Meri, demasiado natural

telecinco.es 21/12/2016 10:03

Último daguerrotipo de la temporada para Meri. Estamos solo a un día de la final y está casi todo dicho. El balance de esta edición es escandalosamente distinto dependiendo de quien lo haga. Para unos es la peor edición de la historia, para otros una de las mejores. Curiosa discrepancia que divide a la audiencia de manera irreconciliable. Estoy en el segundo grupo. Pocas veces antes me había divertido tanto. La edición ha sido entretenida y apasionante como pocas para mí. Tal vez ha faltado un poco más de humor, porque del resto de componentes habituales hemos ido sobrados. No ha faltado el amor y difícil que hubieran tenido más conflictos.

Debo reconocer que algunas cosas no han salido bien, y eso puede lastrar una edición de forma irreparable. No ha sido así en esta ocasión gracias a un buenísimo casting y la potencia de algunas tramas. No ha sido la edición con más bajas, pero considero que una de ellas hizo mucho daño. Una semana después del comienzo perdimos a Cris y Laura, que nunca llegaron a ser concursantes de pleno derecho. A la semana siguiente fue expulsado disciplinariamente Álvaro, ese concursante con pinta de náufrago, pretendidamente gracioso y pretendidamente estiloso.

Pablo abortó después un intento del programa por prolongar la estancia de los tres primeros expulsados, espantado ante Maite Galdeano, Amor Romeira y María José Galera. Los fantasmas del pasado no hubieran dejado dormir a Pablo en un apartamento convertido en Contraclub, redoblando la sensación de que no era una buena idea, que ya habíamos tenido con El Club. Michelle tampoco llegó a ser del todo concursante. Y llegó después el fin de semana aciago. En tres días perdimos a Pol, normalmente expulsado por la audiencia; a Bárbara, que hubo de abandonar, y a Fernando, por irse tantísimo de la lengua.

Mala suerte que la repesca no saliera bien y Fer durase solo tres días. Bastantes me parecieron teniendo en cuenta el órdago que le echó al programa. Más desastroso fue el abandono de Bárbara. Tengo dicho que ella fue motor de esta edición y lo mantengo. Por decisión propia no estará en la final ni en el debate que se emitirá el domingo. Decisión respetable, aunque deja cojo ese debate. Sobre las espaldas de Adara caerá todo el peso de los reproches de los que siempre fueron grupo mayoritario y aprovecharon las ventajas en su mano para arrasar a los que no eran afines. Al menos con Bárbara se repartiría un poco ese peso. Fajadores como ella no he conocido ninguno.

Tampoco hubo suerte con los recambios elegidos. Rebeca y Simona fueron con una idea demasiado evidente de lo que debían hacer y no fueron capaces de despertar grandes simpatías. Simona lo tenía más difícil porque habían transcurrido ya dos meses desde el comienzo. Sin embargo, Rebeca pudo tener su oportunidad al llevar tan solo un mes de edición, aproximadamente. Los comentarios que pusieron en la calle a Álvaro fueron totalmente impresentables, a pesar de lo cual era un concursante que podía haber tenido cierto peso. Su recambio en absoluto. Por su lado, sustituir a Bárbara era una misión imposible.

Todo esto que cuento, dificultades inesperadas que fueron surgiendo en esta edición, no ha evitado que mi balance final sea muy positivo. Con un poco más de suerte estaríamos ante la edición más potente en mucho tiempo. Lo ha sido en realidad, aunque desmerece este final descafeinado y poco alentador que tenemos por delante. No me motiva demasiado el triunfo de ninguno de los finalistas y considero una mala jugada del destino que Rodri esté ocupando plaza de finalista en una edición con concursantes tan potentes como Bárbara, Adara, Clara o Miguel. Con un póker de ases como este que pongo sobre la mesa, lo de tumbaíto parece una burla que no merecemos.

Buenísima edición con flojo final. Esa sería mi conclusión en tan solo cinco palabras. A pesar de ello, voy a echar mucho de menos encontrarme con tantos y tantos contenidos cada día. No recuerdo un directo tan vivo y emocionante como el que hemos tenido los últimos meses. Personalmente me resulta una entelequia eso que leo y escucho sobre la ‘salvamización’ del formato. Creo que es puro invento. Un invento torpe y absurdo. Pero, sobre todo, me da igual. Si así fuera, me afecta muy poco. La verdad está en el día a día dentro de la casa. Ahí está mi pasión, esa es la fuente de mis desvelos. Y pocas cosas pueden hacer cambiar eso. El formato puede y debe ir evolucionando. A veces esa evolución está más acertada que otras, nos puede dar más o menos disgustos, pero no afecta a la esencia.

