Diez años se dice pronto pero esos diez años en pantalla se traducen en diez años de fidelidad por parte de la audiencia. Y en los tiempos que corren eso es una hazaña digna de admirar. Y si 'Sálvame' se mantiene en la parrilla es porque la gente lo ve. Yo lo veo y no me cuesta reconocerlo. No es nada que me avergüence (además, dicen que quien tiene vergüenza ni come ni almuerza).
'Sálvame' ha sabido reinventar la televisión con un formato que se ha desligado del magazine vespertino alimentado con contenidos del mundo del corazón para llegar a ser… ¿dónde categorizamos 'Sálvame'? ¿Es un reality? ¿Un programa del corazón? ¿O es quizás un programa de entretenimiento sin más? Es complicado clasificar a 'Sálvame' porque 'Sálvame' es 'Sálvame'. Y no hay más. No necesita etiquetas. Aquí es donde radica su grandeza.
'Sálvame' ha aportado mucho a la televisión. Desde momentazos que recordamos con cariño porque ya son historia de la pequeña pantalla hasta frases que decimos una y otra vez porque nos hacen gracia o porque mola añadirlas a nuestro vocabulario. Y lo cierto es que siempre me encuentro con gente que asegura no ver el programa pero luego descubro que están al día de todo el cotilleo o expresiones o incluso saben quién ese "famosillo de turno" del que todos hablan. Basta, que no nos engañen, que nos digan la verdad.
Ver 'Sálvame' no me hace ni mejor ni peor persona. Ni más erudito ni menos inculto. Simplemente tengo la mente abierta a la televisión, al entretenimiento. Para preocuparme o indignarme ya hay otros asuntos de mayor importancia. Con 'Sálvame' solo quiero ver televisión, un poco de show, unas lágrimas, una pequeña trifulca, un poco de salseo, un abrazo inesperado… lo que viene siendo la vida misma, vaya. Yo veo 'Sálvame', ¿y tú?
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