Auge y caída de Paco
Escuchando anoche a Paco me planteaba la razón por la que iba a dormir en un hotel en lugar de hacerlo en esa casa-plató que hay arriba de un montículo en la sierra madrileña. Paco ha sido uno de los actores que más ha destacado en este drama durante la primera semana de encierro. Eso, en combinación con haberse convertido en un personaje antipático para una parte de la audiencia, pueden ser razones para la forma como se ha resuelto esta primera expulsión de Gran Hermano 15.
Recordemos a Germán (“soy Germán, de Sabadell, ¿conoces Sabadell?”), concursante de GH 10, que en apenas un par de horas consiguió hartar tanto a la audiencia como para convertirse en el primer expulsado de esa edición. La diferencia con Paco es que aquel no tuvo tiempo de ofrecer otra cara (la expulsión se produjo al día siguiente de la gala de presentación), todo lo contrario de lo que ha pasado ahora. El taxista ha tenido una oportunidad de oro para aprovechar y darle la vuelta a su personaje, convirtiendo la antipatía de la audiencia en admiración.
A Paco se lo pusieron fácil y renunció a entrar en acción. Prefirió desaparecer y dimitir de su condición de concursante en lugar de luchar. Que no se engañe nadie, a Paco no le han echado las ‘carpeteras’ sino su propia desidia, el desinterés mostrado al no reaccionar ante lo que se le presentaba. Y eso que se trataba de una perita en dulce para cualquier concursante inteligente y dispuesto a aprovechar las circunstancias, convirtiendo en virtud la dificultad.
Fueron sus compañeros quienes le brindaron en bandeja una buena salida al encasillamiento en el papel de concursante pesado (que lo ha sido) amigo de dar consejos no pedidos. Creo que algunos concursantes vieron una amenaza en Paco al intuir que estaba generando más contenidos en una semana de los que ellos serán capaces en todo el programa. Sus compañeros podían haberle nominado por esto y no nos hubiera extrañado, pero fueron más allá.
Dando muestra de una infinita torpeza, más de un concursante optó por castigar a Paco con dos de los actos que pueden victimizar a un compañero de encierro. Primero erraron en criticarlo sin base ni fundamento, incluso inventando los motivos. Después dieron muestras de menosprecio al condenarlo a cierto aislamiento. Con esas armas, le hubiera bastado con no renunciar a su propia defensa. Tengo la completa seguridad de que si Paco se hubiera enfrentado a Loli y Mayka, que fueron quienes se atrevieron a ponerle en la picota, ahora mismo estaría dentro de esa casa. Ni ‘carpeteras’, ni gaitas.
Pero Paco rehuyó el enfrentamiento, posiblemente aplicando un comportamiento sensato, válido y recomendable en su vida diaria de taxista, pero que no procede en un concurso de exclusión competitiva, como es este. Un concurso que consiste en salvarse uno mientras van siendo eliminados los demás. Paco ha contado que si un cliente en el taxi se pone farruco, le ofende o le falta al respeto, calla e intenta evitar el conflicto porque puede salir mal parado, consiguiendo no cobrar la carrera o incluso que el cliente le denuncie al ayuntamiento.
Pero en Gran Hermano no vale huir del enfrentamiento. Otra cosa es que sea recomendable afrontarlo con templanza e inteligencia, como hicieron ayer Yoli y Alejandra ante lo que Paula presentó como una charla, pero más bien se trataba de un intento de provocación. No podemos saber si Paco habría acertado o no con su respuesta, pero lo que tengo por seguro es hasta qué punto se equivocó evitándola.
Vuelvo a repetir que nada nos hubiera sorprendido si los mismos concursantes que nominaron a Paco hubieran dado la explicación de que es un pesado o que no habían logrado entablar mucha relación con él. Lo que no parece de recibo es abroncar a este concursante por estar pendiente de lo que hacen las cocineras, cuando no las he visto quejarse de que Azahara ande todo el día encima de ellas en la cocina.
