153 corazones que dejaron de latir.
153 seres humanos que han arrastrado a familiares y amigos al dolor más insoportable.
153 historias de esperanzas y proyectos destrozadas.
153 muertes arrancadas a la vida en un vuelo de vacaciones y vueltas a casa.
153, una cifra que ya será para siempre mucho más que un número.
A los que han sobrevivido, el deseo de que su memoria no les permita nunca recordar esos instantes de terror.
Que entre todos les ayudemos a recuperar una vida con la máxima paz.
Que los medios de comunicación no les abramos sin piedad sus heridas.
Que logren dormir sin sentirse culpables por seguir aquí.
A todos los que os ha unido este avión de muerte me gustaría que os llegase, aunque sé que eso es imposible, mi cercanía simbólica más profunda que quiere acompañar todas vuestras palabras de cariño y solidaridad, Boleros.