Plan de emergencia: Los concursantes han sido evacuados

telecinco.es 28/10/2015 09:22

Aritz ha vuelto a dormir junto a Han después de un día entero sin hablarse. Carolina empieza a renegar del ‘clan susil’. Marina sigue pinchando en hueso al reclamar la atención de sus compañeros y se perfila como la gran manoseadora de napias (que le gusta tocar las narices a la peña, vamos). Amanda pide explicaciones a Sofía. Sigue pareciendo inevitable que a la trama Suso, Sofi y Sosi (también conocido como Ricky) se les una la otra (o sea, Raquel). Y Quique abandonó anoche su lucha por convertirse en el concursante repescado. Todo esto tendrá que evolucionar en los próximos dos días encerrados en la sala de juegos, convertida en búnker preventivo por la caída de un meteorito en Guadalix de la Sierra, o algo así. Ahora tocaría poner aquella canción ochentera de Polanski y el Ardor, que preguntaba: “¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”. Y con ese fondo musical comenzar a quemar napalm. ¡Dale!

Si Quique hubiera afrontado los problemas en su primer paso por la casa ahora mismo posiblemente seguiría ahí dentro. En lugar de analizarlos, darles la vuelta y comentarlos con sus compañeros más afines, solo tenía que haberles hecho frente. Parece sencillo, pero no lo es. A ese proceso de contemplación e inacción se le ha dado en llamar “parálisis por análisis”. Así dicho parece el nombre de otro grupo musical de los ochenta. Lo cuenta una parábola que está entre mis preferidas, aunque creo que nunca la he contado. Voy a ello.

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió y necesitaban sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema”, les dijo, y añadió: “Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián”. Sus palabras resonaron en el templo, como queriendo quedar prendidas de sus paredes. Entonces, el maestro llevó al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una preciosa rosa roja y señaló: “Ahí está. Este es el problema”.

Los discípulos contemplaron perplejos lo que tenían ante sus ojos. La porcelana tenía sofisticados, delicados y extraños diseños. La flor destacaba por su frescura y elegancia. ¿Qué quería decir todo aquello? ¿Cuál era su simbolismo? ¿Desentrañaba un enigma? ¿Qué hacer? Todos quedaron paralizados en un mar de dudas. Pasados unos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y al resto de discípulos, caminó con firmeza hasta el vaso y al llegar a él lo empujó con cierto desdén. El florero cayó, estrellándose contra el suelo.

“Usted es el nuevo guardián”, le dijo el gran maestro. Y explicó: “Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa lo bellos y fascinantes que sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un raro vaso de porcelana; un bello amor que ya no tiene sentido; un camino que debemos abandonar, pero insistimos en recorrer porque nos resulta cómodo. Solo existe una forma de lidiar los problemas: atacándolos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad. Tampoco debemos dejar que nos tiente el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo”.

La fascinación del conflicto no solamente nos hace perder la perspectiva, sino que nos hace olvidar que debemos resolverlo o terminará estallando en nuestra cara. Esto pasará incluso cuando pensemos que el conflicto no va con nosotros. En Gran Hermano se enquistan los conflictos muchas veces. Esto pasa por dos razones; la cobardía de no querer atacarlos de frente, y el deseo de mantenerlos, presos de esa fascinación de la que hablo. Quique intentó que el conflicto no le afectara, pero vivía en esa casa igual que los demás. No vale quedarse sentado esperando ver pasar el cadáver del enemigo.

Durante su estancia en el apartamento de los candidatos a la repesca, Quique ha corregido su error inicial. Aun así, igual hubiera sido una buena ocasión cuando Raquel y Maite defendían ideas susceptibles de ser consideradas racistas y xenófobas para tomar la iniciativa y desmarcarse. Hubiera bastado con dejar en evidencia a Raquel. Se hubiera ganado el favor de los chinos de bazar y los extranjeros en general. También nuestro respeto y el reconocimiento de que aprendió la lección. De todas formas, anoche volví a lamentar su salida de la casa. Por segunda vez, mi gran esperanza blanca se desvanecía por una audiencia que parece preferir la vacuidad del musculitos que hace pesas con el torso desnudo adornado con tirantes, tal vez su único aval. Yo me quedo con concursantes como Quique, que usan la cabeza y tienen otros temas de conversación. Suso y Sosi siempre hablan de lo mismo. Eso cuando hablan, en lugar de gruñir.

