Evoluciones llamativamente distintas en varios concursantes
Cada concursante experimenta una evolución diferente durante su estancia en la casa. Unos van teniendo más protagonismo según van pasando los días del mismo modo que otros van viendo reducir el suyo, o bien a consecuencia de la expulsión de determinado compañero. También sucede lo contrario, como digo. En algunos casos más que una evolución observamos cambios de actitud más o menos difíciles de atribuir a según qué circunstancias, concursantes que unas semanas están apagados y medio desaparecidos, mientras en otras se les ve mucho más resolutivos y animados. Hoy voy a ejemplificar esto que digo utilizando a tres de los que aún siguen en la casa: Alejandra, Paula y Jonathan.
Jonathan pertenece al tercero de los grupos apuntados. Es posible ver a este concursante una semana entera acostándose el primero, estando varios de sus compañeros activos, ya sea cada uno por su lado o en reunión grupal. En algunas fiestas apenas he reparado en su presencia y durante días su único protagonismo se lo ha facilitado Yoli, acudiendo por la noche a su cama para permanecer junto a él un rato, o haciendo eso mismo después de despertar. Tengo la sensación de que algunas semanas apenas escribí su nombre, y si lo hice fue de pasada, sin que hubiera sido protagonista en ninguna de las tramas que se iban sucediendo.
Podemos hacer el ejercicio de intentar repasar los momentos clave de esta edición de Gran Hermano, e intentar recordar el papel que tuvieron varios concursantes en ellos. Si lo hacemos con Jonathan apenas aparece. El gran momento, sin ningún género de dudas, fue la noche de las cuatro horas en que Omar cambiaba de pareja. Pues bien, su intervención era nula mientras Juanma la tenía en dos destacadas ocasiones. Primero en esa reunión con Omar y Fran en el vestidor, donde el madrileño consultaba la opinión de sus dos compañeros. Luego en el momento estelar, cuando el grupo decidió dejar de escuchar desde el dormitorio e invadía el salón. Entonces Juanma tenía palabras justas y acertadas para Omar. Fue precisamente desde ese momento que los primos no dejaron de nominar a su compañero. Pero solo uno de los dos tuvo algo que ver en todo eso, y no fue Jonathan.
En la mayoría de situaciones de cierta importancia sucedió lo mismo con Jonathan: ni estuvo ni nadie esperaba que estuviera. Por su lado, en aquellas donde sí tuvo algo que decir, con frecuencia le vimos haciendo una cosa y la contraria. Esto da muestra de un carácter algo cambiante, poco firme y dubitativo. Recuerdo como se quitó la pulsera que le había dado su “personita de fuera” tras leerle la bruja Loli las cartas. Bueno, mejor dicho, fue la propia Loli quien se la quitó. Y un par de días más tarde la recuperaba tras haber pasado ese tiempo colgada de la encina del jardín. No es bueno ni malo dudar, posiblemente la duda sea necesaria, tan solo apunto una parte de su forma de ser, porque puede tener relación con su evolución en el concurso, precisamente lo que intento analizar.
La historia de Jonathan con Yoli (prácticamente lo único que le ha dado algo de protagonismo, como apunté antes) es muy representativa de su evolución. En resumen: no hay evolución. Lo suyo ha sido un movimiento perpetuo hacia un lado y el contrario, una actitud errática y cambiante. Pero no solo fue así en su relación con la prima, sino también en todo lo demás. Anoche teníamos una buena muestra de esto que digo. El Jonathan de otros días, ausente en las fiestas, primero en coger la cama, callado y apocado, se convertía en el alma de la fiesta, terminando con un singular atracón de la despensa, donde buscaron cosas a punto de caducar.
Jonathan bailaba junto a Yoli y su primo, bromeaba sin pudor con la misma chica que el pasado viernes le hacía llorar en el ‘confe’, cansado de su acoso. No evitó bromas sexuales o lo que se terciara. En este caso no tenía a su primo para echarle la culpa por haberle puesto en un aprieto, como hizo el viernes. Con un Luis nostálgico y sumido en un mar de lágrimas, lo cual dejó también a Paula fuera de circulación, y un Hugo que ya ni siquiera está activo en las fiestas (su único momento de relumbrón en estos setenta y cinco días de encierro), Jonathan fue ayer el más alegre y animado. ¿Quién le ha visto y quién le ve? Y sombra de lo que era.
