El inquilinato

telecinco.es 13/10/2008 08:09

Tenía previsto hacer un paralelismo de la situación creada en la casa nueva con las teorías matemáticas de subconjuntos y superconjuntos, con productos cartesianos y funciones, pero dado el lío que monté aquí el viernes con el juego de las tres puertas, mejor dejamos las matemáticas para otros más preparados, que doctores tiene la ciencia. Me inclino, por tanto, a hablar de que la mencionada situación me sugiere tres categorías distintas de habitantes en ese cielo al que todos quieren llegar. Pero antes diré algo sobre la expulsión de mañana.

Si los porcentajes ciegos que dieron anoche en el debate se corresponden con los de nuestra encuesta, podríamos decir que Ana resultará expulsada con el 56,9%, Almudena continuará en la casa vieja con el 30,7% y Loli obtendrá su pasaporte hacia el cielo de la 'casa 10' al obtener tan solo un 12,4% de los votos. Claro está, que la encuesta no es dogma de fe y se puede equivocar. Pero vamos a dar por supuesto, dado lo mucho que se acercan sus resultados a los oficiales, que es esta la atribución de porcentajes. Siendo así, Loli tiene prácticamente asegurado que volverá a ver a sus antiguos compañeros, al tiempo que conoce a dos nuevos. Esto parece invariable, pero no así lo de Ana y Almudena. Si la semana pasada fuimos capaces de darle la vuelta a las votaciones, impidiendo la salida de Iván, y ahora estamos contentos por ello porque el cántabro residente en Zaragoza ha revitalizado de forma prodigiosa esa casa, de la que apenas hablábamos antes, esta semana podemos hacer lo mismo con la 'loca... de vez en cuando'.

Durante la semana he tenido alguna duda, incluso he pensado en aplicar el juego de las tres puertas con las tres nominadas, pensando si no debía cambiar mi apuesta. Pero realmente sigo teniendo claro que Ana debe seguir en el juego. Sigo pensando lo mismo de ella, me parece manipuladora y, con frecuencia, insoportable, lo cual no quita para que piense que no podemos permitirnos esta pérdida. Nadie es imprescindible, pero veo a esta concursante como una encarnación perfecta del espíritu de este programa, especialmente el de las últimas temporadas. Porque Ana Toro es imprevisible, y yo pido desde aquí su indulto.

Y ahora lo de las clases de habitantes formadas en la casa nueva. Según yo lo veo, estaría por un lado la que se cree dueña de la casa, esposa dubitativa (Gema) a la que empiezan a asaltar las dudas sobre la estabilidad de su matrimonio. Luego vendrían los inquilinos, es decir, su temeroso marido (Carlos F.) y aquellos que primero accedieron a esa mejor vida (Orlando y Carlos H.). Finalmente, esta semana habrían establecido una nueva categoría, que no sé bien si definir como de okupas o simplemente vecinos, de cuya temporalidad no tienen duda los pertenecientes a los dos primeros grupos, y de momento formada solamente por el último en llegar (Iván). Esta división en clases es casi consustancial en la formación de comunidades. Lo curioso es que, por lo general, cuanto mayor es la comunidad más marcadas son las diferencias entre clases, y hablo de cantidad de integrantes del grupo. Sin embargo, en este caso estamos ante una comunidad capitidisminuida de principio, que espera un aumento de población pero de momento solo se constituye por cinco personas. A pesar de ser tan reducido el número de habitantes, estos nos han sorprendido con el establecimiento de las clases descritas.