Bastante exiguo parece el pecado para ponerlo en evidencia delante de sus compañeros hasta el punto de conseguir que más de uno le empezase a tratar como a un apestado. Esto explica y justifica que en los últimos días hubiera menguado su protagonismo, temeroso de volver a molestar con sus preguntas o comentarios. Todavía tuvieron algunos la desfachatez de criticar su aislamiento, cuando este fue provocado por el trato poco amable que ellos mismos le habían dispensado.
Una lástima que Paco decidiera no actuar, y por eso esté ya en la calle. Ahora pienso en las consecuencias de esta expulsión y no veo nada positivo. Paco desarticuló el sábado las acciones previstas por el comando de asalto a la cocina, cuyas pretensiones eran apartar a las Omaítas de los fogones. Siguiendo su postura huidiza y zen de los últimos días le recomendó a Luis que abortasen la misión. Esta fue su último (y discutible) servicio dentro de la casa. Con Paco fuera los mensajes que les quedan a los concursantes es que quien destaca corre peligro, que las cocineras han ganado la batalla y que a la parejita Omar y Paula les está saliendo bien lo suyo. A decir verdad, panorama desolador.
Paco estuvo anoche en la entrevista mucho mejor de lo que podía prever. Ante una Mercedes guapísima, vestida de pescadera dominatrix, el expulsado estuvo sincero y acertado en unas cuantas ocasiones. De partida, comenzó reconociendo que se había equivocado con los consejos de seducción, aunque he de decir que esa fue una de las noches más divertidas que recuerdo. A su predisposición a la autocrítica, tan poco común entre los concursantes expulsados, habrá que sumar su incredulidad ante la ‘carpeta’ de Omar y Paula, o la dura opinión expresada sobre las Omaítas. De Loli y Mayka dijo que “solo sirven para cocinar y limpiar”, para a renglón seguido afirmar que lo hacen muy mal. Acabáramos.
Un poco duro con las hermanas, aunque no hace falta recordar que ellas han sido las más injustas con Paco. Con respecto a la relación de ‘hamor berdadero’ entre Paula y Omar, sobre la que afirmó que se la creía a ella y no a él, lo cierto es que no podemos entrar en sus cabezas, por lo que tenemos que basarnos en lo que vemos. Buscar referencias en parejas de pasadas ediciones no vale de nada, porque al lado de algunas que continúan estables después de pasados los años, otras dejaron de manifiesto que habían mantenido un romance menos real que los de las novelas por entregas de Corín Tellado. ¿O no nos acordamos de Saray y Prager? Mejor no, pues me vienen a la memoria esos ruidos de besos de caracol que tanto nos atormentaron.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque en este caso podríamos hacer colección. No es necesario explicar por qué algunos coincidimos con Paco desconfiando en las intenciones de Omar. No hace falta decir nada. Basta con detener el relato y observar las imágenes.
Estas son nuestras razones. Si lo que pretende Omar es salir guapo en la tele mientras se aprieta a la chica con la que ha ligado dentro de la casa, me temo que no lo está consiguiendo. No porque el muchacho sea feo sino porque no estamos viendo las imágenes. Para asegurarse de que les vemos en prime time sugiero que den un pequeño paso adelante y se dejen de tonterías como bodas. Lo que toca ahora es meterse en el jacuzzi o en la ducha, hacer como si estuvieran manteniendo relaciones y dedicar el polvo mirando fijamente a cámara. Infalible.
Paula parece más interesada en sacar de quicio a las primas que en salir mona ante cámara en las escenas de cama con Omar. Los concursantes ignoraban que hubiera gala anoche. Igual que contemplaron la posibilidad la fueron descartando, con la ayuda del ‘súper’, quien les indicó que hiciesen vida normal. Pocas cosas hay más divertidas que pillarlos in fraganti, aunque eso tenga como consecuencia que Paco se presentase anoche ante Milá en pijama, lo cual solo consentimos a Pepe Herrero porque fue para llevarse el maletín. Suponían, por tanto, que no habría expulsión hasta el próximo jueves, y eso creo que animó a Paula para intentar poner en una situación de crisis a las primas que pudiera beneficiarle a ella de cara a la expulsión. No olvidemos que Paula y Yoli estaban nominadas.
