Tener o no tener

telecinco.es 29/02/2012 09:38

Después de que Mercedes Milá les explicase para qué valían las bolas de colores que acababan de encontrar en las maletas, Noemí le hacía esta pregunta a Sindi: "Tú le has dado una a Pepe, ¿no?". Sindi lo niega sorprendida, y es interrogada de nuevo: "¿Y él también tiene las mismas que tú?". No sé qué sospechaba la canaria, pero me dio la sensación de que estaba errando el tiro. Justo un momento antes, al terminar el tiempo de minuto y medio que habían tenido para encontrar las bolas, me pareció ver a 'páter' cediendo una de sus bolas a un Michael, que no había conseguido ninguna.

Con la bola naranja en la mano, Michael sigue afirmando en un arranque de sinceridad: "Yo no tengo ninguna", a lo que Juan responde: "Tú tienes una y yo dos". No se les había indicado expresamente que no pudieran cederse bolas unos a otros, aunque no cabe duda de que se les había planteado la misión de encontrar bolas en las maletas de forma absolutamente individual. En todo caso, ambos tienen la ocasión perfecta para confesar su maniobra cuando ya sentados en los sofás del salón les pregunta expresamente Milá si hay alguien que no tenga ninguna bola.

Ese era el momento indicado para que Juan y Michael contasen lo sucedido. De forma que esto no merece ser contado, pero el 'páter' por la tarde se negaba a contribuir en la fabricación de un parchís porque ya lo consultó hace días en el 'confe' y le dijeron que no podían hacerlo. Ochoa le decía que ella hubiera obrado de otro modo, primero haciendo el parchís y esperando a que se lo retirase el programa, así igual les daba tiempo de jugar una partida. Para unas cosas mucha consulta mientras otras veces parece imponerse la ley del silencio.

La trampa lo es solamente a partir del momento que la presentadora les pregunta expresamente y de forma repetida si alguien se había quedado sin bolas y los protagonistas no confiesan. La lógica indica una mala intención al no decidirse a contar lo que había sucedido un momento antes. Como la propuesta era encontrar bolas en maletas, y Michael fue el único concursante que terminó con las manos vacías, no me cabe duda de que el programa pondrá las cosas en su sitio e impedirá que este concursante nomine. No sé si, por el contrario, debe Juan asumir su parte de culpa al no haber confesado, y ha de contar con las tres bolas conseguidas o solo con las dos que mantuvo tras la cesión comentada.

El intento de engaño no tuvo mucho recorrido porque un rato más tarde veíamos a Michael reconociendo lo sucedido. ¿Por qué entonces y no antes? Supongo que no quería perder sus tres puntos nominatorios, esos que él no había conseguido en buena lid. ¡Caramba con el 'poli'! En juego estaban sesenta puntos, diez bolas de cada color valiendo las naranjas tres puntos, las verdes dos y las azules uno. Si mi recuento no está confundido, les faltó por encontrar una bola naranja. Mención aparte merece la bola negra que encontró Cristian, que vale por una nominación fulminante.

Mañana cada concursante contará con un reparto distinto de puntos, según las bolas conseguidas. Si no entendí mal, deberán nominar a tantos compañeros como bolas consiguieron, debiendo otorgar el número de puntos que representa cada bola. El reparto de esos cincuenta y siete puntos, divididos en veintinueve nominaciones, quedó de esta manera, salvo error u omisión:

Ochoa: 3 naranjas= 9 puntos

Marta: 1 verde / 1 azul= 3 puntos

Noemí: 2 verdes / 2 azules= 6 puntos

Sindi: 2 naranjas= 6 puntos

María: 1 azul= 1 punto

Juan: 1 naranja / 1 verde / 1 azul= 6 puntos

Michael: Ninguna bola= 0 puntos

Cristian: 1 naranja / 1 azul / la bola negra= 4 puntos y una nominación fulminante

Pepe: 2 verdes= 4 puntos

Ari: 1 verde / 2 azules= 4 puntos

Hugo: 1 naranja / 1 verde= 5 puntos

Alessandro: 1 naranja / 2 verdes / 2 azules= 9 puntos

Es curioso que el destino quisiera otorgar la bola negra a Cristian, que podrá sentar entre los nominados finales directamente a alguien. Antes de la señal de que podían empezar a abrir maletas se abalanzaron todos a comenzar la búsqueda. El último concursante en entrar en la casa se va directo a por una maleta, la que había quedado última en la pata derecha de la hache tras el ensayo general de la coreografía de la prueba, bautizada por pepe como "Maletas flamencas". Cuando Mercedes les da el alto para poder terminar las explicaciones, Cristian se va hacia el fondo, tras otros compañeros, y justo cuando pueden comenzar de verdad retoma su posición original, volviendo a la misma maleta, justo la que contenía la bola fulminadora.