En la casa de Guadalix huele más que nunca a Gran Hermano. Esta edición ha desprendido un olor intenso y evocador de los mejores momentos de este programa. El programa sigue vivo mientras haya vida dentro de esa casa. Mucho más si se siguen haciendo castings tan buenos como el de este GH 17. Mientras esto siga así, tenemos programa, amigos. Que no deje nunca de oler a Gran Hermano.

Daguerrotipo de Meri

A Meri le ha tocado un rol que no merece. Las circunstancias obligan a que viva esta final como sujetavelas de la parejita de cuento. A veces parece que ella fuera puro relleno, complemento necesario para completar el cuadro. Sin embargo, me ha interesado más su evolución durante estos más de 100 días que la vivida por Bea o Rodri. La comparación es inevitable ya que son ellos con quienes se ha de disputar el maletín. Mientras que la pareja ha dado un perfil bajo, casi de encefalograma plano, Meri se estaba bebiendo este programa a borbotones. A pesar del miedo, que la acompañó durante muchas semanas, no tuvo vergüenza, y puso casi siempre por encima su experiencia personal a la conveniencia en el concurso. Son como el día y la noche, polos opuestos, las dos caras de la moneda.

El concurso de Meri estuvo condicionado al principio por el temor a quedar nominada y poder abandonar pronto la casa, igual que le había pasado a su amiga Laura. Se vio en la palestra solo siete días después de entrar a vivir allí, sin haber sido nominada por sus compañeros. Tuvimos que elegir entonces entre Laura y Meri, y salvamos a esta última. Esto contribuyó a su paranoia inicial, que curó pronto con dosis de ‘espabilina’ y ‘granhermanitis’ en vena. No podía perjudicarla más ese miedo del principio. El miedo paraliza, y también nos hace tomar las peores decisiones posibles en muchas ocasiones.

Meri vio entonces como Candelas se pasaba al lado mayoritario, y no dudó en marchar con ella. Cierto que lo de Candelas fue mucho ruido y pocas nueces, mientras Meri era bastante más silenciosa. Sus movimientos fueron siempre discretos y sibilinos. Con esto logró no ser nominada durante semanas. No es que hiciera un doble juego, pero se puede decir que consiguió evitar la nominación porque casi nadie quiso arriesgarse a perder su apoyo. Estuvo en la palestra junto a Laura la primera semana y nominada por sus compañeros las dos siguientes. Que dejase de visitar la sala de expulsiones muchas semanas ayudó a que Meri dejase sus miedos atrás y empezase a vivir su concurso sin ese lastre.

Llama la atención lo desinteresada que fue Meri a partir del momento que se quitó la presión de las nominaciones. Empezó entonces a hacer lo que le vino en gana, lo cual destaca frente a la pareja interesada, que estuvo siempre pensando en la conveniencia de hacer carpeta, y pronto planificaron una relación a espaldas de sus compañeros, pero visible en el ‘confe’. Mientras unos iban diseñando su estrategia, Meri seguía a lo suyo. Se convirtió entonces en la habitante más espontánea y natural de esa casa. Diría que demasiado natural, algunas veces. Ni siquiera se enteró de lo que estaba haciendo su supuesta amiga. Fue confidente de Bea mientras esta quiso, pero cuando reunió a todos junto a Rodrigo para contarles que tenían una relación la primera sorprendida fue Meri. Clara y Miguel ya lo sabían. También Noelia les había visto besarse. Sin embargo, a Meri le pilló de improviso.

Bea se besa con Rodri durante días, dando publicidad máxima a ello ante las cámaras, pero poniendo sordina a esos besos de cara al resto de compañeros. A pesar de haber compartido con Meri inquietudes miles sobre su relación con Rodri desde el principio, no le dijo nada cuando por fin estaban juntos. Y es que la catalana parecía llamada a hacer de hermana pobre, la marginada del cuento. Muy distinto a lo que pasó cuando Meri tuvo su primera noche con Alain. El error del francés fue relatado por Meri a Bea pocos minutos después de suceder. Puede que en cierto aspecto traicionara a Alain, pero estaba siendo coherente y justa con su amiga. Los amigos deben estar para los mejores y los peores momentos, no solo cuando conviene.