El 'inquilinato' (nuestro Rdois-Pdoff lo ha definido con base jurídica como usucapión, figura recogida en derecho como una de las formas de adquisición de la propiedad de las cosas, concretamente es "la posesión por el ejercicio como dueño durante un cierto tiempo") ha sido establecido por la 'dueña' Gema, esa mujer que de normal necesita tomar su litro y medio de leche diaria y que mientras controla al inquilino Orlando cuantas rodajas de embutido le pone a su bocadillo no tiene empacho (nunca mejor dicho) en decir que ella se come las galletas que le "salen del chocho" (sic). Ella es la que ha fijado el cupo de inquilinos, a los que raciona la comida y somete a su disciplina, al tiempo que se ha erigido en autoridad para decidir quiénes de los próximos habitantes tienen la consideración de inquilinos y cuáles son apestosos visitantes. A Iván le ha tocado el papel más ingrato, si bien supongo que no han reparado en lo mucho que suele sancionar la audiencia votante situaciones de injusticia a una minoría dentro de esa casa.

De los oprimidos bajo el 'inquilinato' de Gema, solamente Orlando se atreve a contradecir a la dama de la casa, pero ella se lo consiente porque se derrite cuando le mira. Tenía mis dudas sobre ello y en algún momento he llegado a pensar que estábamos siendo manipulados por las imágenes respecto a la relación de estos dos habitantes. Gracias al debate de anoche, mejor encaminado que los anteriores tras alguna baja clamorosamente necesaria, he visto con claridad que Gema mira al 'feirante' con otros ojos, y que cuando llora no lo hace solo por su perro o las personas queridas de aquí fuera, sino que realmente se está doliendo al tener en el mismo plano de visión a un marido al que tanto debe, con el que ha aprendido casi todo al llevar con él desde los dieciséis años, y un Orlando que la ha cautivado sin remisión. Es por esto que le permite a él lo que no permitiría ni siquiera a su marido.

A pesar de lo que cuento, se vislumbran ya dos posibles grupos que no terminarán de definirse porque el valenciano está curtido en mil ferias, tiene bien aprendida la lección de desconfiar hasta de su padre, y le gusta más sonreír (lo cual hace casi de continuo) que discutir. Orlando es comprensivo y razonable, aunque sean otros lo que parecen querer arrogarse ese papel. Por ejemplo Carlos 'soylapera limonera', que habla sin sonrojo de su "escala de valores", afirmando que ellos "son los razonables", cuando pretende que en la compra de esta semana pidan agua mineral al tiempo que aspira a decidir él mismo cuánto tabaco puede comprar Iván. Este sondea al más comprensivo de sus compañeros para ver si le parece bien que plantee reservar una pequeña parte del presupuesto semanal (5 euros) para caprichos personales. Orlando está de acuerdo porque desearía poder comprar cervezas o patatas fritas, mientras que el 'urogallo' Iván quiere poder comprar dos paquetes de tabaco, uno de los cuales saldría de esa asignación personal. La propuesta llega al resto de habitantes justo cuando su propulsor está en el 'confe' y todos son problemas para la estricta Gema y el resto de 'inquilinos'.

Es absurdo ver a Carlitos (así han decidido llamar al 'maridito') protestar por el tabaco que está fumando Iván cuando es un tabaco que él mismo le está ofreciendo. Aún si fuera el otro quien le pidiera podría quejarse, aunque bien es sabido que "ante el vicio de pedir está la virtud de no dar". Lo que hace es inexplicable, y aún más que pretenda le devuelva el tabaco la próxima semana. Pero lo que está rayando el delirio es que se oponga a la pretensión de Iván, que no es otra que comprar un primer paquete del presupuesto común (es lo que los demás fumadores pretenden para ellos) y otro segundo del presupuesto personal, que quiere destinar precisamente a poder devolver el favor prestado e invitar de su tabaco a la pareja. Carlos H. remata la sinrazón con su afirmación de "hacer presupuestos para caprichos es insolidario" o "un paquete es razonable... nosotros somos los razonables...", luego se ha de hacer lo que ellos decidan. Eso sí, dos vasos de leche garantizados para la 'dueña' y agua embotellada para el 'marqués'.