El azar (y la habilidad abriendo maletas) otorgaron el mayor poder nominatorio a Ochoa y Alessandro, ambos con nueve puntos. Si bien el reparto es diferente en cada caso, puesto que no es lo mismo tener que decir tres nombres que los cinco a los que está obligado el italiano. Toda una faena, si tenemos en cuenta que el juego de Aless ha sido siempre hacer como que se lleva bien con todos y luego actuar a la hora de nominar. Aunque bien mirado, sería una complicación para todos ellos tener que dar cinco nombres a estas alturas.

Si contamos con que los nueve puntos de Ochoa se perderán en caso de ser ella la expulsada (aunque podría no serlo), Alessandro nominaría sin ninguna duda a Marta, Sindi, María y Ari. Noemí es la única chica que salvará, puesto que ayer mismo pudimos comprobar en el observatorio de nominaciones que este concursante se ha decantado casi exclusivamente por nominar a mujeres, y presumiblemente sus tres puntos irán a Ari, la única a la que nominó cuatro veces.

Con todo, aún le quedaría a Alessandro un nombre, en este caso obligatoriamente de chico. Es de suponer que lo elegirá entre Juan, Michael y Cristian, teniendo en cuenta que con Hugo y Pepe ha tenido una fantástica relación desde el principio. Noemí y Sindi repartirán seis puntos, debiendo dar cuatro nombres la primera y dos la segunda. Cinco puntos tiene Hugo para dos compañeros. Cuatro manejan Pepe y Ari, teniendo esta última que repartirlos en tres compañeros mientras él tan solo dará dos nombres. También tiene cuatro puntos Cristian, a repartir entre dos concursantes, además de su nominación fulminante.

Solo me queda en este repaso mencionar que Marta tiene en su poder tres puntos para dos nombres, y María un solitario punto. Aparte de la cuestión a resolver relativa a Michael, quien no consiguió puntos en justicia. Siendo así, Juan repartiría los seis puntos señalados, en su caso entre tres compañeros, o bien tres puntos para dos tan solo. Aunque parezca demasiado lioso no lo es tanto, aunque anoche no tenían muy claro cómo tendrán que nominar, aparte de las dudas añadidas de si se tratará de nominación en negativo o inversa.

Aparte de este caprichoso reparto de puntos y nombres, se anunciaron nominaciones a la cara. Se podría decir que otra vez, puesto que el pasado jueves no nominaban a la cara pero como si lo hicieran al enterarse de inmediato los nominados, justo cuando notaban el vómito encima. Este tipo de nominaciones tienen el problema que ya tratamos el viernes, relativo al orden en que hayan de nominar. Los primeros en hacerlo están en clara desventaja puesto que desconocen lo que pasará después. Sin embargo, los últimos en hacerlo conocen ya la decisión de sus compañeros y pueden llegar a tener la información cierta de quiénes saldrán nominados dependiendo de su decisión.

La elección del orden en que se llama a nominar otorga un poder que puede llegar a ser inmenso a los últimos. Por otra parte, en esta edición el morbo de que unos conozcan lo que han nominado otros se reduce drásticamente si tenemos en cuenta que todas las semanas han terminado adivinando la elección de todos, algo especialmente fácil al haber tenido que elegir dos nombres. Es cierto que el reparto de puntos lo complica bastante, pero también que si hubieran nominado a la cara hace dos semanas nos habríamos perdido una de las tramas principales, relacionada con la ocultación de uno de sus elegidos por parte de una concursante, que engaña diciendo haber nominado a alguien distinto.

Si el objetivo es fomentar el conflicto dudo mucho que suceda lo que no pasó hace una semana. Repito que las nominaciones terroríficas también fueron a la cara, sin serlo. Por tanto, descartado (o minimizado) el morbo y teniendo en cuenta la ventaja que supone para unos respecto a otros nominar de este modo (ventaja que decide graciosamente el programa), propondré dos formas de nominar a la cara evitando esa fatal consecuencia.

Una posibilidad es que graben las nominaciones hoy mismo, como ya se hizo la primera semana. O bien durante el día de mañana, antes de comenzar la gala. Los concursantes irían desfilando a nominar y no sería hasta la gala, con todos delante del plasma, que pudieran ver las nominaciones como si fueran unos espectadores cualquiera, al mismo tiempo que los demás. El resultado es el mismo, todos conocerían las nominaciones de los demás, sin que nadie cuente con la ventaja de llegar a poder decidir quién sale definitivamente a la palestra.

La otra opción fue apuntada con gran acierto por Leónidas anoche en nuestros comentarios. Es esta:

Está muy claro. Nominaciones a la cara sí pero sin que unos tengan el poder omnímodo que se niega a otros.