Hago esta interpretación porque en el planteamiento de la conversación iniciada por Paula no observé el más mínimo intento de solucionar las cosas. Tres cuartos de hora después de haber llegado al dormitorio para tener una charla con Yoli y Alejandra, Paula todavía no se había marchado y me dio la impresión de que seguía rebuscando el modo de hacer saltar a Alejandra, mucho menos templada que su prima. Para su desgracia, no lo consiguió.
Paula fue presumiendo de ser clara y decir las cosas a la cara, lo cual supongo que le da autoridad para decirles a Yoli y Alejandra que son falsas o pelotas. Lo de decir todo a la cara es de una grosería totalmente innecesaria. Más concretamente, llamarlas falsas y al mismo tiempo reprocharles de que no dan besos y abrazos a todo el mundo por igual parece cuando menos paradójico, si no contradictorio. Está claro que Paula y Alejandra no se tragan, lo que ya no tengo tan claro es si deben explicarse los motivos o lanzarse reproches mutuos por eso. “En mi barrio hay muchas niñas y no tengo que llevarme bien con todas”, decía una Paula algo confundida. Pues eso, mujer, que no tiene por qué.
El acercamiento de Paula tendría sentido si hubiera planteado alguna solución o se hubiera visto algún intento de limar asperezas. Más bien al contrario, en todo momento me dio la impresión de que Paula buscaba las vueltas una y otra vez esperando que el contrario perdiese los nervios y estallara. “Quise daros una oportunidad”, decía en el más puro estilo perdonavidas. Paula intentó un posible golpe mortal al enemigo de cara a la expulsión porque en caso de que las primas hubieran saltado habría logrado quedar mejor que ellas.
Alejandra es más impulsiva que Yoli, quien dice de sí misma que es más hippie. Me alegro de que aún así Alejandra lograse controlarse, sin perder los nervios, pero sin bajar la cara en ningún momento. Ambas respondieron con respeto y pidieron perdón a Paula por si le habían molestado en algún momento, incluso por algo tan ridículo como una mirada ofensiva. Ya estamos con lo de la mirada. De los creadores de “me miras mal” y “tienes la mirada sucia”, llega “me lanzas miradas como espadas”. Creo que es el argumento de los que no tienen argumentos.
Solo estuvo Alejandra en un tris de perder los papeles cuando (con mucha templanza, eso sí) le dijo a Paula: “Yo a ti te veo muy infantil y a mí ese rollo no me va”. O sea, le llamó infantiloide a la cara. Y todo ello con muy pocos “sabesono” de por medio. Si podía tener algún pase el acercamiento de Paula lo perdió cuando dice que los supuestos celos de Alejandra por Omar es lo menos importante, cuando esa conversación se produce después de un par de rajadas con el propio Omar y Vitín donde solamente hablan de ese tema. Ayer ampliaron el círculo diciendo que Yoli calienta a Vitín, lo cual hace pensar que estamos viendo otra película. Aunque lo más llamativo fue escuchar a la hawaiana decir “no le he comido la olla a nadie, lo he pensado y no se lo he dicho a nadie”, para pocos minutos más tarde reconocer que sí había hablado mal de ellas, lo cual sabemos todos. Para mentir hay que tener memoria, y estar atento a lo que uno mismo dice.
El fin de semana ha sido intenso, de esos que hacen afición. La cosa estuvo entre ‘Pulseras rojas’ (por el color de las pulseras que monitorizan su actividad y los rapados de Omar y Luis) y ‘Cuarto Milenio’ (por las adivinaciones de la bruja Loli), pasando por ‘Robin Food: atracón en la cocina’ (por el abortado plan de tomar el control de la cocina). Lo menos importante de la conversación del sábado en la cocina entre Fran y Luis es si finalmente se atreven a poner en solfa a Loli y Mayka, disputándoles los fogones . Mucho mejor que eso fue ver a dos concursantes comenzando a jugar y analizando a sus compañeros.