Jonathan no reconoce su propia sombra a veces. Me atrevería a decir que el Jonathan nominado tiene dificultades para reconocerse a sí mismo cuando no lo está, o viceversa. Y aquí he llegado a la clave de su evolución en zigzag, su cambiante actitud y el modus vivendi tan diferente unos días u otros. O tal vez deba decir unas semanas y otras. Lo he apuntado hace tiempo en alguno de estos escritos, Jonathan permanece como un palo, tendido bocabajo en la cama, cuando Yoli se tumba a su lado, siempre y cuando no esté nominado. Porque si lo está hace cucharita con ella, la abraza y a punto está de dejarse besar en la boca. Las cobras tornan en culebrillas de suaves y casi imperceptibles movimientos. Puede parecer todo eventual, pero está medido y controlado al milímetro. A una situación le corresponde siempre determinado tipo de reacción. Estando nominado es mucho más permeable y cariñoso con Yoli, al tiempo que se muestra activo en las fiestas y hasta es capaz de ser el último en irse a la cama.
Por seguir con el ejemplo de ayer, y rematar con esto, anoche Jonathan se iba a la cama el último, y además lo hacía de forma inédita. No era Yoli quien se metía en su cama sino que fue Jonathan quien acudió a la cama de la prima. No recuerdo un precedente. Imagino que el miedo a la expulsión aumenta según van pasando las semanas. Ahora o nunca, debe pensar el valenciano. Si para quemar sus últimos cartuchos debe ir como un corderito a la cama de Yoli pues bien empleado estará. Eso sí, cuando luego se vuelva a quejar agobiado por el acoso de Yoli yo particularmente me voy a reír con ganas. Incluso pensaré que es un llorón y un aprovechado. Eso sí, solo las semanas que toca, el resto me parece un tipo muy normal.
Espero que sepa el lector entender la ironía en mis palabras. Tanto cuando llamo a este concursante aprovechado como cuando afirmo que es un tipo normal. En realidad, no termino de entender qué hace ahí un tipo que no ha sido capaz de entender un concepto tan sencillo como que en algún momento deben pasar por la sala de confesiones para hacer un repaso del día y compartir con el ‘súper’ sus sensaciones. Si cada día hace lo que vimos en el resumen diario de ayer apaga y vámonos. Era algo así: “Me he levantado esta mañana, súper, y como hago cada día he mirado en la habitación de Azahara a ver quién quedaba dormido, y he visto que Hugo todavía no se había levantado, y luego he saludado a mi primo, me he preparado el desayuno…” ¡Por el amor de Dios! Todo esto después de avisar de que iba a hacer su repaso del día. ¿Nadie le ha dicho que no consiste en eso?
En quién sí he visto una evolución clara ha sido en Alejandra. Ella es de esas concursantes que depende mucho del entorno. Las personas que tiene alrededor determinan su cuota de protagonismo, también su propio bienestar. Me atrevo a decir que se desenvuelve mejor en el petit comité que ante un grupo numeroso. No deja de ser una contradicción parecida a la de Azahara, ya que Alejandra también trabaja en una discoteca, aunque en su caso me refiero a su bienestar más que a la capacidad para gestionar sus relaciones.
Creo que Alejandra está más a gusto ahora, a pesar de echar en falta una cuota de atención mayor por parte de sus compañeros, especialmente de su prima, como comenté ayer. El grupo reducido de concursantes la beneficia y hace brillar más. A pesar de lo cual, creo que sus mejores momentos han tenido lugar cuando el grupo era mayor y siempre que se produjo un enfrentamiento con otro compañero. Su respuesta ante una visita de Paula más bien provocadora a los pocos días de comenzar el encierro fue uno de sus momentos más reveladores. También cuando se enfrentaba a una discusión absurda y bizantina con Luis en el vestidor, demostrando tener más personalidad de la que muchos pensaban, incluido el torero.
La conclusión sería que Alejandra está más a gusto ahora y aparece ante el espectador con un mayor atractivo. Sin embargo, sus mejores momentos, aquellos que la han traído hasta aquí, fueron con una casa llena de concursantes y muchísimas tensiones. La pasividad zen de Yoli es recomendable en muchas ocasiones, además de ser un bálsamo si se trata de una persona cercana con quien nos relacionamos en nuestra vida diaria. Sin embargo, con vistas a este concurso, es preciso demostrar capacidad para afrontar momentos de tensión con algo más que toneladas de paciencia y facilidad para dar palmaditas en la espalda, aunque sea en sentido figurado.
Alejandra ha demostrado ser capaz de afrontar esos momentos a los que me refiero, aunque le supusiera un disgusto importante, y no terminara de rematar nunca. Esta ha sido la edición de los que no remataron, concursantes capaces de afrontar enfrentamientos, pero que dejaron pasar la oportunidad de vencer dialécticamente a su oponente, o al menos de hacerlo de forma contundente. Cuando más cerca estuvo fue con Luis, y aún así le faltó un poco de picardía y, posiblemente, algo más de maldad. Tal vez debería decir malicia. En todo caso, el paso del tiempo le ha sentado muy bien. Alejandra se ve cerca de la final, llegue o no, y eso parece darle la tranquilidad suficiente para ser más diva que nunca. Por eso ha pasado de permanecer en un discreto segundo plano durante casi todo el tiempo, del que solo salió ocasionalmente, a coger las riendas y convertirse en omnipresente. Su evolución ha sido creciente y ascendente, tanto en brillo como en protagonismo.
