Niedziela llora la salida de Vera

telecinco.es 04/12/2015 09:49

Igual de previsible que era la expulsión de Ricky todos recibimos con sorpresa la salida de Vera, concursante menos votado entre los siete que no serán nunca expulsados por haber llegado a la fase final. Las dos próximas semanas no les pillará por sorpresa como anoche. Tras la expulsión de Ricky no podían imaginar que habría una nueva salida. Los familiares en plató habían elegido al azar los números para cada concursante.

El número 1 lo cogió Maite para Sofía, el 2 fue para Han, el 3 para Marta, el 4 para Aritz, el 5 para Vera, el 6 para Nied y el 7 para Carlos. La numerología tiene su sitio siempre en Gran Hermano. Vera acudió a los juegos con los dígitos para destacar que siendo el 7 su número preferido ha sido el séptimo finalista. De nuevo fue Marta la menos votada en la última expulsión convencional. Tan solo un 6,1 % de los votos eran para ella al comienzo de la gala. Aritz tenía entonces un 38,0 %, aunque con Ricky se hubo de repartir finalmente el porcentaje de Marta. Al final, el expulsado tuvo un 59,0 %, por lo que el porcentaje de Aritz subió hasta el 41 %.

Si consideramos los porcentajes previos a la salvación de Marta, la diferencia entre los votos negativos conseguidos por ella y los de Aritz fue anoche de 32 puntos porcentuales. El dato es significativo con vistas a las próximas semanas y el reparto de votos que hará salir a dos concursantes más antes de la fase final.

Los tres nominados pudieron ver imágenes suyas. Primero se centraron en la relación entre Ricky y Marta, para tras salir esta centrarse en la del canario con Aritz. Tal vez fue Marta la más sorprendida con lo visto de Ricky, ese concursante aficionado a hacer trajes a los demás, especialmente hablando con Carlos, al mismo tiempo que criticaba a quienes pasaban el día criticando. Sin ir más lejos, de Marta siempre dio por sentado que decía de todo en el ‘confe’, pero ya sabemos que él no se quedaba atrás.

Ricky no dio un paso atrás con Marta y justificó sus palabras con el argumento de que lo sentía así porque él siempre se ha mostrado tal cual es. Sin embargo, ante Aritz reculaba de forma espectacular. Con singular silencio atendió el del sombrero las imágenes que le mostraban un Ricky afirmando estar seguro de su enamoramiento hacia Han. Aritz habría estado ocultando sus sentimientos ante las cámaras según Ricky. Esto explica mi doble sorpresa ante lo bien que ambos resolvían el momento en la sala de expulsiones.

Resulta llamativa la pasiva reacción de Artiz después de vista la que tuvo ante las palabras de Maite nominando en lugar de su hija o aún más vehemente con Suso después de escuchar el alegato en contra de este. Tampoco entendí la inmediata rectificación de un Ricky que “probablemente” pensaba otra cosa anoche. “Si me preguntas ahora igual no opino lo mismo”, decía. Lo cual no merece otra respuesta que preguntarle por ello para comprobarlo. Así lo hizo Mercedes y efectivamente, ya no opinaba igual. Así de enrevesado es siempre el discurso de Ricky.

Esto de mantenerse en sus trece sobre ciertas cosas y rectificar de forma espectacular en otras es curioso. Sin más. También la pasividad de Aritz, otras veces tan ofendido. El mono tití y el orangután parecían dispuestos a acabar de mejor manera que habían comenzado. Haya paz en el reino animal, especialmente entre la subespecie de los primates. La rigidez mostrada por ambos ante ciertos comportamientos de sus compañeras no era reproducida entre ellos. No sé si es por ser de la misma especie o una extraña protección entre los del mismo sexo.

Luego en plató Ricky hizo lo que mejor sabe, o al menos lo intentó. Le gusta escucharse y utiliza su palabrería para oscurecer la propia realidad. A personas así solo cabe darles la razón, como a los tontos. Cualquier cosa antes de aguantar su soporífero discurso. Anoche desconecté de forma inconsciente y cuando quise darme cuenta Ricky andaba disculpando feas palabras de Carlos hacia Sofía. Hubiera preferido seguir ajeno a su entrevista. Tan severo con unos y tan comprensivo con otros. Aunque si puede no notarse mejor que mejor.

