De repente Bárbara

telecinco.es 01/12/2016 09:38

Nos habían anunciado que Bárbara estaría hoy en plató, lo cual ya era una buena noticia. Ayer supimos que también irá a Guadalix parar participar en el encendido navideño y llevar unos regalos a los que fueron sus compañeros hasta hace aproximadamente un mes. Esto sí que es bueno. Bárbara vuelve a su casa, donde nadie decidió que debía dejar de estar. Su presencia hoy allí significa muchas cosas. Es un pequeño homenaje a su padre, gran seguidor de este programa. También un regalo para los muchos que consideramos desde el principio de esta edición que Bárbara era la principal candidata para convertirse en ganadora. Y, sobre todo, es una justa recompensa para quien vio truncado su sueño y hoy será otra vez protagonista.

Cuando todos estábamos pendientes de conocer a un nuevo grupo de concursantes, como hacemos siempre, de repente apareció Bárbara. Ella estaba allí desde el principio, como casi todos, pero en muchas ocasiones nos había parecido una mala copia de su tocaya Bárbara Rey. Pero Bárbara es mucho más que eso, por eso hoy aparecerá de nuevo. Ya los primeros días sorprendieron sus alianzas. Amiga temprana de Pablo, el rarito de la edición, un concursante cuyo enorme atractivo residía en que no se parecía a los demás, como si viniera de un lote diferente, lejos de ‘viceversos’ y otras hierbas. Parecía que los dos iban a durar poco, como así pasó con el gofrero. Sin embargo, Bárbara se nos apareció poniendo sus atributos encima de la mesa, tomando el mando de casa y demostrando que ella jugaba en otra liga.

Por eso hoy quiero empezar mi colección de daguerrotipos de cada año con ella. Porque era mi ganadora, igual que la de muchos. Porque el maldito destino nos la quitó, porque solo ella mereció un “de repente” de los míos, y porque hoy el programa es suyo. Será el primer daguerrotipo de una serie de seis, al que se añadirán los de esos cinco prefinalistas cuyos teléfonos para votar en positivo por ellos conoceremos también esta noche. No me gusta decir finalistas hasta el último día. Solo los que llegan hasta allí merecen ese título. Por tanto, digo prefinalistas a ese reducido grupo de concursantes que nunca será expulsado. Sencillamente saldrán de la casa siendo quienes menos apoyo tengan, al menos dos de ellos.

La diferencia entre Adara y Alain es que si esta noche sale la primera el francés estará presumiblemente entre los menos votados la próxima semana. Sin embargo, si sale Alain la exazafata seguro que estará entre los preferidos de la audiencia. Solo la concentración de voto en contra por parte de los reventados de esta edición y sus seguidores, todos ellos respetables (por supuesto), podrán obrar el milagro de que salga Adara. Ella se perfiló como favorita para convertirse en ganadora desde el momento que Bárbara abandonó la casa forzada por las circunstancias. La salida uno a uno de todos aquellos que se iban sentando con ella en el banco de la sala de expulsión la puso en el objetivo de muchos.

Debo agradecer que todos reconocieran bien pronto a su enemigo en Adara. Nunca fue ninguneada ni ocultaron que era el objetivo a batir. Tampoco ahora que estamos a punto de entrar en la recta final del concurso. Me alegro de que así haya sido. Bien pronto nos dimos cuenta de que los árboles no nos dejaban ver el bosque, y los carteles que dicen “Paisaje pintoresco” tapaban lo pintoresco del paisaje. Apenas nos estábamos dando cuenta cuando, de repente, apareció Bárbara. Y sus enemigos tuvieron bastante culpa de ello. ¡Bien por ellos!

Por eso esta noche, que tendrá un comienzo emocionante, merecido y deseado, no puede acabar mal. Y ya sabes, si acaba mal no será el final. Bárbara debería poder despedirse de Adara, lo cual no hizo en su momento y esta sigue llevando esa pena desde entonces. Pero despedirse desde el plató, viendo como Adara enseña su teléfono camino de la final. Como imagino que Bárbara no tendrá contacto con nadie en la casa, así deberá ser el reencuentro entre las dos amigas, y no abrazándose en plató. Tiempo habrá para eso. Si sale Adara será un homenaje agridulce a Bárbara. Y una gran lástima, porque tendríamos en plató a las dos concursantes que más se han merecido ganar esto. Una de ellas todavía puede hacerlo.

