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La calle opina

"Horrible, sabía fatal": La calle opina sobre el peor plato de sus vidas, desde albóndigas de postre hasta una tortilla desastrosa

La calle nos cuenta sobre el peor plato que comieron en un restaurante. Telecinco
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Salir a comer fuera es uno de los grandes placeres de la vida… hasta que el plato que te sirven no es el esperado. Todos hemos tenido esa experiencia: pedir algo con ilusión y encontrarte con un plato que no se lo darías ni a tu peor enemigo. Por eso, salimos a la calle a preguntar: ¿Qué es lo peor que has comido fuera de tu casa? ¡La calle opina!

La anécdota más surrealista la trajo una mujer que, entre risas, nos contó su experiencia en un restaurante temático de Barcelona. “Era un sitio en el que solo hacían albóndigas. Albóndigas de primero, albóndigas de segundo, albóndigas de tercero. Claro, el sitio se llamaba La Pelotita, ahí hay una pequeña pista que yo obvié”, contaba entre carcajadas. Pero lo más impactante estaba por venir: “Es que el postre también era una albóndiga, pero dulce. Todo era albóndiga. Si no te gustan las albóndigas, estabas vendido”. Lo que empezó como una comida se convirtió en una oda a la comida presentada en forma de bola.

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Otra mujer nos compartió una verdad incómoda: la tortilla de patatas no siempre cumple. “Suele fallar si la comes fuera. Es una comida muy nacional, muy española, pero no en todos los sitios la hacen bien”. Y tiene razón. Porque una tortilla seca o con la patata medio cruda puede arruinar cualquier tapeo.

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Pero si hablamos de cosas que no entran por los ojos —ni por el paladar—, el escaparate de ciertos restaurantes se lleva el premio. “Cada vez que paso por un restaurante donde tienen la comida en el escaparate al sol, pienso: ¿Cómo pueden ponerte eso luego?”, nos decía otra entrevistada visiblemente escandalizada. “Es que somos así, no queremos cocinar. Pero cocinar es una virtud, y el saber cocinar… eso es un premio Oscar”, remataba con tono de crítica gastronómica.

Los jóvenes también tienen sus traumas culinarios. Uno de ellos nos dijo: “Un bocata un poco pobre, solo te ponen una lonchilla de algo”. Porque claro, si pagás por un bocadillo, esperás al menos sentir que has comido algo.

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Una chica nos habló con cara de disgusto de unos champiñones que le dejaron una huella imborrable… para mal. “Unos champiñones al ajillo que se ve que eran de bote. Estaban tan feos que sabían a basura. Horrible. Fatal”. Poco más que añadir, su cara lo aclaró todo.

Y por último, el clásico: una hamburguesa que no estaba ni medio bien. “Una hamburguesa pasada de su punto”. A veces el fast food es solo fast, y lo de food es discutible.

En definitiva, comer fuera tiene sus riesgos. Puedes descubrir sabores nuevos, disfrutar de platos deliciosos o, como nuestras fuentes, terminar huyendo de las albóndigas por el resto de tu vida. Ya sabes, la próxima vez que veas un restaurante con nombre sospechoso o una tortilla con mala pinta… huye y no mires atrás.

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