Ricky decía anoche que Suso es su ganador, e igual de insólito que esto fue eso de celebrar que la familia se empezase a romper. Hombre, vamos a ver, aquí lo que se ha ido desmontando uno a uno es el grupo de afines de Suso. Muti salió antes de que se le viera en la casa, luego echamos a Raquel dos veces, y entremedias mandamos a casa a Amanda con mucha risa y poca ansiedad. Queríamos ver junta a esa familia, pero aquí fuera. Vera salió anoche porque de los siete cuasi finalistas tenía que salir uno.

No se puede decir que la audiencia votante haya castigado a las embrujadas, que es como han dado en llamar dentro de la casa a las tres chicas que quedan. Marta, Sofía y Nied han llegado hasta aquí, y con ellas Vera. Eso sí, Sofía no puede evitar tener cierta sensación de que quienes se acercaron a ella están fuera. Quitando a sus dos amigas, por supuesto. Muti fue primero, luego Suso, y anoche Ricky. Del singular trío Suso-Sofi-Sosi solamente ella permanece en el concurso.

Ricky es ese hombre que antes de entrar en la casa decide romper su relación con la tal Coraima. Eso ya es indicativo de la forma que pretendía abordar el concurso. Y para dejar una relación no hay mejor manera que hacer una llamada telefónica. Lo de dejarlo por teléfono ya dice mucho. Muy delicado no parece, pero además Ricky es lo menos parecido a un caballero. No hacía falta mucha confirmación, pero la tuvimos anoche cuando decía que todas las mujeres de la casa le han tocado sus partes en la cama. Encima fantasmón.

Ricky y Suso no solamente comparten esa mentalidad primitiva, anclada en ideas caducas y obsoletas. También tienen en común que recurren a argumentos trampa para explicarse. Tanto presumir de ser ellos mismos para luego enmascarar la realidad con explicaciones a veces ridículas como lo de la farmacia de guardia y la bragueta, que con gran acierto impedía Mercedes que volviera a explicar para que se ahorrase volver a chotearse de la audiencia. Suso hacía algo parecido anoche, y lo hacía con importantes dosis de populismo. Pretendía dar la vuelta al calcetín para sacar provecho de su error, pero no cuela.

Suso presenta como una muestra de que para él las mujeres no son de su propiedad que permitiera a Muti o Ricky tener sexo con Sofía. En realidad, más que permitir les azuzó para que lo hicieran, vendiendo las ventajas de hacerlo de cara al concurso. Tramposo argumento porque en realidad lo que demuestra con su actitud es justo lo contrario. Si Muti o Ricky necesitaban su permiso quiere decir que se consideraba el propietario del bien cedido. En caso contrario no les habría hecho falta su visado.

“Me sacan de mi casa, me sacan de mi vida, me sacan de una relación que estaba empezando”, decía quejicoso Ricky. Tal vez piense que el equipo del programa deba pedir perdón por convertirlo en concursante. Si así fuera habríamos llegado a un cierto grado de acuerdo Ricky y este humilde gato. Un poco más y le pone una demanda al programa por daños y perjuicios. Lo que debe uno escuchar.

La silla de Ricky, todavía caliente, fue ocupada por un Vera que anoche vestía como un telepredicador. Sin haber terminado de salir de su asombro se enfrentaba a una entrevista que no pudo imaginar en ningún momento salvo cuando por sorpresa se escuchaba en la casa la voz de Mercedes Milá diciendo las ya míticas palabras de cada expulsión. Vera era el nombre pronunciado ante el pasmo general. El interesado pedía más volumen, no fuera a ser que gritado en lugar de Vera sonase otro nombre. Y Nied, mi Nied querida, lloraba desconsolada tan inesperada pérdida.

“A todo le dices que sí, entrevistarte es muy complicado porque más que preguntarte dan ganas de darte un abrazo”, decía Mercedes justo antes de hacerlo. Hay todavía algo peor que provocar pasiones y odios. Diría que es incluso menos deseable que la indiferencia. Me refiero a dar pena, que es anoche la sensación que me transmitió Vera en algunos momentos. El principal cuando admitía sin titubeos que sus besos con Rox, la DJ mexicana por la que ha llorado tanto, eran poco apasionados. “Besos de caracol, tío”, le decía Mercedes, y Vera respondía “pues sí”. Esa fue su respuesta estándar anoche, con unas u otras palabras. Y así, amigos míos, no solamente se quitan las ganas de hacer una entrevista, tampoco quedan para firmar una crítica.

