Las Lauras se desmarcan de Rappel

telecinco.es 04/04/2016 09:35

Entre discursos de una campaña electoral poco convincente están pasando estos últimos días en la casa más famosa de Guadalix de la Sierra. Prolongar la fase final del concurso tantos días con tan pocos concursantes no le hace ningún favor a nadie. Para los concursantes es un final agónico que incrementa sus ganas de que esto termine, sea como sea. No es por eso que Laura Campos, también conocida como Yolanda Montes, sigue pidiendo en sus discursos el voto para Laura Matamoros, una irregularidad que bastardea el resultado final y exige medidas de cara al futuro para impedir tal despropósito. El resto siguen pidiendo el voto para ellos mismos, de momento, pero con ánimos desiguales. Muchos días más y terminarán diciendo a la audiencia que voten lo que les dé la gana. Para la audiencia el prolongado final supone una desconexión lenta. Y necesaria. Ayer poco después de medianoche estaban todos acostados. El espectáculo merma y se resiente.

Los eslóganes han sido elegidos por los concursantes sin mucho acierto. “Una ganadora express”, dice el de Laura Campos. Lo express en su caso ha sido el apoyo brindado a su tocaya. La primera noche ya expresaba su intención de apoyarla en todo lo que pudiera, cosa que repetiré tantas veces como considere necesario. De alguna forma hay que compensar las mentiras vertidas por ella y Dani Santos, que siguen intentando hacernos creer que han cambiado su visión de las cosas con el paso de los días. Como si no fuéramos testigos de aquella conversación entre susurros en la cama pocas horas más tarde de incorporarse al concurso. Laura no explicaba por qué su pleitesía a otra concursante. Dani hablaba de su deuda de gratitud porque los seguidores de Matamoros le apoyaron para hacerlo concursante. Tal para cual.

“Confía y tendrás claro tu futuro”, dice el lema de Rappel. Otra vez intentando hacer fortuna con el futuro. Su carrera se basó en eso, pero no parece previsible que vaya a tener el colofón deseado. Su llanto de estos días, asunto del que hablaré más adelante, probablemente tiene más relación con esto que con otra cosa. Prácticamente seguro de que no va a obtener mucho más del 1 % de los votos ve frustrado su intento de culminar así una carrera de éxitos. Lleva meses presumiendo de ser querido en toda España y conocido mundialmente. Lo segundo ya sabíamos que era una sobrada que solo está en su mente. Ahora se vislumbra la demostración de que lo primero tampoco es cierto. Normal que esté deprimido. Bastante con que se levante de la cama y siga manteniendo el ánimo.

“La personalidad es lo que importa”, reza la frase elegida por Laura Matamoros. Me recuerda a aquel programa del doctor Bartolomé Beltrán, primero radiofónico y más tarde televisivo, llamado ‘La salud es lo que importa’. No entraré en si le falta o le sobra personalidad a esta concursante. La clave está tanto en tener mucha o poca como en estar contento con la personalidad de uno. Que la audiencia apruebe la de Laura me sorprende, pero no tanto como que ella misma esté orgullosa. Ni siquiera estoy de acuerdo en que se ha subido al tren del odio conducido por otros. Mostró su odio desde el primer día, ya fuera hacia Javier Tudela, Makoke, Lucía, Liz, Alejandro, Carlos o quien fuera.

Para terminar, el eslogan de Carlos Lozano es “Con la verdad por delante”. Si digo que es el más presentable dirán que soy ‘lozanista’. La verdad es que llevamos semanas y semanas de concurso en las que todos los demás han ido a remolque de este concursante. La verdad es que su aguante y buen carácter son admirables, por mucho que algunos se empeñen en hacer ver lo contrario. La verdad es que sin Carlos Lozano esta edición VIP habría necesitado de un fibrilador día sí y día también para reanimar al muerto. La verdad es que si Carlos no gana será posiblemente la primera vez que me atreva a hablar de injusticia.