Porque, claro, Suso ante el problema del maestro en el templo zen hubiera optado por guardarse el jarrón, y problema resuelto. Y si el dilema fuera planteado con conexión directa en el prime time televisivo es muy posible que hubiera intentado tener su minuto de gloria. Suso va de golpe de efecto en golpe de efecto, solo que cada uno resulta más ridículo que el anterior. Anoche quiso llamar la atención propinando un puntapié a Carolina. Injusto, caprichoso, prejuicioso y cruel puntapié. Como en él es acostumbrado, lo hacía justo después de haber visto los porcentajes ciegos. Tres cuartas partes de los votos se concentran en uno de los nominados. Suso también pensó que debía ser Carolina. Y entonces fue a arrear al más débil. Muy propio de él.

Es Sofía la que azuza a Suso, comentando lo vergonzoso que le parece ver a Marta y Nied acercarse de buen rollo a hablar con Carolina. “Me parece muy cutre que esté Marta hablando con Carolina después de haberle metido tres puntazos”, le decía Sofía a Suso. “Calla y observa”, le respondía Suso, anunciando en petit comité su actuación. Estaban esperando los alegatos, y una semana más el ‘súper’ pidió a todos que se posicionaran al lado de uno de los nominados. Suso pedía no posicionarse, pero no podía ser. Al final se unía por sorpresa a Nied, explicando que había visto en los últimos minutos cosas que no le habían gustado. Analicemos su desordenado proceso mental.

De forma que a Suso le parece mal que Marta y Nied se acerquen a Carolina, por lo cual decide castigar a Carolina. ¿De qué forma? Pues dando su apoyo a Nied, que tenía a su lado a Marta. La lógica brilla por su ausencia. No voy a exigir lo que no es posible. Ya resumí esto con una frase popular que no está en el refranero de la lengua castellana usado en la prueba semanal, y que dice: donde no hay mata, no hay patata. Lo peor es que Suso intenta convencer de sus razones a sus compañeros (y por extensión a nosotros). No cuela.

Y no cuela porque carece de toda lógica que si le ha molestado la actitud de Marta y Nied castigue a Carolina. Es tan básico que todavía me pregunto cómo es posible que nadie se lo dijera. Marina le metía un poquito los dedos hasta el ciego del paladar a Suso, lo cual nunca le agradeceremos suficientemente. Y Suso se volvía a excusar durante minutos. Pedía disculpas una vez más. Estaba presionado y había pensado todo rápidamente. Esa es, en resumen, su explicación. Sigue sin colar.

La realidad es que había visto el 73,5 %, y quiso quitarse de encima a Carolina como si fuera una apestada. “Carolina, nunca me vas a dejar de lado porque yo no estoy de tu lado. Yo solo estoy del lado de Amanda”, decía Suso, poniendo la puntilla a una Carolina asaeteada por 'los susis' de forma inesperada. A todo esto, Amanda callada, como de costumbre. Ella presume de decir todo a la cara, pero lo que para ella es todo para mí es nada.

Del innecesario lanceo de Suso a Carolina solo se alegra una concursante, cuyo nombre es Sofía. A Nied se la refanfinfla que Suso se pusiera de su lado anoche. No lo quiere al lado, así por principio. Carolina era herida por sorpresa después de haberse unido a ese clan de ganadores sin trofeo al haber salido Ivy. Un grupo heterogéneo donde los haya, formado por Suso, Amanda y Aritz, cuyo único nexo en común me temo que es sentirse poderosos.

Sofía debió contemplarlo desde la satisfacción porque Carolina se aleje de Suso. Absurdamente la vio como competencia. Llegó a decir que era “sueltecita”. Eso que solo se metió en el jacuzzi con Suso y Sosi. Y su bikini. Qué feo es eso de ver a una mujer llamando “suelta” a otra. Incluso viniendo de Sofía, a la que han puesto de puta para arriba, eso sí, con todo el disimulo del mundo.

