Al apuntarse a un curso en la universidad para aprender a usar una videocámara, Lisardo conoció a Diego, un chico guineano “al que nadie se acercaba” y poco a poco se hicieron muy buenos amigos. Diego no tenía recursos y, por ello, Lisardo intentó ayudarle siempre que pudo. Pero un día, Diego tuvo que marcharse de Gijón ya que un familiar le ofreció trabajo, un techo y comida.
Al tiempo, un chico enviado por Diego llegó a la carnicería de Lisardo y le contó que todo le iba bien: se había casado y había tenido una niña. Pero, después de veinte años, Lisardo no ha vuelto a saber nada de Diego y día tras día se pregunta qué habrá sido de su gran amigo. Tras muchos años los amigos se han reencontrado en el plató de ‘Volverte a ver’.