El silencioso camino a su encierro
Isabel Pantoja salió de Cantora el día 21 de noviembre de 2014 a las 6:15 de la madrugada, acompañada por su hermano Agustín y un amigo íntimo para poner rumbo a la prisión de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla, donde ingresó a las 8:00 de la mañana.
Fueron minutos de tensión los que se vivieron en el interior del vehículo donde viajaban la tonadillera sus dos acompañantes. Según informadores de José Antonio León, los tres hicieron el camino en silencio y fueron escoltados en todo momento por dos coches de la Guardia Civil.
El peor momento: la despedida
Kiko Rivera y Chabelitano estuvieron al lado de su madre en los momentos previos a su ingreso en prisión. Ambos se quedaron en Cantora cuidando a su abuela Ana y fueron Agustín Pantoja y un amigo íntimo los que acompañaron a la tonadillera en sus últimos minutos de libertad.
La despedida de los hermanos fue uno de los momentos más duros de la mañana. Según informadores del reportero de ‘Sálvame’, José Antonio León, el hermano de la cantante le dijo que fuera “fuerte” a lo que la cantante de ‘Marinero de luces' respondió: “Sed fuertes vosotros”, haciendo gala de la fortaleza que le ha caracterizado siempre y de la preocupación que tenía por sus familiares.
Su entrada en prisión
Vestida de negro, con unas grandes gafas de sol y acompañada por dos funcionarias, Isabel Pantoja se dirigió al interior de la prisión de Alcalá de Guadaíra para pasar sus dos primeros días aislada en un módulo, a la espera de la evaluación de los médicos y psicólogos, quienes decidirían qué celda y compañeras serían las menos problemáticas para ella.
Después del reconocimiento, la tonadillera empezaría su vida en prisión, con cincuenta euros semanales y la posibilidad de recibir la visita de sus familiares a partir del primer domingo. Aquel día 21 de noviembre de 2014 la tonadillera empezaba a cumplir su condena.
Cristina Soria analizó la actitud de Isabel Pantoja
Muchos decían que Isabel Pantoja podría haberse mostrado altiva a la hora de su ingreso en prisión. Pero Cristina Soria aclaró que su actitud de tranquilidad podría deberse a la medicación que estaba tomando. Gestos como una mandíbula relajada y un labio superior que pasaba por encima del inferior, eran el reflejo de la tranquilidad con la que afrontaba su condena.
La experta en lenguaje no verbal explicó que necesitaría unos días para ubicarse y aterrizar en el sitio, aunque era una persona con “mucha fortaleza” que podía adaptarse perfectamente.