María: "Ha sido la experiencia más dura de mi vida. Lo peor es que todavía estoy dentro"

telecinco.es 03/12/2015 01:35

María: "Cuando la relación se consolida, empieza a salirle esa vena de celos"

María siempre eS la culpable de ir levantando pasiones allá por donde va, o así al menos es como lo ve Manuel, su pareja. Tras varias discusiones que tienen como motivo los celos, María está dispuesta a ponerle punto y final a esa relación. Pasados unos días, Manuel vuelve a pedirla perdón y a suplicarle que vuelva a su lado. Para volver con él, ella le poner como requisito que vaya al médico. Él acepta, y una vez allí, le diagnostican celotipia.

María: "Cuando una mujer aborta necesita mimos y cariño, y eso no lo encontré"

Una vez diagnosticada la celotipia, María piensa que bastará con la terapia para acabar con el problema. Con esa idea de formar una familia empiezan a convivir juntos. Ella espera que este paso sea el definitivo para reforzar la confianza y calmar los celos de su pareja, pero no fue así. De hecho, a partir de ese momento, él empieza a tratar de moldearla según su concepto de lo que debe ser una buena mujer. Su amiga Inma es la primera que le pide que no se case si quiere evitar vivir un infierno. Aún adivirtiéndola, ella da el paso, y va más allá. Se entera de que está embarazada, y lejos de mostrar alegría, su entonces marido muestra la actitud contraria. Es cuando le hacen una ecografía cuando se percatan de que no tiene latido. "Me puse a llorar, y la reacción de él fue muy fria. Que no pasaba nada, que no tenía por qué ponerme así. Fue la primera decepción".

María: "Lo que quería hacer ver es que yo no era la mujer que él quería que fuera"

María ve truncado el primero de sus sueños al perder el hijo que esperaba. El hombre cariñoso que le había enamorado desaparece del todo y mientras ella trata de adaptarse al carácter de él, él se muestra cada vez más exigente con ella, nunca es suficiente. María no consigue nunca cubrir sus expectativas y además, frente a los otros, él siempre la muestra a ella como el culpable y él se presenta como la víctima. Después de cada episodio, Manuel la ignoraba dos o tres días, hasta que se venía abajo, la pedía perdón y hacían las paces. Su amiga Inma lo vio claro desde el principio: "Yo, sinceramente, veía a un maltratador psicológico"

María: "Cuando me di cuenta me había cogido de los pelos y empezó a arrastrarme por casa"

María evita cualquiera cosa que a él pueda molestarle. Aquí empieza la siguiente fase: separarla de su entorno. Este aislamiento va a marcar a su vez otro tipo de violencia que es el control de tiempo. María se siente obligada a dar cuenta de cada movimiento, por ejemplo, del tiempo que tarda en hacer las tareas de la casa, y si se excede en ese tiempo, habrá consecuencias. Su amiga Inma siempre le advierte sobre la actitud de Manuel, pero María no quiere creer. De hecho, nunca se imaginó que él la pegaría. A pesar de denunciarle tras una agresión, él consiguie convencerla para que retire la denuncia.

María: "Tenía la esperanza de que iba a cambiar, que íbamos a ser una familia feliz"

María se vuelve a quedar embarazada. La niña nace sana y fuerte. Ella siente que ese pequeño ser es lo más importante que le ha pasado en su vida. En cambio, su marido no ha cambiado de actitud. Según recoge la sentencia por la que luego fue condenado por un delito de maltrato habitual, menospreciaba continuamente y en presencia de terceros las habilidades de María tanto en las labores de la casa como en el cuidado de su hija. Ella no lo sabe, pero su hija se va a convertir en la llave que le permitirá escapar de una relación tan dañina.

María: "Pasar por esto ha sido la experiencia más dura de mi vida"

El juez determina, como medida preventiba, una orden de alejamiento, y también que las visitas a la niña se efectúen en el punto de encuentro, un lugar supervisado por psicólogos donde María puede dejar a su hija sin necesidad de ver a su agresor. Con las visitas de su hija en el punto de encuentro, Manuel encuentra otra forma de hacerle daño a María. A ella se le hace cuesta arriba ver cómo es su propia hija la que se niega a ver a su padre. Con tantas denuncias y tantos incumplimientos que él denunció, el juzgado decide retirarle la custodia de la niña.

Tras un largo proceso, en el que tanto María como su hija se han visto envueltas en todo tipo de acciones judiciales, por fin, la adolescente de 15 años consigue declarar en un juzgado. Lo que hace es hacer constar la renuncia a ver a su padre. El auto cierra un ciclo de quince años de denuncias, juicios, indemnizaciones, también de lágrimas. Ha sido una causa muy controvertida en el que se han enfrentado por una parte el derecho de un padre a ver a su hija y por otro, el derecho de la menor a no ver a su padre. Una pequeña victoria que no invalida su ingreso en prisión porque ahora a María solo le queda esperar el indulto que le permitiría poder empezar una nueva vida junto a su hija.