Y me queda el tercero de los casos propuestos al principio de este escrito. Paula empezó pisando muy fuerte, hasta llegar a convertirse en la gran protagonista de esta edición. Ese título ya no se lo quita nadie, aunque es un mérito dudoso puesto que le ha reportado más de un inconveniente importante. El hecho de que la trama central de esta edición haya tenido dos protagonistas tan distintos perjudicó claramente a Paula. Omar tuvo un perfil bajo como concursante gris y bastante pasivo. Paula, por el contrario, es todo un torbellino, una auténtica joya para analizar reacciones y comportamientos. Concursante generosa donde las haya, protagonista pretendiéndolo y sin pretenderlo, auténtica vida en esa casa durante semanas.
La parte negativa es que esto la llevó a protagonizar muchos más vídeos que los demás y merecer muchos más comentarios que nadie. Más de un lector me preguntó por qué estaba defendiendo a Paula, y cuando respondía animando a que me señalasen una sola línea que demostrase tal apoyo tuvieron que darme la razón. Se confundía inadvertidamente la cantidad de menciones con un apoyo que no aparecía por ninguna parte. Esto mismo le pasó a muchos con el tratamiento que le daba el programa a esta concursante, y de ahí los absurdos comentarios sobre un favoritismo que nunca llegué a ver. Es más, estoy convencido de que nunca existió, salvo en las mentes poco analíticas de quienes se dejan llevar por sus gustos y preferencias personales, siendo capaces de trastocar la realidad, e incluso de traicionar afectos por ello.
No había trato de favor alguno. Aquí el único favor a Paula se lo estaba haciendo ella misma, al mismo tiempo que beneficiaba al programa otorgándole un interés que no sé si hubiera logrado de no estar ella. El pago recibido fue una injusta campaña que alguna reacción contraria tuvo a modo de compensación. No sin esfuerzo, porque intentar hacer brillar a algunos concursantes es una tarea tan complicada como digna de encomio. En todo caso, el daño estaba hecho y ya será casi imposible de levantar la sombra de duda sobre esta concursante. Por desgracia, apuntaban bien y con bastante precisión quienes pretendían perjudicarla.
La evolución de Paula tenía que ser obligatoriamente la contraria a la de Alejandra. Tras ser el centro de atención durante semanas, solo cabía ir mermando protagonismo, como así ha sido. Independientemente de los comentarios maliciosos, es una evolución natural y lógica. Nadie puede concentrar la atención todo el tiempo, no es ni siquiera deseable. Paula ha reclamado su propio derecho a vivir de otra manera el concurso. Se ha refugiado en Luis, un concursante tranquilo que en ocasiones intentó frenar el impulso natural de esta concursante, pero ha logrado entender que esto es imposible, además de innecesario. Por eso en las últimas semanas Paula ha bajado el pistón y ha cedido el protagonismo a los otros.
Anoche Luis lloraba y Paula necesitaba estar con él, abrazarle y mimarle de igual modo que hizo él con ella tantas veces. No sé lo que le pasa al torero, pero lleva unos días de bajón, por mucho que intente convencer a sus compañeros de que llora de alegría y emoción, para que no se preocupen por él. Los dos estuvieron casi ausentes durante la fiesta. Le tocaba al Jonathan nominado y a una Alejandra en su mejor momento.
Si Paula fuera de otra manera pensaría que por su cabeza pasa la idea de que la suerte está echada y, por tanto, toca descansar un poco. Pero sé que no es así, porque eso es tirar la toalla de algún modo. Solo con el maletín en la mano diría Paula: “Alea jacta est”. Amén.
Moleskine del gato
Solo un brevísimo comentario sobre la encuesta de favoritos que funciona en esta página desde el pasado lunes. Más bien una pregunta: ¿No es curioso que Jonathan sea el menos votado como favorito al tiempo que también aparece como el menos votado para la expulsión de esta semana? Solo un 2 % de los más de 50.000 votos acumulados cuando escribo estas líneas han mostrado su preferencia por Jonathan. Poco más de un millar de votos. Me cuadra tanto este resultado como me chirría, y hasta me enoja, el de la expulsión.
Y dejo el retrovisor de ayer en MorninGlory, dedicado a las músicas que han sonado en la historia de Gran Hermano. Por una vez me convertí en una mala copia de Tony Aguilar, y casi seguro que será la última.