María Salmerón, maltratada por su exmarido, se enfrenta a una pena de cárcel por incumpli las visitas del padre, en 'Amores que duelen'

telecinco.es 30/11/2015 14:42

"Yo tenía muy buen tipo y, cuando salíamos a la calle, me miraban hasta las mujeres. En una ocasión salimos a comer a un restaurante y le dio un ataque de celos y le dejé. Antes de vivir juntos, le dejé hasta en dos ocasiones porque yo no quería estar con alguien tan celoso", ha relatado sobre su expareja.

En agosto, después de esta reconciliación, Maria y su pareja se fueron a vivir juntos y él fue al médico de cabecera donde le diagnosticaron celotipia: "Él médico le mandó una medicación y una terapia grupal que cumplió hasta que volvimos del viaje de novios". María pasó de ser una mujer muy sociable a ir con su esposo a todos los sitios. "No me dejaba ni a sol ni a sombra. Me prohibió mis amistades y no quería que ni si quiera me llamara nadie por teléfono. Si me hubiera cogido en esta época no hubiera aguantado como le aguanté".

"Me casé en Abril, en mayo perdí a nuestro primer bebé y en julio me dio la primera paliza. Fuimos de tapas con mi amiga y su novio y, al llegar a un sitio donde hace años que no íbamos, reconocí en la puerta a un amigo, ésa fue mi perdición. Mi marido había bebido más de la cuenta y empezó a decirme que si me lo había follado también, a insultarme y a decir un montón de cosas. Al llegar a casa, mi amiga no quería dejarme sola porque él estaba muy alterado. Al final ella se tuvo que ir y al subir a casa él estaba muy agresivo. Empezó a llamarme putón y no paró".

María confiesa que fue su psicólogo en 1999, el primero que le dijo que ella era una mujer maltratada. "Después del aborto fui a terapia porque me encontraba muy mal. Allí, el psicólogo me dijo que yo era maltratada. Yo no lo creí porque no veía lo que me estaba pasando, yo no me veía como una víctima".

Los celos continuaron presentes en la relación todo el tiempo: "Un sábado, me fui a hacer la compra al supermercado y como había mucha gente me entretuve más de la cuenta. Yo estaba comprando lo mejor para él y, cuando llegué a casa, empezó a zamarrearme y se le fue la mano. Se puso tan nervioso que llamó a casa de mis padres para saber dónde me había metido y encima les dijo a mis padres que seguro que en vez de ir a comprar me había ido a tomar copas con mis amigos".

A los dos meses de casados, María recuerda que tuvo tanto miedo que llamó a su hermana para que le auxiliara: "Empezamos a discutir y se puso muy exaltado, a mí no me daba tiempo a llamar a la policía, así que cogí un teléfono inalámbrico de la casa, le di a rellamar y marqué el teléfono de mi hermana. Cuando mi hermana escuchó lo que pasaba en mi casa llamó a la policía y al momento se presentaron todos en mi casa. La policía le invitó a irse y mi hermana me llevó al ambulatorio porque tenía lesiones en la cara".

Otro episodio de celos fue motivado por su manera de vestir: "Nunca le gustaba mi manera de vestir. Me había teñido de rubia e íbamos a ir con mi amiga a tomarnos unas tapas. Yo llevaba unas mallas marrones, muy estrechas, y una camiseta de escote. Cuando estábamos a medio camino empezamos a discutir por mi ropa. En mitad de la discusión paró el coche y me dijo que me bajara. Yo pensé que estaba de broma y me bajé. Entonces él arrancó el coche y se fue. Mi amiga y su novio iban detrás en el coche y me recogieron. No sé qué hubiera hecho si ellos no hubieran estado allí. Al llegar a casa él me estaba esperando y volvimos a discutir".

En el mes de septiembre de 2000, María volvió a quedarse embarazada. "Desde un primer momento me diagnosticaron un embarazo de alto riesgo porque con 35 eras añosa para estar embarazada. Durante el embarazo llegaron las agresiones sexuales. Estaba de seis meses de gestación, se me presenta la amenaza de parto y con recomendación expresa de no tener relaciones sexuales me vi obligada a mantenerlas porque él decía que quien tenía el problema era yo, no él. Tenía que cumplir como una mujer casada". Ese mismo mes, ella pidió la separación sin denunciarle por ninguno de los episodios previos: "En sentencia de separación se me otorga la guarda y custodia, y al padre un régimen de visitas acorde con los horarios de su trabajo que deberá comunicar con una antelación de 72 horas", ha confesado sobre la custodia de su hija.

Esta sentencia fue apelada por las dos partes y, mientras se resolvía la apelación, el régimen de visitas era el que venía en las medidas provisionales: "Él continuó amenazándome con coserme a denuncias si no le dejaba tener las visitas como él quería, así que en enero de 2002 interpongo denuncia por malos tratos y agresiones sexuales con todos los episodios que sucedieron durante la relación, asesorada por mi abogado". A partir de ahí comienza un periplo de juicios, donde pasó mucho tiempo hasta que María consiguió una condena por malos tratos habituales para su exmarido. Le condenaron a veintiún meses de prisión y, al no llegar a los dos años, no entró en la cárcel. Además, le impusieron una orden de alejamiento.

Pero él padre tenía derecho a ver a su hija. Para no incumplir la orden de alejamiento impuestas, las visitas se realizarían en el punto de encuentro: "Tenía que entregar a mi hija en fechas adaptadas a su calendario y que a mí me eran imposibles de cumplir. Además, nunca me avisaba con la suficiente antelación. Él hacía esto a sabiendas para que yo incumpliera y así el ponerme la denuncia, siempre justificando mi incumplimiento". "Mi exmarido utilizaba las visitas para hacerme más daño, yo le ofrecía alternativas para ver a la niña y él sólo quería tener otra excusa para denunciarme".

María llegó a perder la custodia de su hija por el incumplimiento del régimen de visitas. Tras vivir largos meses de angustia, en los que su padre no ponía nada fácil que viera a su hija, ella recuperó finalmente la custodia. Pero las denuncias no cesaron y, actualmente, María se enfrenta a una pena de seis meses de prisión por un supuesto delito de desobediencia en el régimen de visitas.

La condena que se interpuso al agresor fue de un año y nueve meses por un maltrato habitual y con una orden de alejamiento de 200 metros durante dos años. Una denuncia que se hizo en el año 2001 y en la que el juicio se celebró en marzo de 2008. Ahora, María Salmerón está de plena actualidad porque está esperando que se resuelva su indulto: Le condenaron por incumplimiento del régimen de visitas a seis meses de prisión.

De todo el estrés vivido, primero por su maltrato físico y psicológico y después por el acoso judicial de su exmarido, María padece una enfermedad inmune-deficiente. Además, su hija, con tan sólo 15 años, ha desarrollado la enfermedad de Crohn, que según los médicos está totalmente provocada por la situación vivida. En diciembre de 2014, la niña alcanzó la edad necesaria para poder declarar y lo hizo para decidir que no quería ver a su padre en los puntos de encuentro y que elegía vivir con su madre. Aun así, el miedo de que ella pueda entrar en prisión le sigue atormentando. A pesar de todo, María Salmerón se encuentra en un momento dulce: el Gobierno ha comenzado a tramitar su indulto ante el estupor social que ha provocado su caso.