¿Con qué cuajo voy yo ahora y machaco al pobre Vera? A los pocos minutos de empezar ya estaba haciendo referencia al bullying sufrido en su infancia. Cuidado que no es ninguna tontería. Es más, eso explica casi todo. Pero claro, hubiera preferido no saberlo y poder hacer un juicio de Vera como concursante. No tanto porque necesite hacerlo como porque, a buen seguro, le hubiera sido más útil a él mismo.

Pero claro, ¿qué voy a decir yo ahora? Vera me ha parecido buen tipo, y también un concursante prescindible. Su escaso grado de implicación le ha llevado donde está. Cuando todos esperábamos ver a Carlos como el menos votado para ganar el concurso resulta que ese era Vera. Hasta marcharse a México su historia se reduce a los simultáneos intentos de conquista. Por un lado Ivy (aunque lo niegue) y por otro Nied. Malogrados ambos objetivos consiguió su momento de gloria en el Big Brother mexicano y ya. A su vuelta desapareció mimetizado en el mobiliario de la casa.

No supimos valorar que desaparecer es un paso previo a salir de esa casa. Menudo analista estoy hecho creyendo que se iría un Carlos mucho más activo que Vera en las últimas semanas. Por lo menos protesta, se queja y se ha enfrentado a Marta o Sofía por defender a Ricky. De acuerdo que sus alianzas son fatales, y eso le ponía en el disparadero para hacer compañía cuanto antes a Suso y compañía aquí fuera. Pero si ayer nos piden que digamos uno a uno los nombres de los habitantes de la casa estoy seguro de que nos hubiéramos olvidado más fácilmente de Vera que de Carlos.

Thug Life

Hablaba antes de la curiosa reivindicación que hacía anoche Ricky de Suso como ganador. “Tú eres el ganador de esta mierda, que les den por el culo a todos”, le dijo Ricky nada más entrar a plató. Luego insistiría en esta idea, tan ridícula como que para ser ganador moral ha salido dos semanas antes que él mismo y faltando un tercio de edición. Si salir habiendo todavía 10 personas en la casa de las 16 que entraron el primer día es ser ganador excuso decir cómo se deben sentir los 6 que todavía quedan ahí dentro.

Pero considerar ganador moral a un concursante que finalmente se habrá perdido más de un mes de concurso no es tan insólito como esto que vi anoche en redes sociales. Resulta que hay quien está votando para ganar a Amanda. No sé si pasará lo mismo con Suso, pero presento prueba de voto por una concursante cuya trayectoria finalizó mucho antes de proclamarse finalistas, aunque en realidad no lo serán más que los tres que permanezcan en la casa el último día.

Hay que recordar que el coste del mensaje corto de móvil (1,45 euros, muy lejano a los 0,16 que cuesta en Italia, como apunté ayer) es igual valga o no el voto. El mensaje devuelto por el sistema no es el mismo. “Tu sms no coincide con los finalistas”, comienza diciendo. Dije en su día que los amandistas no existían, y tal vez por esto debiera rectificar. Uno hay, al menos. Diré que pienso lo mismo de los carlistas. Los carlistas no existen, son los padres.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos para elegir el ganador están así ahora mismo: 32,7 %, 24,1 %, 12,6 %, 11,3 %, 10,4 % y 8,9 %. Se admiten apuestas.

Solo un pequeño detalle más que anoche llamó mi atención. En la última conexión con plató los concursantes debían sujetar ante la cámara esa especie de réplica de un décimo de lotería navideña con el número de teléfono para elegir al ganador. Todos lo hacían excepto Sofía, que miraba al frente sin mayor preocupación. ¿Con cara de empanada? Pues sí. Y bastante poca cara de asco ponía, algo bastante habitual en ella. Pero ese casi inapreciable detalle me hizo gracia. Mi mente juguetona imaginaba entonces a Sofía pensando “enseñad el número, enseñadlo malditos”, mientras sonreía con los ojos.