La cosa hubiera perdido fuste si el análisis no hubiera sido acertado, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de que Luis se haya achantado al hacer caso de los consejos de Paco, a quien demostró aprecio (de los pocos que lo hicieron) y siempre ha tenido en cuenta su palabra por considerarlo un hombre sabio, apunta alto en el concurso porque tiene una visión periférica perfecta de la situación, y en particular del resto de concursantes. Después de pasar los primeros días observando todo con detalle, ahora parece ver las cosas claras, aunque tiene serias dudas sobre cómo ha de actuar.
Algo parecido le pasa a Fran, que sigue dando palique a las hermanas, pero afirma sin ambages que no se fía de ellas. He dejado de ver el perfil castrador para el grupo que me pareció apreciar en este concursante los primeros días, y ahora valoro que sea de los pocos que se atreve a mostrar cierto sonrojo por el infantilismo que a menudo rezuma la casa. Y no es solo por la voz de Paula. Luis se atrevía incluso con la intocable Azahara, compartiendo opinión con la expresada aquí fuera por algunos. Su paisano malagueño tampoco entiende ese papel tímido y apocado de una persona intimidada por tener que tratar con un grupo reducido compuesto por otras dieciséis personas teniendo en cuenta los centenares con los que se relaciona diariamente en su trabajo desde hace más de doce años. “Una mujer que trabaja en una discoteca es muy echada 'palante', no me creo esa timidez que tiene aquí”, decía Luis.
La charla en la cocina entre Luis y Fran no solamente fue una auténtica gozada sino que logró emocionar de verdad a este gato veterano. Eran dos personas analizando el concurso y valorando los próximos pasos a dar. Estaban concursando sin ningún pudor. Eso es Gran Hermano, amigos. El Gran Hermano auténtico. Rechaza imitaciones. No te dejes engañar.
Albergo esperanzas de que algún día Luis recupere su plan de asalto a los fogones. Creo que si pierden una prueba o dos lo terminaremos viendo seguro. De momento, su plan del sábado se limitó a intentar buscar apoyos. A cada uno que iba pasando por la cocina le iba preguntando su opinión. “Igual estoy equivocado”, decía Luis, y preguntaba: “¿Tú estás de acuerdo?” Los primos o Xamy fueron algunos de los sondeados, y salvo el riesgo de que se enterase toda la casa de lo contado a la ceutí parece un método acertado.
Moleskine del gato
Paco debe decidirse por una respuesta a la pregunta de quién gana este concurso: ¿El más humilde?, ¿el que más lo necesita?, ¿el que no hace estrategias? Todas estas cosas fue diciendo a unos y otros. Menos malo es ser de ideas cambiantes que ir diciendo a todos lo que cada uno quiere escuchar, como hace normalmente Xamy.
Apunto en mi libreta que otro día, a ser posible mañana, debo hablar de la bruja Loli y sus dotes de adivinación. La pobre Yoli ha sido una de sus víctimas. Está feo que Paco diera consejos de seducción sin que se lo hubieran pedido, pero más delicado veo que esta aspirante a Sandro Rey vaya haciendo como que adivina cosas a la gente sin haber preguntado antes. ¿Y si hay alguien a quien no le agrada que le vayan prediciendo el futuro?
Termino con dos chascarrillos. Primero una brevísima conversación que merece pasar a la historia de Gran Hermano. Pregunta Omar: “¿Cómo se llama tu abuela?", y responde Paula: "Abu”. No tengo palabras. Y Loli ‘Germain’ contó cómo logró quitarse las pastillas para dormir: “En lugar de una pastilla, dos tintos”. Es mi consejo de hoy.