanas”.

Patricia se rompe cuando le hablan de sus hijas. Dice que, en algunas ocasiones del concurso, no ha podido reaccionar cuando ciertos compañeros le han increpado haciendo referencia a su condición de madre. Explica que ese tema la desarma por completo y que, cuando le tocan esa fibra, le cuesta encontrar las palabras.

Preparando la cena, Rocío se coloca frente a los fogones y empieza a sacar tortillas francesas ante los hambrientos ojos de Mamadou y Aquilino. Otros compañeros, que también rondan alrededor de la barra, ponen la mesa mientras bromean con la posibilidad de añadirles salmón ahumado, queso fresco o incluso solomillo, como si estuvieran diseñando un menú de lujo.

Almudena está deseando sorprender con su modelito en las galas y se pregunta cuántas galas le quedarán para poder seguir luciendo ropa sin tener que repetir.

Añade entre risas que tiene varios conjuntos reservados “por si acaso sigue dentro unas semanas más”, y que le daría muchísima rabia tener que repetir uno cuando ya lo ha enseñado en televisión.

Cristian reconoce que “se están cayendo muchas caretas” y que incluso los grupos que se han ido formando empiezan a convertirse, según él, en “grupos llenos de mentiras”. Cuenta que, en alguna ocasión, ha intentado hablar con algunos, incluso en el gimnasio con Jonay, y que le resulta muy complicado conseguir que se abran o hablen con sinceridad.

La conversación sube de tono cuando Desirée afirma que “la Patri es un peñazo”, que es verdad que es “la más delicadita del mundo” y que sus formas a veces desesperan. Aun así, reconocen que cada uno tiene su propio modo de querer. Añaden que, si alguien decidió no pedirle perdón por lo de las palomitas para comprobar si lo nominaba, pues bueno, la jugada tenía sentido… aunque ya se ha visto que sí.

Iñigo aclara que, si usó esa estrategia de no disculparse, fue precisamente para observar cómo juega la gente dentro de la casa y ver hasta qué punto las relaciones se mueven por interés o por afecto real.

Iñigo critica las actitudes de Jonay por haber intentado mover hilos para lograr la salvación de Lorena. Consideran que es imposible mantener una conversación con ella: dicen que no la conocen, que nunca han tenido trato y que, aun sin problemas previos, ya valoran nominarla. “Se maquilla toda la mañana, no se le habla; por la tarde, tampoco”, comenta.

Desireé y Rocío reconocen haber notado ese comportamiento distante en Lorena, pero respecto a las actitudes de Jonay se muestran bastante sorprendidas. Aseguran que no habían visto en él esa forma de actuar que ahora les parece tan evidente, como haberse unido al grupo de las chicas de “la pajarera” como si fueran “mamá y papá”, expresión que repiten varias veces a lo largo de la conversación.

Lorena reflexiona, escondida en la lavandería junto a Patricia, Jon y Cristian, sobre la importancia de decir la verdad. Consideran que, exceptuándolos a ellos cuatro, en la casa predomina la falsedad y la hipocresía. Señalan especialmente a Almudena, quien, según comentan, no solo ha ocultado información, sino que también ha intentado generar conflictos entre unos y otros.

Cristian escucha con atención a sus compañeras en el baño. En la casa empiezan a surgir los clásicos problemas de convivencia y todos tratan de aclarar lo ocurrido, aunque se sienten incómodos al no tener claro qué ha pasado exactamente. Recuerdan que, en alguna ocasión, han llamado “princesita” a Patricia, algo que ella considera una gran falta de respeto.

Algunos insinúan que Patricia no friega, no barre y no recoge, y que son los demás quienes cargan con esas tareas. Ella, sin embargo, asegura que sí colabora, que participa activamente en las labores de la casa y que se esfuerza por ayudar. La conversación avanza entre dudas, reproches suaves y la sensación de que las tensiones empiezan a aflorar en la convivencia diaria.