La comida, la compra y el tabaco son tradicional motivo de discusión en Gran Hermano. Es así desde siempre, pero me sigue sorprendiendo que no hayan aprendido un par de reglas básicas. Primero, que aún siendo prioritario la compra de alimentos sobre la de tabaco, los fumadores padecen una dependencia que ha de tratarse con idéntica seriedad que si tuvieran viviendo con ellos a un celíaco, que requiere de una atención especial. Segundo, que la asignación de una parte pequeña del presupuesto para caprichos personales es beneficioso en orden a reducir la tensión que este avatar de la convivencia puede producir entre ellos. Y último, pero no menos importante, que no es nada recomendable tratar de imponer las cosas por la fuerza, ni siquiera estando asistidos por la opinión de una parte mayoritaria de la casa. Aunque la clave estaría sencillamente en que no fueran injustos y midieran a todos por el mismo rasero. Dos paquetes de tabaco para toda una semana es una aspiración más que razonable, diga lo que quiera quien sea.

No solamente en la casa nueva empiezan a hacer planes de compra, sino que en la vieja también se ha convertido este fin de semana en un tema recurrente, para sufrimiento de esos estómagos que, salvo la cena china del cumpleaños de Li, poco están recibiendo estos días. Además, no hay un único marqués sino que Mirentxu también demuestra serlo cuando con la misma cara de asco con la que denostaba un famosísimo almacén de ropa afirma que ella no comerá las migas que preparó Almudena (con la ayuda de Palomares y Gisela). Para ella las migas, en lugar de ese plato tradicional de pastores, es eso que en su casa se recoge del mantel y del suelo, yendo a la basura de forma directa. Menuda es la 'Miren'.

Cambiando de tercio, pero no de protagonista, el sábado hubo fiesta en Guadalix. Se celebraba el cumpleaños de Li, en el que hubo cena china (tampoco le gusta la comida oriental a la más longeva de la casa), karaoke y un poco de alcohol. En general estaba siendo una fiesta sin mucho que destacar, hasta que a Mirentxu le rotó la cabeza y detrás fue todo el cuerpo. Tras unas cuantas vueltas en el jardín del patio fue a parar de culo al suelo. Acto seguido se fue al salón sin atender las recomendaciones de que se cambiara de ropa, al llevar la espalda y el culo mojados. Aunque el momento cumbre fue cuando en el cuarto de baño empezó a dar vueltas en círculo. Lástima que su petaca debió de quedar perjudicada con la 'culotada' y no la pudimos escuchar, porque la estampa es digna de verse. La cogorza que llevaba la abuela era fina.

Termino con un detalle de Gema, la 'dueña' de la casa nueva, y una nueva perla china. La esposísima habla el otro día del piercing que lleva en su nariz y que piensa cambiarlo por uno de oro, a juego con el que lleva bajo el labio. Cuenta también que tiene otro de oro que es un aro, pero que no lo lleva nunca porque le hace muy macarra. No piensa que aparente parecerlo también cuando no lleva ese aro, por lo visto. Y lo de Li, con la que me está gustando cerrar muchos días. Si en otras ocasiones el arma elegida por la 'muy china' es un juego de cuchillos, anoche decidió cambiarla por un ladrillo. Contaba que hay una estrella del rock en China de quien se declara fan fatal y de sus planes para llamar la atención de este en medio de un concierto. Lo primero que se le ocurre es tirarle un ladrillo, método que considera infalible para que su ídolo no la olvide. Luego también planea desmayarse delante de él, pero Gisela intenta convencerla de que es mucho mejor lo del ladrillo. No sé qué se le puede ocurrir lanzar mañana, pero yo no permanecería muy relajado a su lado.

[Esta mañana, a las 12.30 horas, la última expulsada, Raquel Gómez, responderá vuestras preguntas en un nuevo encuentro digital. Por otro lado, dejo el genial vídeo 'homenaje' que han preparado para nosotros las chicas de NQSTD dedicado a Ana Toro, que podéis ver también en MiTele, de donde podéis llevaroslo a un blog o web, así como enviarlo a un teléfono movil. Y también la cartelera de hoy, con las tres nominadas transmutadas en protagonistas de una serie televisiva.]