Karin: "Actuaba como si no existiera la paliza del día anterior, como si fuéramos felices"

telecinco.es 29/10/2015 01:36

Una de cada cuatro adolescentes sufren acoso psicológico por parte de su novio. Para Karin fue la primera forma de violencia que sufrió, pero no fue la única. El uso de las nuevas tecnologías y redes sociales no deja de crecer y se está convirtiendo en una potente herramienta de acoso. Las principales víctimas son chicas adolescentes, obligadas a dar explicaciones de todo: llamadas, contactos en las redes sociales…Esas son algunas señales importantes, pero nuestra protagonista no supo interpretarlas a tiempo.

Karin: "Rompía mis tangas porque para él era una provocación, al igual que los escotes"

Durante los tres años que son solo amigos, la expareja de Karin solo muestra su lado bueno, pero su nueva condición le hace sentir que tiene derecho sobre ella. A partir de ese instante, él es quien dicta las normas. Se convierte en un novio mordaza, dispuesto a usar cualquier tipo de violencia para mantener su roll dominante: "No sé cuándo empezó el cambio. Eran detalles que al principio no le molestaban y luego ya le empezó a molestar primero una cosa, luego otra…Hasta que cuando me di cuenta, ya estaba completamente metida en el asunto".

Karin: "Él actuaba como si no existiera la paliza del día anterior, como si fuéramos felices"

La madre de Karin presiente el peligro, pero no sabe cómo hacerse escuchar. Con sus comentarios y avisos solo consigue distanciarse y precipitar una decisión que cambia la vida de su hija. Ella, con poco más de 18 años y mucha ilusión en la maleta, se va a vivir con él a un pueblo de Jaén. Allí, a más de 400 km, aislada de su familia, pronto comprueba que la convivencia es mucho más parecida al infierno que al paraíso: "Tras discutir con él, volví a casa, cerró la puerta con llave y puso la radio al máximo. Yo ya sabía que algo malo iba a pasar. Ahí fue la primera paliza brutal, porque no recuerdo otra peor. Me hizo un barrido y me di con la cabeza en el suelo, patadas en el estómago, enganchones de pelo, contra la pared…Pero nunca imaginé que pudiera hacerme ese daño de golpe."

Karin: "No me podía depilar, no me podía hacer las cejas, no me podía maquillar..."

Karin vuelve a su pueblo, a casa de su madre, pero aún no está preparada para vivir sin él. Después del pico de violencia, llegó un arrepentimiento que ella cree sincero. Le perdona y esto le conduce a una nueva etapa, en la que está embarazada y la que la violencia física remite, pero el acoso psicológico va en aumento: "Una vez que tuve al niño, volvió la rutina de siempre". Él revisa cada movimiento de Karin: sus amistades, conversaciones en redes sociales, su forma de vestir y hasta cómo debe comportarse.

Karin: "Si tenía que inflarme la cara lo hacía igual estuviera el niño o no"

Karin no pierde la esperanza. Sigue pensando que todo va a ir a mejor, que el niño le va a cambiar, que todo volverá a ser como al principio, cuando eran buenos amigos. Pero un vez más, Karin se equivoca. A los dos meses de nacer el niño, la violencia física vuelve a instalarse en la casa y en la relación. Karin, desconcertada, no encuentra salida: "Teniendo el niño dos meses, en una de las peleas me cogió del cuello y se fue a la cocina a coger un cuchillo. Me salí al balcón. Me escucharon chillar los vecinos y llamaron a la policía. Por miedo no quise denunciar, pero al haber parte de violencia, pusieron una orden de alejamiento. Aun con la orden de alejamiento, yo estaba con él".

Karin: "Estaban cansada de siempre las mismas versiones, y decidí que denunciaba"

Consciente del peligro que supone su pareja para ella y su hijo, Karin se va a vivir con su madre. Pero sigue en contacto con su expareja para que pueda ver a su hijo. Él no se da por vencido, no está dispuesto a renunciar a algo que considera que le pertenece. En una de las visitas pactadas, Karin se enfrenta a un episodio definitivo.

Karin: "Me arrepiento de no haber denunciado antes"

Karin fue quien puso la demanda y la que acabó con dos años de maltrato físico y psicológico. Finalmente logró vencer el miedo y eso hizo que ahora ella sea la única que mueve los hilos de su vida. Si se arrepiente de algo es de no haber denunciado antes: "De esa situación cuesta salir. Cuesta, pero se puede. Cuesta decidirse, pero una vez se hace, el resto viene solo."

Un sondeo reciente realizado en España entre jóvenes de 15 a 29 años concluye que el 30% de los chicos cree que si un hombre agrede a sus parejas porque algo habrá hecho. Dicen los expertos que las redes sociales y el mito del amor romántico alimentan ese tipo de comportamientos. El agresor, acusado por delito de maltrato y por una falta de hurto asumió su culpa, y eso favoreció que la condena fuera menor, en concreto, 50 días de trabajo en beneficio de la comunidad, la prohibición de aproximarse a ella en un radio de 300 metros y a comunicarse por cualquier medio en un plazo de 16 meses.