Porque para Adara vale también el título que he decidido poner a este primer daguerrotipo de la temporada: A años luz de todos los demás. Eso pienso de estas dos concursantes que tuvimos la fortuna de conocer hace 84 días. Y, amigo lector, los dos sabemos que ellas han salvado esta edición. Por eso tengo hoy dos labores que hacer. Una es convencer a la audiencia votante de que Adara no puede salir. Aunque se ha equivocado exagerando enfrentamientos por cosas menores y esta última semana ha estado al límite, sería un insulto a la razón que saliera ella mientras concursantes insignificantes, como Rodri, ahí siguen. La segunda labor del día es ese perfil de Bárbara, y a ello voy ya. Solo recordar que tomo el nombre para esta serie de artículos de una columna que firmó el gran Manolo Vicent en el diario ‘El País’, lo cual no deja de ser un atrevimiento propio de mi inconsciencia porque nunca lograré escribir tan bien como él.

Según el filósofo alemán Karl Rosenkranz en ‘Estética de lo feo’, un retrato daguerrotipo no nos ofrece al hombre (o mujer) en su totalidad sino tal y como se encuentra en una situación del todo particular, dominado por una disposición sentimental transitoria. Pongamos que la disposición singular en la que se encuentran los habitantes de Guadalix es por todos conocida, y hace que de alguna manera establezca cierta diferencia entre la persona y el concursante. Ciertamente ambos son unidad, pero las condiciones de su encierro son determinantes para que se comporten de una forma determinada, que es la que he intentado analizar con desigual fortuna durante todo este tiempo.

Luego es sabido que todos somos en realidad tres personas, o incluso puede que más: la persona que creen los demás que somos, el que nosotros creemos que somos y quien somos en realidad. Si hacemos esta idea más compleja, obtendríamos combinaciones del tipo de persona que nosotros pensamos que los demás creen que somos, y así algunas más. En todo caso, con toda la modestia del mundo, este gato charlatán se limitará a describir lo que piensa de cada uno de los personajes que han llegado hasta aquí y sobre lo que ha sido su paso por el programa.

Bárbara: A años luz de todos los demás

Bárbara es puro Gran Hermano, una de las concursantes más brillantes que han pasado por esa casa. Su fuerza arrolladora, excesiva siempre, destacó muy por encima del resto desde muy al principio. Ella demostró estar a años luz de todos los demás. Daba hasta pereza ver cómo se merendaba uno a uno a sus oponentes, como si esto fuera un juego de niños para ella. Desde Pepe Flores, por quien es sabido que tengo especial debilidad, no había visto nada semejante. Se parece Bárbara a Pepe en que ambos son concursantes intuitivos, que se dejan llevar por sus impulsos. Admiro las estrategias en este concurso, pero todavía más a aquellos concursantes kamikazes, que no se detienen a pensar si hacen lo que deben, porque saben que deben hacer lo que les dicte el corazón, o cualquiera que sea la víscera correspondiente.

Las alianzas de Bárbara lo dijeron todo enseguida. También que su primer enfrentamiento fuera con un contradictorio Miguel, capaz de defender con sorprendente convencimiento una cosa y la contraria. Frente a Bárbara defendía que era imposible ser amigo de alguien habiéndolo conocido pocos días antes. Pasadas unas semanas escuché a Miguel dar la opinión contraria a la que defendió con vehemencia ante Bárbara. Lo agitado de la discusión anunciaba que esta edición iba a ser movida, como así ha sido. Personalmente, prefiero ediciones con conflictos estancados y sobredosis de discusiones antes que aquellas en la que un puñado de hipócritas nos quieren hacer creer que eso es un campamento de verano, ‘La aldea del arce’ en la que todos son felices sin remisión.

Pronto se acercó a Álvaro, de quien supongo que le pudo llamar la atención su causticidad. Pero igual de pronto se apartó de él. Fue la mítica noche de “derecha a izquierda”, en la que Bárbara se la colaba por la escuadra a todos, llegando a convencernos también a los espectadores de que había repartido las bolas de una forma totalmente diferente a cómo lo hizo. Porque con Bárbara, amigo lector, uno renuncia a priorizar la realidad frente a una buena explicación. Para ello es convincente y seductora, una embaucadora en toda regla, ante la cual postrarse haciendo reverencias sin fin.

Sin dejarme llevar por la nostalgia (bueno, solo un poco), son inolvidables aquellas noches con Bárbara empezando a repartir pescozones a diestro y siniestro, mientras Pablo pronunciaba aquellas palabras que dejaron a todos callados y con cara de póquer: “Este es mi sofá, esta es mi casa y este es mi jardín”. Míticas noches en las que cada uno iba adoptando su rol. Miguel ya anunciaba que todo en él era cartón piedra pobremente prefabricado, mucho menos interesante que un buen trampantojo. Que él fuera el primero desenmascarado por Bárbara nos dice mucho más ahora que entonces, cuando todavía estábamos sometiendo a nuestros análisis de primera hora a todos los concursantes.

