La apasionante semana del Pasillero: telepromociones de Jesús y Ana Rosa y las maletas de Sara Carbonero.

telecinco.es 10/06/2010 17:04

¡Hola amiguitos!

Hale:

EL MARTES atravesaba yo el pasillo principal del edificio A en búsqueda de un phoskito la noticia cuando, de repente, me encontré con Ana Rosa y Jesús Vázquez grabando una telepromoción. La telepromoción son las cosas que más me gustan del mundo y me encantaría que alguien crease un canal en el que todo fuesen telepromociones con actores haciendo de gente famosa que se baja un momentito los pantalones para llevarse una pasta (COSA DE LO MÁS RESPETABLE, ojo, y que yo haría el primero si alguna marca tuviese a bien ofrecérmelo). Las telepromociones en medio de las series me gustan especialmente porque, de repente, vemos a dos personajes que se odian en la ficción entrar en una cafetería y entonar una cantinela parecida a esta:

-¿Pero qué haces?

-¿Cómo que qué hago? Pues tomarme mi YoguFrutis de media mañana.

-¡No lo conocía! ¿Está bueno?

-¿Que si está bueno? Mucho más que mi marido, con el que te acuestas, y además previene contra la sífilis. Comprende que dada la situación es algo que ahora me incumbe...

-No puedo esperar más: voy a comprarme una caja de YoguFrutis.

-Recuerda que también puedes hacerte con tu YoguFrutis con soja.

-Pues la soja me encanta también. ¡Viva YoguFrutis!

La cosa es que el otro día, haciendo algo que pocas veces hago en este blog, saqué fotografías de la situación, jugándome el pellejo. Hélas todas aquí:

La calidad no es muy allá porque he dejado de traer mi cámara a Telecinco desde que me olvidé mi tarjeta de memoria y desapareció para siempre :( Así que uso una que tenemos en la redacción, de calidad notablemente inferior. La parte buena de este robo/extravío fue que ha dado lugar a una de las más jugosas anécdotas de este año. Resulta que me di cuenta de que faltaba mi tarjeta cuando me encontraba en un destino vacacional playero. Decidí que tenía que comprar una tarjeta nueva, claro. En este lugar no había una tienda normal de electrónica, sino que todos eran negocios de simpáticos árabes que lo mismo te vendían una tarjeta para la cámara digital que un calendario de Carrefour del año 98. Todo ello precedido de un tira y afloja con el precio, ceremonia que yo odio y se me da fatal. El señor me dijo sacando una tarjeta cuya etiqueta marcaba 69,95 euros (?¿?¿?):

-Son dose eurros parra ti.

Al final se quedó en diez. Ya de vuelta en casa, cuando pasé las fotos al ordenador dispuesto a admirar mis instantáneas en bermudas y sombrero de paja, me encontré con fotos de chicas que no eran yo. En algunas enseñaban un pulpo recién pescado. En otras enseñaban a sus novios (también podríamos referirnos a ellos como pulpos). En otras, sus novios habían sacado fotos de coches, algunos de ellos modelos tan apasionantes como un Seat Ibiza o un Fiat Punto. En las siguientes, las dos chicas dormían la siesta en el sofá en bragas. En las últimas, a partir de las cuales no quise seguir mirando, sus novios se habían fotografiado sus propios penes.

Desde luego la venta de tarjetas robadas cuyas fotos anteriores no han sido aún borradas debería promocionarse como uno de los puntos fuertes de este destino vacacional, junto a su delicioso salmón de Huga y sus guiris borrachos.

Y es por eso que las fotos tienen esta calidad tan extraña. No quiero volver a perder mi tarjeta y tener que comprar otra para encontrarme con fotografías de penes de gente que no conozco*.

Por cierto, para la grabación de esta telepromoción, que necesitaba de dos yogures (uno para Jesús y otro para Ana Rosa, lógicamente) pude fijarme en que tenían una caja con... ¡Veinticuatro! Me pregunté horrorizado cuántas tomas tenían pensado grabar.

Y, por si os interesa, al final Jesús, ya tras el Corten, se bebió el suyo. Eso sí me pilló por sorpresa. Uno siempre piensa que, tras decir ante la cámara lo rico que está algo, el famoso en cuestión escupe el producto y se va a su casa.

EL LUNES casi se establece una discusión en el comedor entre el Pasillero y la artista multidisciplinar Rebeca. Rebeca, recordaréis todos los que tengáis más de 20 años, fue una sensación del bakalapop noventero, ese que mezclaba una base potente y machacona con profundos mensajes de amor, esperanza y rebeldía femenina para la muchacha de extrarradio. Algunas de sus compañeras generacionales eran grupos como A las once en casa o Tess. Ahora Rebeca comenta de vez en cuando Supervivientes Supervivientesen el corrillo que Sálvame Sálvameorganiza a tal efecto. El otro día dejé mi bandeja abandonada un instante en la barra de las botellas de agua para coger unos limones y, cuando volví, vi que la intérprete de Duro de pelar estaba dispuesta a robármela por error. Se produjo el siguiente intercambio de palabras:

PASILLERO: ¡Eh!

REBECA (al darse cuenta de su error): ¡Ah!

Finalmente quedamos como amigos.

EL MIÉRCOLES fue confirmado uno de los dramas del año: a Sara Carbonero le han desaparecido dos maletas en el vuelo que le llevó hasta Sudáfrica para comentar el Mundial. Me informó mi topo en vestuario que una de ellas ha sido localizada, pero la otra todavía no. Hombre heterosexuales y mujeres lesbianas de España, no os hagáis ilusiones: esto no va a hacer que Sara aparezca en el informativo completamente desnuda.

Si algún día veis en un documental de National Geographic a un mono tití atravesar las laderas escarpadas del monte Drakensberg con unas sandalias doradas de Miu Miu, ya sabéis quién encontró la maleta.

HOY vi en el comedor a Santi Acosta y a Idoia Bilbao. O sea, de repente, algo parecido a la plana mayor del extinto y legendario Salsa Rosa. Según dicen por ahí, Acosta vuelve a Telecinco. ¿Resucitarán el programa? Desde luego el bolígrafo con pompón de Idoia todavía no ha encontrado sustituto en el folclore televisivo español.

Y otra cosa que vi hoy: hay una señora cuyo trabajo es representar a Orlando de Gran Hermano Gran Hermanoy Tamara de Mujeres y hombres y viceversa. Vaya por delante que no soy yo quién para meterme con el trabajo de nadie. Vaya por delante también que hoy, tal y como está la cosa, quien tiene un trabajo tiene un tesoro. Vaya también por delante que no sé a qué más artistas representa esta mujer: tal vez Orlando y Tamara son la sección arrabalera y alimenticia de un nutrido grupo de personajes mediáticos mucho más interesantes cuyas carreras también lleva ella. Vamos, que una vez aclarados todos estos puntos, sólo venía a decir que de repente, tras una semana en la que me preguntaba si no debería yo estar haciendo algo más importante con mi vida, me sentí repentinamente mejor.