El viernes hablaba ya el desmarque perfecto que apuntaban las dos Lauras de Rappel y el primer finalista descartado, Dani Santos. Los días lo han confirmado con creces. Lo que han hecho, sobre todo con Rappel, es increíblemente sucio y feo, pero también he de decir que demuestra cierta inteligencia. Si no hacen algo así es muy posible que en estos momentos este gato andara escribiendo con asombro sobre su torpeza. Veamos, Dani Santos es descartado con un 0,7 % de los votos, según supimos anoche por el Debate. El último dato conocido por audiencia y concursantes era un 0,6 %. Semejante porcentaje indica una aceptación tan escandalosamente baja como para renegar un poco de este concursante. Con motivos o no, es normal que las Lauras digan ahora que a Dani se le fueron de la mano las discusiones. Su imagen abalanzándose sobre un Carlos pacífico metido en su cama intentando que le dejasen dormir es demoledora vista desde fuera o dentro de la casa.

Faltaría que explicasen bien por qué se reían mientras Dani tenía una actitud tan poco defendible. Diría que alguien se lo preguntó a Matamoros en las ruedas de prensa del jueves, pero los candidatos en eso están siendo muy políticos. Ponerles un atril y decirles que están en campaña es suficiente para que empiecen a comportarse como políticos. El periodista pregunta una cosa y ellos responden otra. Al final, la culpa es del mensajero. Pura imitación de la política. Hasta tenemos una candidata corrupta, tránsfuga antes de tiempo. Déjate que no tengan votos desde Panamá.

Digo que entiendo el desmarque de Dani, aunque se vea claramente el oportunismo porque en su momento les pareció muy divertido. En el caso de Rappel hay que hacer mayor esfuerzo para asumir que quien hasta ahora era su compañera preferida de costura, con la que hacía trajes por doquier, sobre todo a Carlos y Alejandro, ahora reniegue de él. También la Toti que ha tratado a Rappel como si fuera su entrañable abuelito. Lo gracioso es que las Lauras comenten lo criticón que es Rappel y luego reabran el taller de costura para seguir tejiendo trajes a Carlos.

El principal reproche de las Lauras a Rappel es que no se atreve a decir a la cara las mismas cosas que dice luego en los aquelarres del dormitorio de los pájaros. Se juntan aquí dos comportamientos que compartimos todos en mayor o menor medida. No decir a las personas lo mismo que comentamos de ellas con terceros es no solo normal sino necesario muchas veces. He puesto otras veces el ejemplo de que no iría al puesto de periódicos y le diría a la quiosquera “deme el diario, antipática”, aunque he comentado que lo es muchas veces con gente de mi entorno. Tampoco he dicho nunca a un jefe: “De acuerdo, gilipollas”. Y no será porque no estaba justificado. Opiné que lo era infinidad de veces con amigos y otros compañeros de trabajo, pero no se lo hubiera dicho a la cara. En caso de hacerlo habría demostrado ser dos cosas: maleducado e inconsciente. Aparte de quedarme sin trabajo casi seguro.

El otro comportamiento comúnmente extendido que aflora en lo que dicen las Lauras no es otro que acusar a los demás de aquello que nosotros también hacemos. Tampoco ellas dicen lo mismo en los aquelarres nocturnos que luego a la cara de aquellos a quienes masacraron la noche anterior. En conclusión, todos criticamos cosas que también hacemos y no decimos a la cara de la gente lo mismo que opinamos hablando con otros. Después de este agotador derroche de empatía toca explicar por qué dicen esto de Rappel.

No se puede decir que el adivino no se haya enfrentado a cara de perro con Carlos, por ejemplo. Veríamos fatal si le criticase a sus espaldas y luego no se atreviese a toserle. No ha sido así nunca, y las discusiones con su enemigo han sido siempre en tono duro y amargo. ¿Por qué dicen lo que dicen Laura y Laura? Creo que porque Rappel en eso se parece a Carlos y es capaz de contemporizar en pos de una buena convivencia. Se guarda su veneno para otros momentos y cuando está de buenas es amable y nada ácido con Carlos. Entendible también. Tanta empatía está acabando conmigo.

Aunque lo que realmente mueve a Laura Matamoros y Laura Campos es la necesidad de desmarcarse de un concursante finalista que llevando ahí desde el primer día no logra levantar más de un 1 % de los votos y el jueves fue duramente cuestionado en las preguntas de las ruedas de prensa. Las alarmas debieron sonar en la cabeza de sus dos compañeras de concurso al ver que Rappel no es nada querido, todo lo contrario de lo que había hecho creer el adivino. Ya lo dije el viernes, era hora de soltar lastre vaciando las alforjas. Apartaron de un manotazo a Rappel como un nuevo apestado. Repito que me parece lógico, aunque resulte fuerte. Y para el protagonista doloroso.