Bárbara no tuvo su némesis en el concurso. Era ella contra todos, salvo Adara. El primer intento de pacto, del que tanto se habló, contaba con Candelas y Meritxell. Ambas se apartaron del grupo, creyendo que no estando con la mayoría tendrían las de perder. Meri fue a remolque de Candelas, más confundida y menos equivocada. Esto explica que Candelas fuera expulsada tan pronto, lamentablemente. Vaivenes como el suyo, tan bruscos como interesados, se castigan siempre. Tras esta equivocada maniobra, cuya principal motivación fue el miedo, quedaban solas y juntas Bárbara y Adara. Se empezaba a fraguar el “juntas hasta el final”, que no pudo ser.

Sin saberlo, Candelas y Meri habían hecho un gran favor a sus dos compañeras. Este concurso se juega en compañía mejor que solo, pero también es aplicable aquello de que dos es compañía y tres son multitud. Nada mejor que caminar junto a otra persona con quien complementarse. El trayecto de Bárbara y Adara fue impecable, y tenía todas las trazas de convertirse en imbatible. En ellas admiré siempre su sentido práctico, mezclado con la inconsciencia. Esta segunda característica era la que las llevaba a comer entre horas como dos traviesas adolescentes. Se trata de una inconsciencia lúdica y divertida, también premeditada. No debo ocultar que siempre hice la lectura de que tenían un doble objetivo: por un lado, pasarlo bien y reírse de todo; por el otro, tener su cuota de videos divertidos.

Bárbara iba creciendo cada día, consolidando su alianza con Adara y demostrando que lo suyo era otra liga, inalcanzable para el resto. Emocional y lógica, con un indudable sentido del espectáculo, movía los hilos de la casa a su antojo. Ella marcaba el paso y todos los demás iban a la zaga, llevándose las manos a la cabeza ante el talento arrollador de esta alicantina capaz de vender un crecepelo al yeti y un iPod a un sordo. Cada vez que intentaban castigarla desde la fuerza de la mayoría iban construyendo un pedestal en el que erigirse. Si decidían que cayera sobre ella un balde de sangre, Bárbara lo soportaba con estoicismo, luciendo su tez teñida de rojo con la elegancia de una diosa. Sobre la envidia y el resentimiento de los otros construyó ella su gloria. Y, como diría mi querido Forges, la suya es una gloria inmarcesible. Imposible marchitar el recuerdo de esta enorme concursante.

En realidad, Clara no perdió el concurso al ser expulsada por los votos de tres insignificantes llamadas. Lo había perdido el día que se enfrentó a Bárbara. Quieta, clavada en el suelo, la vio venir y aguantó el tirón sin perder los nervios. A gritar no la gana nadie, pero nunca cometió el error de cruzar la barrera de lo razonable. Todo lo que sea guardar menos de un metro de separación pone en peligro la seguridad y es un error monumental. Lo cual no significa que Bárbara no cometiera errores. Sus palabras a Montse estuvieron fuera de lugar, no solo por las formas sino también por su fondo viejuno y prejuicioso. Hasta el mejor escribano echa un borrón.

Lo que más desconcertó a sus compañeros fue la capacidad que demostraba Bárbara para empatizar con sus peores enemigos. Lo pudieron comprobar especialmente los días que Adara pasó junto Bea en el apartamento. En esa ocasión se vio obligada por las circunstancias, al faltarle la persona que había estado siendo su apoyo. Otras veces Bárbara era capaz de ser amable y servicial con quien había tenido un amargo enfrentamiento horas antes. También en esto se basa la enorme atracción que sentimos por ella. Con luces y claros, ahora implacable y luego generosa, batalladora y humana, áspera y suave como la seda. Con Adara se portó como una amiga, y también como una madre. Pocas veces he visto dar tan buenos consejos, con tanto cariño y desinterés. Es algo que terminó de enamorarme de una concursante inmensa, de las más grandes que recuerdo.

Bárbara merecía pasar a la pequeña historia de Gran Hermano entre los grandes. Para mí lo estará para siempre.

Moleskine del gato

Hoy tenemos una fiesta, ¡y menuda fiesta! Con Bárbara en la casa y en plató, entrevistada por Jorge Javier Vázquez. Luego tendremos la expulsión, que también tendrá una entrevista interesante. Salga quien salga, los tres candidatos tienen mucho que contar y muchas explicaciones que dar. Además, esos momentos clásicos que esperamos siempre, aunque con cierta tristeza porque marcan el comienzo del fin. El encendido de la decoración navideña, los regalos y las líneas telefónicas abiertas para votar por el ganador de esta edición. Por delante tendremos suficientes días para decidirlo. Todavía queda edición, amigos, no lo olviden antes de votar al último expulsado.