Carolina se equivocó al elegir sus nuevos aliados. Ya había avisado este gato suspicaz. Si no fuera porque Carolina parece ser quien tiene más posibilidades para salir mañana, la maniobra de Suso habría sido de una torpeza sideral. Contando votos, el de Carolina sería fundamental para poder salvar los muebles en una próxima nominación. Aunque tal como van las cosas, igual vuelve a salvarse Suso. Sosi no lo creo. Todo queda más confuso si las nominaciones son en positivo, como ha pasado otras veces en la gala de Halloween.

Ya aposentados en el búnker, Marina seguía en su empeño de ganarse a Aritz y verlo separado de Han. Su triunfo fue muy efímero, porque terminaron ambos otra vez haciendo cucharita (me dicen que no es cuchareta sino cucharita, como la del café). Lo que hagan hasta el jueves será al descubierto, porque duermen en sacos sobre el suelo. Sin sábana ni edredón con que ocultarse. Aritz acusaba a Han la madrugada del lunes al martes de simular que bajo la sábana estaba pasando lo que no sucedía. Pero él mismo habló de oreja mojada y pene semierecto. No hay montaje de vídeo que valga, señor justiciero.

Lo de Amanda pidiendo explicaciones a Sofía ayer tarde es más sobrenatural que lo de los fantasmas de Carolina. ¿Se puede saber por qué iba Sofía a contarle sus razones a Amanda? Estaba interesada la diva de la “risah” (por no decir diva de risa) en que Sofía le aclarase si se había acercado a ella por interés. Interés de qué, debió contestar. Esto viene a ser como preguntarle a un ladrón que planea atracar un banco si tiene pensado robar un banco. ¿Perdona? Si esa hubiera sido la intención de Sofía, ¿acaso piensa Amanda que se lo hubiera confesado tan fácilmente?, así sin mediar amenazas ni nada. Un poquito de sensatez. Aunque me temo que le sigo pidiendo peras al olmo.

“Te pregunté si habías superado lo de Suso y me mentiste”, le decía Amanda a Sofía, que reía y soplaba, supongo que evitando decir lo que estaba pensando. A ver, una cosita. Estoy bastante convencido de que Sofía le podría dar una tunda a Amanda si quisiera. Me refiero a tunda dialéctica, aderezada con somanta de argumentos, zurra de reproches y meneo de aceradas críticas. Se lo está perdonando. Si Sofía se decide a repartir leña aquí puede haber paros cardíacos.

Thug Life

Me hizo gracia anoche que Mario Angulo no hablase en el ‘Límite 48 horas’ de la encuesta propuesta por él mismo en Twitter, en la que por goleada gana Maite como favorita para la repesca. Tampoco entiendo que aparezca ante un ordenador y con una tableta en la mano para dar datos atrasados de una encuesta en la página oficial de la productora del programa. En todo caso, esto de la repesca no se decide en las encuestas. Igual que pasa en las elecciones de un país, lo que vale son los votos oficiales.

Moleskine del gato

El jueguecito de pullitas poco inocentes que se trae Suso es otra muestra de su falta de gallardía. En lugar de decir las cosas a las claras, o callar, prefiere hacerlo escudándose en la broma. Sofía le respondió ayer como merece. “Suso, que te den por culo”, le dijo. A Vera le falta carácter para responder cuando hablaba Suso de “hacerse un Vera”, y lo explicaba como “ser un calzonazos, como él con Niedziela”. Suso bromea y Sosi (Ricky) ríe. Son como un dúo cómico, solo que sin gracia.

A Raquel y Maite les dieron la oportunidad de llevarse comida de la casa principal al apartamento. Arramplaron con lo que pudieron. Demasiadas cosas, me parece. Sobre todo, teniendo en cuenta que en dos días una de ellas vivirá en la casa grande, y tal vez eche en falta lo robado. A Aritz le va a dar un parraque cuando vea lo que falta en la despensa. A ver entonces a quién va a dejar sin postre.

Los porcentajes ciegos para la repesca apuntan a un sorpasso, nuestro viejo amigo. Esto está pareciendo el Gran Sorpasso.