Entiendo tanto el desmarque como el dolor de Rappel. Como dije antes, sus lágrimas del confesionario hace unos días probablemente expresen la frustración de no lograr con su participación en este concurso el colofón deseado a su carrera profesional. También lástima por haber sido tratado como un apestado por sus afines en la casa. Rappel se ha tenido que dar perfectamente cuenta de que Laura Matamoros ha mantenido un lacerante silencio cada vez que aclaraba eso de que él no ha criticado solo. Le hubiera tranquilizado un “hemos sido todos, no hablabas solo y los demás hemos comentado tanto o más que tú”. A estas alturas no lo espera y apuesto que esto es menos importante para él que constatar el poco apoyo de la audiencia. Normal que hasta se arrepienta de haber querido vivir esta experiencia.

Y mientras en la casa siguen convertidos en políticos, aquí fuera asistimos con pasmo a espectáculos como el que nos ofreció Diego Matamoros el jueves y viernes de la pasada semana. En la gala le negaba a Alejandro un Deluxe a su costa. ¡Nos ha fastidiado! Como que él ya lo tenía asegurado. Así cualquiera. Su infantil abandono del plató y la enérgica reacción fuera fueron temas abordados en su intervención televisiva del viernes. Torpemente, Diego afirmaba que un responsable del programa le había dado la razón. ¡Meeeeec! Error.

Al rato aparecía en plano un Francisco Nicolás a quien cada día veo más a gusto en el medio. Llevaba un teléfono en la mano y estaba dispuesto a leer un SMS. No, el mensaje corto no decía “Ánimo, Diego”, sino que venía a negar su afirmación de haber recibido apoyo desde la dirección del programa. Fran no iba a revelar el autor del mensaje, entre otras cosas porque le pedía que no lo hiciera. Segundo error de Diego. Esta vez dramático. “Es un mensaje de Jaime Guerra”, decía el hijo de Kiko Matamoros. En el mensaje negaba haber dado la razón a nadie y pedía, precisamente, que no le mencionasen. Diego cantando línea. ¡Seguimos para bingo! Es el bingo de los torpes, amigos.

Moleskine del gato

Me permito hacer hoy en este punto lo que en los viejos foros de Internet llamábamos un “off topic”. Me quema en las manos un libro que he devorado con avidez este fin de semana, aprovechando la languidez en la que está sumida la casa de Guadalix. Necesito compartir mi placer al leerlo. Es la primera novela de Nuria Labari, titulada ‘Cosas que brillan cuando están rotas’. Tenía muchas ganas de leerla desde que asistí el miércoles pasado a su presentación en una librería madrileña. Marta Fernández y Ana Bueno, aparte de la autora, supieron transmitirme las ganas. También ayudó la oportuna aclaración final de una Rosa Montero que en primera fila parecía amadrinar esa presentación. “No es tan dura como puede parecer”, decía la escritora sobre la novela. Bendita novela que si de antemano parecía interesante me bastó con leer sus seis primeras páginas, justo las que aparecen bajo el epígrafe “Día 1”, para quedar atrapado hasta el “Día 10” final.

El concepto del “extrañamiento”, especialmente aplicado a uno mismo, no había estado nunca en mi mente de la forma que está ahora. La novela es bella y dolorosa, igual que mezcla la realidad con la ficción. No voy a emular a un crítico literario porque no lo soy ni podría. Tampoco estaría hablando de esto ahora si no fuera Nuria la primera persona con la que me senté a hacer planes para traer aquí este blog. Acostumbro a tomar decisiones por impulsos y de no ser por su contagioso entusiasmo, su sonrisa y su asombrosa capacidad de asombro igual hubiera dicho que no. Como contador de historias que soy, de mayor me gustaría ser Nuria Labari. Si a mí me ha gustado ‘Cosas que brillan cuando están rotas’ al fiel lector de este blog le va a gustar seguro. Diría que me hagan a mí las reclamaciones, pero no las habrá.