Reconozco que soy bastante purista en lo que se refiere a esta parte del juego, aunque cualquier variación podría ser bien aprovechada si contásemos con concursantes astutos, no tan preocupados por quedar bien ante la audiencia. Los "acojonados 12 más 1", que dice Pepe, se pensarían mucho cualquier golpe de efecto a modo de respuesta al juego planteado. Como me sugería anoche Pepe Herrero (de Pepe a Pepe y tiro porque me toca) sería genial que alguien pidiese a la boca de los deseos la anulación de los puntos de bolas de un determinado color, por ejemplo.

Llevo años comparando este juego con una partida de dados o un juego de naipes, donde todos conocen las reglas antes de comenzar. Por tanto, conocen la combinación de cartas que les puede hacer ganar o la mejor de las tiradas de dados. Aquí, el jugador conoce su decisión, e incluso puede llegar a saber la del contrario, pero nunca conoce la del público votante. Así las cosas, las decisiones son tomadas en función de un estado de cosas, lo que algunos psicólogos llaman "pensamiento casi mágico". Esto se manifiesta claramente en un jugador de dados, como he contado ya otras veces. El jugador lanza el dado con más fuerza si desea que salga un cinco o un seis, mientras que le pone toda su delicadeza para que salga un uno o un dos.

La realidad de esa diferencia en la potencia de tirada de los dados ha sido demostrada. Basta con montar una partida en casa con amigos y podréis comprobarlo vosotros mismos. El jugador sabe perfectamente que la probabilidad de que salgan los números deseados no depende de la fuerza con que los arroje a la mesa, pero no puede dejar de intentarlo. Es como si sus músculos obedecieran secretamente a esa magia que habita en los túneles de la mente, como cuenta Palmarini.

La dificultad añadida para estos jugadores nuestros es que nunca saben cuál será la combinación ganadora, lo cual añade un componente semejante al azar puro, sin serlo. Es como si hiciesen su quiniela, y se sentasen a esperar si han acertado o no. También es cierto que unos se esfuerzan por intentar aproximarse a cierta realidad potencial, mientras otros tiran sus votos a la basura de igual forma que renuncian a concursar, tal vez pretendiendo que el premio les caiga en las manos exclusivamente porque pasaban por ahí. Cierto que nada les garantiza ni un mínimo triunfo, pero con una buena mano todo resulta un poco más fácil.

Por tanto, no estoy en contra de que se introduzcan variaciones en el juego, incluso poniendo más complicado que cada concursante llegue a tener certeza alguna de estar jugando bien sus cartas. Lo que me parece rechazable es que unos concursantes jueguen con las cartas marcadas, conociendo el juego del contrario a la hora de ejecutar el suyo. No le veo la gracia, simplemente. Mucho menos estando tan seguro de que el programa no tiene interés ninguno en favorecer a unos concursantes con respecto a otros.

Me sigue llamando la atención que se utilice como excusa el argumento de que tal vez Cristian engañó en los castings, presentándose como homófobo y machista impresentable de forma forzada, con el fin de conseguir ser seleccionado al llamar particularmente la atención, lo cual parece ser que sucedió. De hecho, él mismo ha contado que tan solo hizo una prueba, mucho menos que el resto de sus compañeros. ¿Y esto vale?

¿Es que no recordamos las razones esgrimidas para expulsar al 'feroz' y su cómplice el año pasado? Las reglas de Gran Hermano impiden que el concursante pretenda engañar, presentándose como algo que no es. Estoy con mi compañero de blog, Kiko Hernández, en que este concursante debería ser expulsado directamente de la casa.

Nos ha intentado engañar, de nada vale que ahora se haga el gracioso combinando ese supuesto perfil falso con bromas más o menos inocentes. Peor aún si es el cavernícola que parece escuchando la sarta de barbaridades dichas en imágenes repetidas por el programa una y otra vez. Puede hacer más o menos gracia, pero particularmente reclamo tolerancia cero con ciertos comportamientos y opiniones. Y ahora llámenme intolerante. Gracias.

La única que ha levantado un poco la voz rechazando a este sujeto ha sido María. Piensa la jerezana que si sigue haciendo tantas bromas, hablando casi sin parar todo el santísimo día, pasada una semana puede llegar a cansar. Además, no le mola su rollo machista que lleva y así se lo ha expresado sin ambages. Por el contrario, 'páter' no cree que sea machista y Michael le ríe las gracias todo el rato. Apañados estábamos.

Moleskine del gato

Solo dos breves apuntes, que hoy no termino. Bromea Pepe utilizando una frase célebre, en este caso reinterpretada: "La mujer del César no basta con serlo sino parecerlo". O sea, ¿debe ser su mujer y parecerlo? El 'conceto' es el 'conceto'.

Me apasiona Marta y sus manías. No contenta con lo de la pinza, duerme con la cabeza sobre la mitad de la cama, bocabajo y con las piernas levantadas, mientras abraza el oso que tiene desde los cinco años. ¡Santo Dios! Ayer nos enteramos de otra manía suya, llámenlo superstición. Se lanzó primero a por la maleta con el número 22 porque es su número de la suerte. Fascinante, en serio.