Amanece y los acorralados comienzan sus tareas diarias. Liberto se sube a un banco para alcanzar una vela y encender el fuego. Avisa a Blanca de que ha pisado una caca de perro y ella lo revisa.
Durante el desayuno, Nagore se da cuenta de que se ha sentado en una parte del banco que está manchada (supuestamente de excremento canino) y pregunta quién se ha subido ahí. Liberto niega haberse subido e insinúa que ha sido Blanca la que lo ha ensuciado, porque esta mañana había pisado una mierda.
Úrsula, que por fin parece que saca la cabeza del caparazón, se indigna, porque Liberto ha aprovechado que Blanca no estaba delante para inculparla, y le pone la cara colorada en cuanto llega la de Borbón, que encima había ido a por un trapo para limpiar el banco: “Me da mucho coraje, eres la única persona que se sube al banco y no me da la gana que digas que ha pisado una mierda esta mañana”.
Blanca se hace la víctima y Nagore le da caña por ello. En el pajar, Blanca cuenta que está harta de la situación de la casa y de que su antigua amiga le de caña cada dos por tres: “No me gusta ya esto. No me gustan las actitudes de la gente aquí, este tejemaneje Sotto voce, y no me gusta tampoco como me esta tratando Nagore”.
Al rato, Liberto pide disculpas a Blanca por haberla acusado. Admitió que pudo ser la noche anterior, porque esa mañana no tenía barro en las botas. Mari Ángeles aprovechó su confesión para criticar y destacar lo mentiroso que es su compañero: “Si se le pilla pide disculpas, si no se le pilla dice que todo es mentira”.
No es la primera vez que la palabra de Liberto queda en entredicho. A pesar de que Mª Ángeles, Reche y Dioni afirmaban haberlo oído, el ‘zorrito’ sigue negando categóricamente que hubiera dicho que poseía cierta información sobre Escassi que, de saberse, desencadenaría su expulsión. También dice que es falso que la madre de Aída le haya lavado jamás una prenda íntima. La mentira tiene las patitas muy cortas, y más en esta casa.