Alain fue el gran desvelo de Meri, causa principal de que viéramos su peor perfil, pero también con ello descubrimos que estaba dispuesta a todo por vivir esta experiencia como ella quería, sin importarle un comino lo que pudiera pasar en el juego. Me gustan los buenos jugadores, que disfrutan con la parte de juego que tiene todo esto, pero también los concursantes kamikazes que se lían la manta a la cabeza y eligen mostrarse tal cual son, dejándose llevar por su instinto. Meri es de estas últimas.

Donde casi todos veían una lapa dando la chapa a Alain, yo veía una mujer valiente y espontánea que estaba mostrándose de verdad. Siempre agradezco esa generosidad en un concursante, a pesar de lo cual yo también soporté a la Meri chapas, que en ocasiones producía algunas dosis de vergüenza ajena. Su dependencia de Alain me pareció tan insana como sincera. Y, sobre todo, en absoluto planificada. Además, su juego con ese compañero tenía una parte algo infantil y otra muy adulta. No sé dónde situar su tendencia a pinchar a Alain hablando de su culo gordo y seboso o llamándolo “abuelete”. Extraño método para conquistar el corazón de alguien, por otra parte, en absoluto dispuesto.

Lo de Alain sería el contrapunto de aquel momento tan emocionante de ‘Jerry Maguire’, una de mis películas favoritas. Me refiero a cuando Jerry (Tom Cruise) entra en aquel salón, interrumpiendo una reunión de mujeres separadas, y tras su atropellado y bello discurso Dorothy (Renée Zellweger) le dice: “Me tenías con el hola”. Bien, pues Alain podría haberle dicho a Meri todo lo contrario: “Tenías el no con el hola, y así será in saecula saeculorum, amén”. Porque sospecho que él siempre supo que Meri no tenía opción alguna.

En muchos aspectos, Meri responde a ese perfil de mujer a la que otras veces hicimos ganadora. Independiente, sufridora y burlada, todo ello gracias al rechazo de Alain (en caso contrario habría perdido su independencia, así que mejor así). Y, sobre todo, ha demostrado que es una mujer indomable. Nada pudo evitar que viviera su historia como quiso. Meri no superó que el rechazo definitivo se produjera tras tres noches de dudas, movidas bajo el edredón. Tampoco que su amado dijera sin diplomacia ninguna que había sido su peor error en el concurso.

Me hace gracia que Alain alegase que ella nunca le había dicho claramente que le gustaba, lo cual era evidente a leguas. Sin embargo, fue él quien prefirió salirse por la tangente con su discurso de jardinero acostumbrado a tratar con bonitas flores. Me gustó mucho una respuesta de Meri aquella noche. Mientras Alain teorizaba sobre botánica terció Meri: “Yo ya soy una bonita flor”. Si eso no es hacerse valer yo soy fan de Clara. Porque Meri no es la tontita que algunos han querido pintar. Ni mucho menos. Otra cosa es que por amor, calentura, capricho o lo que sea, hagamos y digamos todos tonterías.

Otro tema es el de las pretensiones de profesora que tiene la futura enfermera. No era necesario que explicase la historia del Muro de Berlín (falsa historia, por otra parte), nadie se lo había pedido. Después insistió en el error aclarando lo que era una zagala (un bambi, según Meri), o situando a Francia cerca de Marruecos o el Guggenheim en Santander (que todo se andará, igual algún día). Pero claro, el pecado es compartido por su audiencia silente que da por buenas sus equivocadas clases. O sea, que da lo mismo decir que el Muro de Berlín está en América como no replicar semejante barbaridad.

Su independencia le valió para hacer un viaje de ida y vuelta en el que volvió a ser amiga de Adara. Tras la expulsión de esta se convirtió en su sucesora, de forma parecida a como Adara se había convertido en sucesora de Bárbara. El triunfo de Meri sería exclusivamente suyo e intransferible. También bastante meritorio, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de exconcursantes defienden la victoria de Bea o, si acaso, de Bea y Rodri por igual. Pero si gana Meri habrán sido reivindicadas de algún modo las dos grandes protagonistas de esta edición: Bárbara y Adara. La Meri de los bucles interminables entraría en un vórtice espacial si gana. Su triunfo sería el de la naturalidad frente a la impostura.

Moleskine del gato

En poco más de un día todo esto habrá acabado. Pero no en mi memoria de gato poco nostálgico. No ha terminado y ya lo estoy echando de menos desde hace días. Bendita droga.